Dura es la noche
Los porteros de una discoteca dirimen a palos sus diferencias con los clientes
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El caso de la discoteca Prestto, junto a la estaci¨®n de Chamart¨ªn, es tan peculiar que la polic¨ªa ha hecho un informe especial. En lo dos ¨²ltimos a?os ha acumulado hasta siete denuncias por alteraci¨®n del orden p¨²blico o agresiones. Los inicios de los altercado son similares: el cliente quiere entrar, los porteros se lo impiden, se intercambia alg¨²n insulto y entonces empieza la pelea. Bates de b¨¦isbol, palos y, protectores de pugilato son las herramientas preferidas de los porteros de Prestto para hacer cumplir a rajatabla el derecho de admisi¨®n.
Cuando Alfredo Mart¨ªn Redruello cont¨® su caso en la comisar¨ªa de Chamart¨ªn, el relato result¨® demasiado:Familiar a los funcionarios. La denuncia de Alfredo, de 20 a?os, es la ¨²ltima, por el momento, de las siete que en los dos ¨²ltimos a?os se han presentado contra los porteros de Prestto por motivos similares. Seg¨²n la versi¨®n de Alfredo, ¨¦ste y su hermana Mar¨ªa Luisa se enzarzaron en una discusi¨®n con los gorilas de Prestto porque ¨¦stos no les dejaban entrar, ni siquiera para avisar a los amigos que les esperaban dentro. Uno de los porteros golpe¨® el coche de los hermanos, otro ceg¨® a Mar¨ªa Luisa con un aerosol, y, finalmente, Alfredo fue agredido con su propia barra antirrobo y pateado en el suelo, acci¨®n cuyo recuerdo luce ahora Alfredo en su ojo derecho, amoratado, y en su espalda dolorida.
Doble denuncia
La versi¨®n de los porteros es bien distinta. De hecho, ellos se adelantaron a los hermanos Mart¨ªn Redruello, acudiendo un par de horas antes a la comisar¨ªa para poner otra denuncia Uno de los porteros admit¨ªa las agresiones, pero denunciaba a los hermanos por provocaci¨®n y por ir armados; ¨¦l, con la barra antirrobo del coche, y ella, con una navaja.
Alfredo dice que volvi¨® a pedir explicaciones una vez que le hab¨ªan abollado el coche con la barra antirrobo escondida en la cazadora por si le volv¨ªan a atacar. Y Mar¨ªa Luisa alega que siempre lleva una navaja; que no la sac¨®, que se le cay¨®.
Historial conflictivo
Al margen de los detalles, todo, en fin, ven¨ªa a ser lo mismo: un nuevo altercado en la puerta de Pressto, cuyo historial conflictivo se remonta a 1986. Hasta aquel a?o, la discoteca hab¨ªa tenido problemas con la polic¨ªa, pero siempre por cuestiones de licencia y de horario. "Cierran a las 3.30, pero sigue gente dentro. Luego abren otra vez a las seis de la ma?ana", explica un portavoz policial. "En realidad, la discoteca permanece abierta toda la noche".
De 1986 data la primera denuncia por altercado del orden p¨²blico, pero es a partir de julio de 1988 cuando las denuncias comienzan a convertirse en moneda corriente. En julio de aquel a?o, dos clientes tuvieron que ser atendidos en La Paz y un tercero en el centro m¨¦dico de Tetu¨¢n. Seg¨²n consta en la denuncia, hubo incluso testigos que aseguraron ver c¨®mo los porteros agred¨ªan a los clientes con bates de beisbol y c¨®mo tambi¨¦n, terminado el incidente, limpiaban la sangre del suelo.
El pasado a?o fue el peor. En mayo hubo dos incidentes graves. El primero lo sufrieron un par de clientes a los que se les deneg¨® la entrega por ir uno de ellos borracho, seg¨²n testific¨® despu¨¦s uno de los porteros. En el segundo incidente estuvo implicada una pareja, que tambi¨¦n sali¨® presuntamente apaleada por los porteros. En junio, otros dos altercados. En uno sali¨® lesionada una mujer y en el otro la polic¨ªa requis¨® a los trabajadores de Prestto bates de b¨¦isbol, palos y protectores de pugilato. En esta ocasi¨®n hubo una denuncia por ocultar pruebas y dificultar la labor policial.
Finalmente, en diciembre, hubo una gran pelea en la puerta de Prestto entre varios trabajadoras de la sala y un grupo de clientes -borrachos, seg¨²n aqu¨¦llos- Si Alfredo, en fin, hubiera conocido todos estos datos el s¨¢bado por la noche, seguramente no se habr¨ªa atrevido a volver pidiendo ingenuamente explicaciones con su barra antirrobo escondida en la chaqueta. Probablemente ni siquiera se habr¨ªa calentado la boca llam¨¢ndole "hijo de puta" a uno de ellos, como admite el propio Alfredo. "El portero dijo que su madre hab¨ªa muerto hac¨ªa poco, pero eso yo no lo sab¨ªa". Alfredo tampoco sab¨ªa que mentar a la madre, fallecida recientemente, fue la misma excusa del portero nueve meses antes para empezar a sacudir a otro airado cliente no avisado.
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