?ramos tan j¨®venes...
Santa esposa, gustar¨ªa encontrarse con novio de entonces en pr¨®ximo guateque. Stop
Mientras su marido iba por bebida y sonaba en el tocata Sor Sonrisa, Geli se fue de la lengua: "Yo he venido por si me encuentro con mi novio de entonces". En el guateque que el mi¨¦rcoles se mont¨® en J¨¢cara, las parejas menores de 50 a?os se achucharon como la primera vez mientras Bruno Lomas interpretaba Melancol¨ªa despu¨¦s de 20 a?os de no cantar en Madrid. "Ll¨¢mame Chema, mola m¨¢s", gritaba el psic¨®logo / abogado. "Est¨¢s viendo al mejor bail¨®n de twist", y revolv¨ªa con ritmo su ombligo barrig¨®n Marlan estaba soirprendida: "Por primera vez hay m¨¢s chicos que chicas en un guateque", y es que el local estaba lleno de ellos los ex cantantes, los guitarristas retirados, los pap¨¢s del pop...
El que m¨¢s y el que menos fue a la sala J¨¢cara para recuperar una imagen del pasado: el tocadiscos dual, el lento m¨¢s largo (Ma vie, tres minutos 27 segun dos), la fama extravagante y kitsch de viejo rockero, los ami gos a los que no se ve desde hace 15 a?os... Y -ti calor de la m¨²sica, los que son ahora padres y comen huevos descubren c¨®mo, a su modo, llevan el pe cho marcado con hitos de una juventud que emp¨ªeza a esca parse de las manos. Marian cuenta que el mayor homenaje que conoce de aquellos locos por la m¨²sica es un chal¨¦ en Bilbao llamado Lapuerta verde viejo ¨¦xito de Los Llopis. El due?o era miembro de un conjunto rock en Vigo, Las Moscas; ahora es m¨¢s conocido como Mario Conde, presidente de Banesto."Es que aqu¨ª estamos un mont¨®n depuras", dice Cherna para dar a entender que son nost¨¢lgicos por cuesti¨®n de edad. Aunque lo cierto es que hab¨ªa generaciones mezcladas, hombres nacidos en los cuarenta con nacidas en los sesenta, como Carlos y Coral. Ella se enter¨® de la fiesta y le llam¨®, rompiendo con la norma de los guateques aut¨¦nticos. "Entonces acud¨ªamos siempre en grupo, intent¨¢bamos que hubiera el mismo n¨²mero de chicas que de chicos. Era imposible invitara una por libre, a no ser que fueras su novio formal", asegura Carlos.
Ellas dicen que al final siempre eran m¨¢s las faldas que los pantalones (f¨®rmula casi infalible para diferenciar los sexos de entonces), quiz¨¢ para imponerse por mayor¨ªa. Ellos dicen lo contrario, porque as¨ª se aseguraba que ninguna se quedaba sin bailar. Aquella noche en J¨¢cara abundaron los hombres, que fueron los primeros en llegar al local, entre otras razones porc ' jue los que de verdad se dieron cita fueron los componentes (varones) de grupos de entonces: Los Diablos Negros, Los Rel¨¢mpagos, Los Polaris, Los M¨®dulos, Barrab¨¢s, Los Flaps, Blume, Los Pasos...
'Desguateque'
"Creo que esto es m¨¢s bien un desguateque", filosofea Jos¨¦, apoyado en la barra. Dice saber del asunto a pesar de que los sesenta le pillaron en pa?ales, porque le salieron las espinillas entre guateque y guateque de herrnanos mayores. "Aqu¨ª son los pap¨¢s los que piden a sus hijos permiso para salir, sin palomitas de ma¨ªz, whisky en vez de vino y ellas son las que sacan a bailar". No hay derecho de que la vicia no pueda seguir igual ni tan siquiera una noche.En un desguateque como ¨¦ste, Bruno Lomas dedic¨® a "los amigos que a mi costa se lo pasaron la mar de bien" nuevas versiones de su repertorio, el que hace cuatro d¨ªas interpret¨® en Valladolid. De negro con flecos blancos, presumiendo y escud¨¢ndose en los a?os, convenci¨® a los asistentes de que ella sigue siendo su chica, Be bop a Lula, mientras en el est¨®mago le bailaba el bocadillo de queso en un mar de agua y alcohol, porque all¨ª los artistas se pagan hasta la cena.A Geli le sobrevino un rayito de infidelidad por culpa del Maruxella que interpret¨® Filippo Carletti, primer productor de Miguel R¨ªos. Crey¨® ver a Paco, su primer novio, entre los asistentes, pero no era, y achuch¨® a su actual costilla en la pista de baile para mentirse un poco. Antonio lo explica: "Los pecados del guateque del s¨¢bado nos los confesamos el domingo y ya est¨¢...". Va directo al cielo de la boca de su se?ora, pero para relamerse con aquella primera vez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.