El celo del fiscal general

Si el fiscal general del. Estado (hasta ahora, desde hace a?os y sin soluci¨®n de continuidad, cargo ocupado por personas ¨ªntimamente vinculadas al partido socialista) pusiera el mismo empe?o en perseguir presuntas conductas delictivas, supuestamente cometidas por algunos componentes de la casta pol¨ªtica, como del que hace gala al arremeter contra los chicos de la Prensa, tiempo ha estar¨ªan vacantes var¨ªas de las plazas que actualmente ocupan algunos de nuestros gobernantes.Creo que con un ejemplo es m¨¢s que suficiente. ?Recuerda alg¨²n ciudadano lo acontecido con la decisi¨®n que adopt¨®, a?os atr¨¢s la se?ora juez Huerta para que comparecieran a su presencia miembros de los cuerpos de seguridad del Estado? Muy sencillo: que el por aquel entonces ministro de Justicia, se?or Ledesma, aconsej¨® al, tambi¨¦n por aquel entonces, ministro del Interior, se?or Barrionuevo, y al presidente del Gobierno, se?or Gonz¨¢lez, que hicieran caso omiso de tal decisi¨®n judical y se saltaran a la torera la ley procedimental criminal.As¨ª se hizo y no pas¨® absolutamente nada.

?Acaso no desconoc¨ªa el anterior fiscal general del Estado que la actitud de tales ministros, respaldada por el se?or presidente, pudo.ser constitutiva, en ese caso concreto, de un presunto delito de desobed¨ªenjia grave a la autoridad, previsto en el art¨ªculo 237 del C¨®digo Penal y castigado con pena de arresto mayor y multa de 100.000 a 500.000 pesetas? Por cierto, ese presunto delito a¨²n no ha prescrito y, por ello, cabe preguntarse si har¨¢ algo al respecto don Leopoldo Torres.-

, Toledo.