A cada cual lo suyo
En el seno de la exposici¨®n Vel¨¢zquez ha vuelto a plantearse un viejo tema largamente silenciado, poco clarificado, parcialmente tratado y m¨¢s conocido por ciertos mitos que por la narraci¨®n objetiva de los hechos: la. historia de la protecci¨®n y salvamento del patrimonio art¨ªstico espa?ol durante la guerra civil y, m¨¢s en concreto, la evacuaci¨®n de las principales obras de nuestra primera pinacoteca.Esta extraordinaria aventura ha vuelto a salir a la palestra p¨²blica con la voz magistral de nuestro insigne poeta Rafael Alberti, que una vez m¨¢s ha evocado su ya conocida intervenci¨®n, junto a Mar¨ªa Teresa Le¨®n, en la evacuaci¨®n de Las meninas y el Carlos V en M¨¹hlberg. Los medios de comunicaci¨®n han recogido ampliamente su conferencia en el Museo del Prado, cargada de bellas im¨¢genes y de un fuerte lirismo. Pero el tratamiento que se ha dado a la empresa de salvamento ha sido, a mi entender, parcial y mitificadora, atribuyendo a Alberti y a Mar¨ªa Teresa Le¨®n un papel y un protagonismo desmedidos. Imagino la emoci¨®n que sentir¨ªan Mar¨ªa Teresa Le¨®n y Alberti al haber colaborado en el salvamento de los dos famosos lienzos, junto a otras 60 pinturas del Prado que fueron evacuadas a Valencia mientras dur¨® la corta intervenci¨®n y el mandato de Mar¨ªa Teresa Le¨®n como responsable de la evacuaci¨®n del Museo del Prado, en diciembre de 1936. Pero la misma emoci¨®n sentir¨ªan tantos otros intelectuales, t¨¦cnicos y artistas que intervinieron activamente en la empresa a lo largo de toda la contienda: Timoteo P¨¦rez Rubio, Josep Renau, Jos¨¦ Mar¨ªa Lacarra, Jos¨¦ Giner Pantoja, Juan Adsuara, Tom¨¢s Navarro Tom¨¢s, Mar¨ªa Moliner, ?ngel Ferrant, Manuel G¨®mez-Moreno, Roberto Fern¨¢ndez-Balbuena, Enrique Lafuente Ferrari y un largo etc¨¦tera. Pensemos que solamente del Museo del Prado, en el transcurso de la guerra, salieron un total de 525 cuadros y las piezas del tesoro del delf¨ªn, y que la labor de recogida, embalaje, almacenamiento, catalogaci¨®n, evacuaci¨®n y protecci¨®n de las obras de arte alcanz¨® a numerosos museos, colecciones, iglesias, archivos y bibliotecas, sin citar las tareas de protecci¨®n de monumentos y de restauraci¨®n. Una empresa de esta envergadura no pudo ser obra de una o pocas personas.
Durante los primeros meses de la guerra el Gobierno republicano intent¨® infructuosamente una centralizaci¨®n efectiva del salvamento y protecci¨®n del tesoro art¨ªstico de los peligros de los bombardeos franquistas y de las destrucciones de iglesias y obras religiosas, frente a la multiplicidad de comit¨¦s locales y partidistas que proced¨ªan a la incautaci¨®n de mansiones, palacios y obras de arte. A esta primera etapa de la pol¨ªtica republicana, marcada por la improvisaci¨®n, corresponde la intervenci¨®n de Mar¨ªa Teresa Le¨®n, labor en la que colabor¨® Rafael Alberti. Pero estos esfuerzos organizativos llevar¨ªan, a principios de abril de 1937, a la constituci¨®n de la junta central y de las juntas delegadas del tesoro art¨ªstico, bajo la presidencia del pintor y catedr¨¢tico Timoteo P¨¦rez Rubio, que llevaba ya varios meses participando en la tarea. A ¨¦l y a sus colaboradores se debi¨® la organizaci¨®n definitiva y eficaz de la protecci¨®n del patrimonio art¨ªstico.
Desde este momento, P¨¦rez Rubio fue el principal responsable de la protecci¨®n y evacuaci¨®n de las obras de Madrid a Valencia, del dep¨®sito en las torres de Serrano y en el colegio del Patriarca. En marzo de 1938, cuando las tropas de Franco amenazaban con partir el territorio republicano en dos, se procedi¨® a la evacuaci¨®n de las obras de Valencia a Barcelona, para en abril volver a trasladarlas al norte de Catalu?a, en los castillos de Figueres y de Peralada y en una mina de La Vajol. En otros dep¨®sitos cercanos se encontraban las obras del patrimonio art¨ªstico catal¨¢n.
Con la batalla de Catalu?a y la toma de Tarragona y Barcelona por las tropas franquistas, las obras de arte corr¨ªan el mayor de los peligros desde el comienzo de la contienda. El Gobierno de la Rep¨²blica, en el caos de la derrota y del ¨¦xodo, carec¨ªa de los medios y tiempo necesarios para poner a salvo el enorme contingente de obras que tan celosamente hab¨ªa protegido durante m¨¢s de dos a?os. A iniciativa del pintor catal¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Sert, se hab¨ªa formado en Par¨ªs un denominado Comit¨¦ Internacional para el Salvamento de los Tesoros Art¨ªsticos Espa?oles, que estaba formado por los directivos de los principales museos de las democracias occidentales. El comit¨¦ internacional envi¨® como delegados al franc¨¦s Jacques Jaujard y al brit¨¢nico Neil MacLaren, que negociaron con el Gobierno republicano un acuerdo, que fue firmado en Figueres el 3 de febrero de 1939 por ?lvarez del Vayo, Miguel A. Mar¨ªn, asesor del ministro del Estado, y P¨¦rez Rubio.
Evacuaci¨®n
El acuerdo de Figueres permiti¨® la evacuaci¨®n a Francia del tesoro art¨ªstico espa?ol, y ¨¦sta se hizo en las peores condiciones imaginables: el ¨¦xodo masivo de los republicanos, el cierre de las fronteras y el bombardeo sistem¨¢tico de las aviaciones franquista e italiana y de la Legi¨®n Condor. La empresa de los conductores y ayudantes de los 71 camiones que consiguieron atravesar la frontera fue toda una odisea. Las obras de arte fueron conducidas a Ginebra y, antes de su dep¨®sito en el palacio de la Sociedad de Naciones, la aduana suiza pudo contabilizar la importancia de lo salvado: 1.868 cajas, conteniendo muchas de ellas numerosas obras, y un peso de casi 140 toneladas. All¨ª estaban, a buen recaudo, todas las obras de Vel¨¢zquez en el Prado, de Ribera, Goya, Murillo, etc¨¦tera; las piezas m¨¢s importantes de El Escorial, la Academia de San Fernando, el palacio Real, los museos de Arte Moderno, L¨¢zaro Galdiano y Cerralbo, de catedrales, iglesias y conventos, de organismos oficiales, de m¨¢s de 20 colecciones privadas, como las de los duques de Sueca y de Alba, etc¨¦tera.
Ante la magnitud de esta empresa, uno no puede menos que preguntarse si la intervenci¨®n de Mar¨ªa Teresa Le¨®n y Alberti no fue sino un emocionante episodio dentro de una amplia tarea de casi tres a?os de un sinn¨²mero de mujeres y hombres que lo dieron todo por salvar el tesoro art¨ªstico de su pa¨ªs. De entre todos ellos destaca la labor concienzuda, continuada y silenciosa de Timoteo P¨¦rez Rubio, a quien Santiago Am¨®n, desde las p¨¢ginas de EL PA?S (9 de agosto de 1977), con motivo de su fallecimiento, calificaba como "el salvador del patrimonio art¨ªstico espa?ol".
De una vez por todas despu¨¦s de haber celebrado este verano en Ginebra el 50? aniversario del salvamento del tesoro art¨ªstico espa?ol ha llegado el momento de que los responsables a pol¨ªtica cultural agradezcan p¨²blicamente a todos los propios o for¨¢neos, intervieron en la empresa de salvamento: a Josep Renau, a Timoteo P¨¦rez Rubio y a los miembros de las Juntas del Tesoro Art¨ªstico, a Jacques Jaujard y a miembros del comit¨¦ internacional, a Mar¨ªa Teresa Le¨®n y a Alberti, a Jos¨¦ Mar¨ªa Sert y a intelectuales, artistas, soldados y t¨¦cnicos que participaron en tan magna empresa.
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