Los j¨®venes carrozas atacan Madrid
Las 'tribus' urbanas reviven las noches de los sesenta
Los yey¨¦s se han puesto en pie de guerra y est¨¢n tomando Madrid. Canas con ritmo salen de noche y cazan urban¨ªcolas curiosos para mojarles en la m¨²sica de su pasado en los locales de entonces. Los padres gritan "?carrozas al poder!", porque empiezan a verse en la cuneta, y se re¨²nen con aires clandestinos en puntos clave como la reinaugurada Imperator, en los guateques de la sala J¨¢cara o para echarse una de bolos manuales en el Scala, por ejemplo.
Manuel de la Calva celebr¨® el viernes su cumplea?os en la sala donde comenz¨® su carrera hacia la gloria como cantante del D¨²o Din¨¢mico, la a?orada Imperator. Aquella noche precisamente, espa?oles y madrile?os ve¨ªan saltar uno de los senos de Massiel al son del La-la-la en un programa de televisi¨®n que reviv¨ªa la m¨²sica de los sesenta con los protagonistas de entonces. El bolero del Scala pasaba esa noche colocando bolos tras el panel de las cuatro pistas que tiene el local. Bruno Lomas quiz¨¢ empezara a contar las horas que le faltan para su actuaci¨®n en el guateque que se monta en J¨¢cara Plat¨® Madrid el pr¨®ximo mi¨¦rcoles.No se trata de las batallas entre rockers y mods, no hay frus-frus en las faldas ni hay tup¨¦s. No se trata de la est¨¦tica que impusieron los carteles color crema que, de la mano de ?scar Marin¨¦ y compa?¨ªa, anunciaban la ya vieja movida madrile?a. No se trata de confirmar que lo kitsch es divertido, ni que Marilyn y Elvis siguen vivos, ni que tambi¨¦n hay sitio para el look blanco de los sesenta que tanto criticaron los hippies. Eso ya lo sabe todo el mundo porque en el Madrid multicultural todo es posible.
Desempolvar 'elep¨¦s'
Las j¨®venes generaciones se est¨¢n dejando atrapar y admiten que se les mueven los pies -con sus zapatos de gamuza azul y que, al fin y al cabo, el ¨²ltimo rock espa?ol no hubiera sido posible sin los viejos dinosaurios de los a?os sesenta. Madrid desempolva los discos de hace 30 a?os porque en las listas de ¨¦xito est¨¢n pegando fuerte nuevos conjuntos de pop-rock espa?ol. El pr¨®ximo guateque de la noche del mi¨¦rcoles en J¨¢cara pone en escena a Flippo Carletti Combo, Bruno Lomas y Los Pasos... Es la aventura del revival una vez m¨¢s.
Las actuaciones en directo y las mezclas de los pinchadiscos (que hacen bodoques r¨ªtmicos hilando reliquias con nuevas versiones) se est¨¢n convirtiendo en gancho para los noct¨¢mbulos.
Quienes lanzan el anzuelo al gran p¨²blico son los protagonistas de la ¨¦poca que, como clientes, empresarios o artistas, llevan a la pr¨¢ctica expresiones tan manidas como "los viejos rockeros nunca mueren" o que existen para¨ªsos para "j¨®venes carrozas".
La noche de la reinauguraci¨®n de la sala Imperator, Jos¨¦ pinch¨® un incunable de Bob Dylan, la ¨²ltima grabaci¨®n del Let it be y alguna de Elvis. Aseguraba que hab¨ªa tra¨ªdo gran parte de los discos de su casa y, mientras, jugaba un poco con el corto flequillo de su pelo engominado entre corte y corte. Parec¨ªa, de verdad, el t¨ªmido del grupo que en todos los guateques prefer¨ªa quedarse a solas con el tocadiscos antes que con la chica.
Pasada la una de la madrugada comenz¨® la actuaci¨®n en directo del grupo Los Rosillo, y fueron desgranando a lo largo de la noche versiones propias de temas de entonces. En el local s¨®lo se hab¨ªa cambiado la tapicer¨ªa; las luces psicod¨¦licas y los espejitos que forraban las paredes de los sesenta estaban intactos. Los productores de este espect¨¢culo, en el que est¨¢ incluido el local, abrir¨¢n sus puertas tan s¨®lo los viernes y s¨¢bados para los que quieran gozar de su Top 60.
El cine y los escenarios
Al fin y al cabo, todos tienen que ver con la ¨¦poca de gloria: o recuerdan las pel¨ªculas en blanco y negro de las tardes infantiles frente al televisor en los setenta, o imaginan que se han metido en los escenarios de pel¨ªculas taquilleras como Gran bola de fuego o, incluso, Ultima salida, Brooklyn.
Precisamente el cine Bogart ense?a a quienes salen del Scala la versi¨®n original de esta ¨²ltima pel¨ªcula. La disco-bolera abri¨® por vez primera sus puertas en 1953, y tal como naci¨® se conserva ahora. S¨®lo ha necesitado hacer un peeling a sus tapicer¨ªas, porque la bolera sigue siendo manual (los bolos los colocan en su sitio las manos de un bolero an¨®nimo vestidito de mono azul) y la decoraci¨®n permanece. En esta ocasi¨®n la m¨²sica de entonces se turna de domingo a jueves, los viernes y s¨¢bados el pincha pone de todo.
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