La liturgia de la muerte
Todo el caso de los miembros de los GRAPO encarcelados que se encuentran en huelga de hambre est¨¢ lleno de l¨®gica. En general, se tiende a interpretar esa actitud suicida de muchos de ellos -o de todos ellos- como un acto de fanatismo, de irracionalidad, de esquizofrenia. Tambi¨¦n se interpreta como la b¨²squeda de un m¨¢rtir por una organizaci¨®n. Tambi¨¦n se est¨¢ discutiendo, el derecho a morir de cualquier ciudadano, la elecci¨®n de la propia muerte, y tambi¨¦n el derecho del Estado a no aceptar chantaje de parte de quienes, amparados en una creencia pol¨ªtica, contravienen -por medio de la violencia y la muerte- los principios de convivencia pactados por los ciudadanos. Son demasiadas cuestiones de orden ¨¦tico y moral las que se arraciman en un solo caso, lo que demuestra su cualidad ejemplificadora.Ha pasado ya mucho tiempo desde que se empez¨® a admitir que el hombre no es naturalmente bueno ni naturalmente malo; en rigor, desde la difusi¨®n de las teor¨ªas darwinistas (que, por cierto, siguen siendo un tema a¨²n ex¨®tico en nuestras educaciones bachiller y universitaria). Un suicida, por otra parte, contin¨²a siendo un estigmatizado en el anclaje ancestral de nuestra formaci¨®n religiosa, que dice que el hombre no tiene derecho a disponer libremente de la desaparici¨®n del cuerpo que da cobijo a su alma. Pero suicida es tambi¨¦n el que se deja morir por voluntad propia en defensa de unas ideas que considera vitales para la Humanidad y, en este caso, la forma de morir recibe atenuantes en raz¨®n a la causa por la que se muere; sin embargo, en el caso de los miembros de los GRAPO -se dice-, no estamos hablando precisamente de monjes budistas, sino de asesinos, de alguien que ha quitado la vida a un semejante en nombre de su idea, del Mundo y de su idea de sociedad. Este l¨ªmite, dicho sea de paso, lo han transgredido tanto la Iglesia como el Estado en defensa de sus principios fundamentales.
?Cu¨¢l es el ideal supremo del terrorista? Evidentemente, est¨¢ ligado a la idea de Pureza. Todo fan¨¢tico es un id¨®latra de la Pureza y, como tal, un ser humano en busca de un ideal que se halla necesariamente m¨¢s all¨¢ de ¨¦l, de su vida en la Tierra. Es un ideal de Absoluto. Extenderse ahora en consideraciones psicol¨®gicas sobre la b¨²squeda del Absoluto me parece innecesario. Estos personajes han existido en toda ¨¦poca y, en general, el fanatismo actual est¨¢ en conexi¨®n directa con el grado de formaci¨®n y capacidad intelectual del fan¨¢tico; cuanto m¨¢s d¨¦bil es ¨¦sta, m¨¢s oscura y creciente es la fuerza de su convicci¨®n; cuanto m¨¢s fuerte es, por el contrario, m¨¢s grietas se abren en la justificaci¨®n de sus actos. Hay un ejemplo de ambos tipos. Al primero responder¨ªa Artapalo; al segundo, Yoyes.
Quienes quieren ver en este asunto de los GRAPO en huelga de hambre la b¨²squeda de un m¨¢rtir a la sombra de una ETA acechando el resultado del envite est¨¢n abordando el asunto por su lado m¨¢s anecd¨®tico. Yo creo que hay que contemplarlo m¨¢s bien desde el territorio de la Liturgia, desde el ritual de consumaci¨®n de un sacrificio que est¨¢ en el origen de toda actuaci¨®n de este tipo, que est¨¢ en el origen de la idea de santificaci¨®n y de pureza. Una Pureza que, como la Maldad, se halla fuera del ¨¢mbito humano, del r¨ªo de la vida, de esa indisolubilidad entre bien y mal que es el curso de la historia del hombre desde que ¨¦ste nombr¨® al Bien y al Mal para exorcizar y tambi¨¦n para ordenar sus miedos.
En su quintaesencia, en su mayor grado de realizaci¨®n, el destino ¨²ltimo del terrorista es la inmolaci¨®n. Es un camino en s¨ª tr¨¢gico, pues no hay regreso. Quien lo emprende lo hace con el sentido de ejemplaridad del h¨¦roe, y, como ¨¦ste, pretende mostrar a su pueblo lo esencial de un modo de vida al que ofrenda su propia vida si llega el caso: una vida a cambio de un ideal para su pueblo. Aparentemente no hay sacrificio ni generosidad m¨¢s grande excepto si cuestionamos el posesivo que acabo de subrayar. El destino natural del terrorista, si es puesto en una situaci¨®n l¨ªmite, se realiza en la inmolaci¨®n en el ara de su fe. El sentido ceremonial y religioso de esta actitud es evidente. Hay quienes llegan a cumplirlo, quienes no tienen esa oportunidad y quienes recapacitan por diversas razones y se apean del carro de fuego. Los que contin¨²an, hacen de su pueblo el tabern¨¢culo de su alma y consuman de modo terrible lo que en realidad es la escisi¨®n con la vida y con sus semejantes.
?Cu¨¢l es el error? La verdad es que sigue directamente unido a la capacidad intelectual de la que habl¨¢bamos antes. En realidad, la Pureza es inhumana en tanto que el Absoluto es inhumano. De este punto parte el tr¨¢gico error: el terrorismo ejemplifica inhumanidad para su pueblo, y, o bien lo arrastra con ¨¦l en su ca¨ªda, o bien el pueblo lo acaba repudiando, lo desconoce y lo evita; ese grado final es la locura, porque es la negaci¨®n y el rechazo, que ser¨¢n vividos por el terrorista como un Absoluto id¨¦ntico al que le mueve; es el horror vacui y la maldici¨®n que lo expulsa del mundo.
No sabemos cu¨¢l ser¨¢ el destino de los etarras no reinsertados y con delitos de sangre, pero con seguridad ser¨¢ dram¨¢tico, yo dir¨ªa que espantoso. O continuar¨¢n matando hasta que mueran un d¨ªa o su propia comunidad les har¨¢ descender del pedestal a la cotidianidad, es decir, al territorio donde ya no pueden ser (y quienes m¨¢s se hayan servido de ellos m¨¢s los anatematizar¨¢n, como hacen siempre los cobardes). Pero ahora hablamos de un n¨²cleo -los GRAPO- que carece de pueblo, que a lo sumo se sustenta en el concepto de clan o de tribu, que no tienen otro color ni otra pieza de convicci¨®n que el de su propio mantra, si se me permite usar esta expresi¨®n. Y en ese punto creo que no es nada dif¨ªcil de entender su autoinmolaci¨®n y la terrible coherencia que tiene con su propia trayectoria vital.
La autoinmolaci¨®n es simplemente el destino final, y es inevitable, cualquiera que sea la forma en que se produzca, aunque, naturalmente, la que cumple m¨¢s dram¨¢ticamente con ella es la muerte f¨ªsica, en este caso por inanici¨®n. Es tambi¨¦n una decisiva autoexclusi¨®n de la sociedad de los humanos. Es la soledad final. Y lo m¨¢s terrible: no es un acto heroico, sino que, en lo profundo, procede del miedo. Adem¨¢s, si alg¨²n grapo muere de hambre, sus compa?eros matar¨¢n en honor del m¨¢rtir. La liturgia de la muerte exige esa espantosa forma de concelebraci¨®n. Todos los dem¨¢s argumentos y motivos -el chantaje al Estado, el problema de la alimentaci¨®n in extremis...- pertenecen a los problemas de los hombres, al reino donde la vida es el perfecto machihembrado entre el bien y el mal que fluye y fluye.
es escritor.
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