El 's¨ªndrome de Tom Wolfe'
El autor de este art¨ªculo lamenta la actitud del PSOE hacia la Prensa, un sector que "ha sido clave para articular una conciencia liberal democr¨¢tica en amplios colectivos de poblaci¨®n". Reconoce que los periodistas han ejercido de publicistas del Estado de derecho, pero estima que los profesionales deben evitar el gremialismo y que su cr¨ªtica debe ir contra la corrupci¨®n, no contra el r¨¦gimen.
La sobredosis de legitimidad que disfruta el Ejecutivo socialista le hace exhibir una torpeza supina en temas ideol¨®gicos duros. Su actitud mostrenca en pol¨ªtica informativa ha conseguido convertir un hecho pol¨ªtico espurio en un hecho cualitativo de indudable relevancia. En la reciente confrontaci¨®n con el cuarto poder, el Gobierno mezcla churras con merinas, deval¨²a el terna de la libertad de expresi¨®n y env¨ªa a sus banderilleros ideol¨®gicos a una lidia desigual con un morlaco astifino, de muchas arrobas y que no siempre embiste con buenas intenciones.
La ideolog¨ªa profesionalista que tan profundamente arraigada est¨¢ en los periodistas pone especial vehemencia en subrayar el papel del mensajero y el tono objetivo del periodista. Se ha pasado del matar al mensajero del Ancien R¨¦gime a la necesidad de adularlo, com¨¦rselo a besos y recordarle de forma sistem¨¢tica que gracias a ¨¦l se hizo la transici¨®n. El mito de la objetividad enarbolado como axioma por algunos de la profesi¨®n lleva a la falacia de que el periodista ser¨¢ objetivo si no tiene obst¨¢culos. pol¨ªticos. S¨ª no tiene ning¨²n tipo de censura exterior. Todo esto fue cierto en la etapa de lucha contra el franquismo, pero hace aguas cuando se intenta recaer todas las sospechas de presiones, de censuras, sobre la objetividad informativa en el terreno de lo p¨²blico: en el Estado.
. La Prensa ha sido clave para articular una conciencia liberal democr¨¢tica en amplios colectivos de poblaci¨®n. En general, los medios de comunicaci¨®n de masas han desempe?ado un papel de m¨¢xima relevancia en nuestra transici¨®n democr¨¢tica. Los periodistas han sido los publicistas del Estado de derecho y han dise?ado el nuevo discurso pol¨ªtico de la joven democracia espa?ola.
Protagonistas
Este at¨ªpico papel -que en otras circunstancias hist¨®ricas ha correspondido a intelectuales org¨¢nicos, fil¨®sofos y soci¨®logos- ha llevado a inflacionar y deformar el papel de los periodistas; en nuestro entorno, a presentarles -en algunas ocasiones- como los principales protagonistas del cambio y albaceas de las esencias democr¨¢ticas. Incluso en el mandarinato del periodismo espa?ol -predicadores, columnistas de alto nivel, ide¨®logos de p¨¢gina impar y alg¨²n que otro te¨®logo de la obviedad- se llega a detectar conductas ubicables en lo que ha venido en llamarse el s¨ªndrome de Tom Wolfe: una especie de arrogancia, de valor a?adido que hace que algunos elementos del gotha de la pluma militen cotidianamente contra el r¨¦gimen democr¨¢tico.
La transici¨®n hizo ide¨®logos del nuevo Estado a muchos periodistas. Y aqu¨ª -en este proceso- se produjeron situaciones de esperpento que se perciben una y otra vez cuando los del milenio socialista meten la patita. Muchos de los que se les llena la boca de libertad de expresi¨®n, muchos de los que se creen ide¨®logos del milenio, eran los que hac¨ªan guardia bajo los luceros. Algunos de los ide¨®logos del franquismo se convirtieron en dem¨®cratas de toda la vida y adulan al Ejecutivo socialista en sus continuas torpezas en pol¨ªtica informativa.
Al poder parece que le dise?an su pol¨ªtica informativa primos de Luis Solana. Han conseguido que la militancia de los periodistas sea contra el Ejecutivo y sus asesores vietnamitas. Y como todo ciudadano con buen bachiller sabe, la militancia de los periodistas no debe ser contra el r¨¦gimen, como resulta obligado en la dictadura, sino contra la corrupci¨®n y la degeneraci¨®n de la democracia y las libertades. Esa corrupci¨®n y degeneraci¨®n puede producirse por falsificaci¨®n, por violencia y por otros abusos. En la alerta permanente contra esas corrupciones o degeneraciones es donde debe estar anclada la militancia de los periodistas en una democracia establecida.
Autocr¨ªtica
Los periodistas deben abandonar su pejiguer¨ªa corporativa que les hace vender burras ideol¨®gicas de escasa credibilidad. El f¨¦rreo corporativismo del gremio y los mitos que arropan y protegen la profesi¨®n hace dif¨ªcil que se d¨¦ la autocr¨ªtica entre estos profesionales. Es, por otra parte, la ¨²nica profesi¨®n con capacidad de amarse, asimismo, locamente, de ensalzarse, de dise?ar su propia imagen. Los mass-media siempre, y en casi todas las circunstancias hist¨®ricas, est¨¢n siempre fraguando la imagen, el look que les interesa. Los mitos que obnubilan a los periodistas son mitos que se pierden en tiempos pret¨¦ritos. Son los mitos que rodearon siempre a la Prensa liberal. Son los mitos liberales del siglo XVIII, cuando la Prensa fue etiquetada como cuarto poder, cuando desempe?¨® un papel hegem¨®nico como vanguardia de las libertades burguesas.
Al Ejecutivo socialista, tan riguroso y disciplinado a la hora de calcar el recetario del liberalismo econ¨®mico, habr¨ªa que recordarle que la libertad de Prensa es una conquista de las ideas liberales del siglo XIX, fruto de la Revoluci¨®n Francesa. En los postreros a?os del siglo XVIII la censura comienza a decrecer en el Reino Unido y de ah¨ª en adelante, seg¨²n triunfen las burgues¨ªas liberales, en los diversos pa¨ªses aparece la libertad de Prensa, que se identificaba pr¨¢ctica y exclusivamente con la abolici¨®n de la censura. Contra dicha abolici¨®n lucharon fieramente los elementos reaccionarios de la ¨¦poca, encarnados por los restos del feudalismo mon¨¢rquico. La reacci¨®n siempre ha sostenido que la Prensa sin censura engendrar¨ªa inmoralidad, desorden social y anarqu¨ªa.
es soci¨®logo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.