El Barcelona supo llegar a la jugada decisiva
El p¨²blico concluy¨® ayer que las desgracias del Madrid no tienen fin porque el Barcelona logr¨® su primera y ¨²nica ventaja en el marcador a falta de 5 segundos y tras dos tiros libres de Epi. Conclusi¨®n superficial donde las, haya y ciertament, descaminada: el Real Madrid anot¨® tres puntos en los ?ltimos siete minutos. Dicho as¨ª, queda claro que jam¨¢s habr¨ªa ganado con semejante trayectoria. El Barcelona, por el contrario, es actualmente un equipo que derrocha ciertas incuantificables virtudes propias de la madurez; al saber estar une un mort¨ªfero don de la oportunidad. Los azulgranas, no son ya un conjunto barroco, no practican el alarde innecesario: dan donde tienen que dar. No es ning¨²n dem¨¦rito ganar con dos tiros libres de Epi. Es, simplemente, lo m¨¢s pr¨¢citico.Sin erribargo, el Madrid crey¨® haber encontrado el buen camino durante 32 minutos, y cierto es que en ese per¨ªodo actu¨® con una seriedad desconocida en esta temporada. A trav¨¦s (le una defensa t¨¢ctica extraordinaria y fiados en la inagotable resistencia del base Llorente, los madridistas lograron atoras el equilibrado mecanismo de: juego de sus rivales. Salvo las salidas exteriores del pivot David Wood -autor de dos triples-, el Barcelona no encontraba la f¨®rmula adecuada para mantener una fluidez ofensiva. Es m¨¢s, su juego interior dej¨® de existir durante muchos minutos y, a partir de esta c¨ªrcuristancia, el Madrid cobraba conciencia de que pod¨ªa resolver asu favor.
?Por qu¨¦ no gan¨®? Sencillamente porque no supo mantener el equilibrio de la primera parte y fue desgast¨¢ndose ofensivamente hasta llegar a un punto de par¨¢lisis casi total. El juego extenor, que es el que naturalmente acusa la ausencia de Biriukov, se redujo al m¨ªnimo y todo qued¨® limitado a lo que pudieran hacer tanto Ortiz como Antonio Mart¨ªn. Llegados, a ese punto, al Barcelona le bast¨® con cerrarse mejor debajo del aro para que los tapones abundaran y el Madrid comenzase a temer que, una vez m¨¢s, la suerte no le iba a acompa?ar.
La maquinaria madridasta lleg¨® a pararse pr¨¢cticamente en el minuto 33. La del Barcelona, no, aunque funcionase con chirridos. Desde ese rnomento, el equipo azulgrana recort¨® la diferencia sin pararse a meditar sobre la calidad de su juego porque hab¨ªa comprendido que si llegaba al minuto final con opci¨®n de triunfo, el Madrid jugar¨ªa con todos sus fantasinas alrededor. Tan claro lo vio que Epi se encargo de transformar el triple que daba el empate a 85 y los dos tiros libres que sentenciaban el triunfo. Y consecuencia de ello fue que, en la jugada decisiva, Llorente fall¨® por primera vez en su ¨²ltimo lanzamiento tras una ejecutoria perfecta. Llorente no se lo pens¨® demasiado, le quem¨® la pelota y sus compa?eros parecieron huir del pase. Fueron los fantasmas del Madrid, que estaban en la cancha.
El Madrid tiene demasiados deudos, dentro de la casa y fuera de este mundo; es un equipo con valeciente, que tardar¨¢ en lograr su pleno funcionamiento si la suerte se lo permite, aunque ayer dio muestras de mejor¨ªa. Para su desgracia, ayer se encontr¨® con el equipo que mejor dornina en Espa?a una de las claves de este juego en el que tanta generos¨ªdad de tantos, rebotes y circunstancias, tanta aparente productividad, s¨®lo sirve en ocasiones para llegar con puntualidad al momento justo y puede quedar en entredicho si despu¨¦s de 35 canastas bien ejecutadas se falla en la que tiene que hacer la 36. La desgracia del Madrid no fue ayer el resultado. Fue tener enfrente al Barcelona.
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