La balanza comercial y las telecomunicaciones
Uno de los m¨¢s graves trastornos que est¨¢ sufriendo nuestro pa¨ªs en su proceso de apertura al exterior, y en particular por su integraci¨®n econ¨®mica en la CE, es el deterioro de su balanza comercial, hasta unos l¨ªmites absolutos y relativos no conocidos hasta ahora.Seg¨²n todos los pron¨®sticos, este deterioro a¨²n no ha tocado suelo y para este a?o que comienza se esperan resultados a¨²n peores.
Una buena parte del mismo seguramente es irremediable, a corto plazo pagable e incluso a plazo largo hasta positivo, como result¨® en su momento este mismo desequilibrio al principio de la d¨¦cada de los sesenta que sigui¨® al plan de estabilizaci¨®n de 1959 y la relativamente importante apertura de la econom¨ªa espa?ola al exterior.
Libertad de elecci¨®n
Desde un punto de vista te¨®rico, incluso se puede afirmar que para los mercados de competencia cuasi perfecta, es decir, b¨¢sicamente los de productos de consumo, es en todo caso inevitable dicho bache comercial y puede que hasta positivo si sirve para animar la competitividad de la industria espa?ola.
Para los productos de consumo, las barreras arancelarias, hoy casi inexistentes, otorgan al consumidor una libertad de elegir productos de importaci¨®n que no ser¨ªa coherente restringir en el vigente modelo econ¨®mico espa?ol, a su vez sujeto al modelo comunitario. En este caso, la ¨²nica v¨ªa razonable para luchar contra el d¨¦ficit comercial es, en ¨²ltima instancia, una pol¨ªtica orientada a la mejora de la competitividad de la industria nacional, ¨²nica v¨ªa a largo plazo (y no tanto la devaluaci¨®n u otros apoyos coyunturales a la exportaci¨®n) de equilibrar la balanza comercial. Pol¨ªtica que tendr¨ªa que orientarse m¨¢s a los factores o input de la producci¨®n (relaciones laborales, finanzas, infraestructuras ... ) que a la producci¨®n en s¨ª misma.
7rodo lo dicho hasta ahora no es sin embargo, aplicable al sector de los bienes de equipo, y menos a¨²n en aquellos casos en que la demanda, lejos de estar atomizada, est¨¢ concentrada y adem¨¢s en manos del Estado.
Al respecto, conviene comenzar por decir que es hoy un lugar com¨²n en Europa, aunque no necesariamente confesable p¨²blicamente, que el proceso de integraci¨®n econ¨®mica, por mucho que avance, tardar¨¢ en afectar a la soberan¨ªa de compras p¨²blicas. Esto es especialmente cierto en sectores estrat¨¦gicos tales como defensa y telecomunicaciones, donde habr¨¢ de pasar mucho tiempo todav¨ªa hasta que cada pa¨ªs no decida por s¨ª mismo y seg¨²n sus particulares conveniencias pol¨ªticas, tecnol¨®gicas, y no al menos a corto plazo, qu¨¦ comprar, a qui¨¦n y bajo qu¨¦ condiciones.
Pues bien, en Espa?a, la decisi¨®n agregada de compra en manos del Estado no s¨®lo es en t¨¦rminos generales muy grande, sino que en defensa y telecomunicaci¨®n es de una autonom¨ªa casi completa. ,
?C¨®mo se utiliza este extraordinario instrumento en nuestro pa¨ªs en este delicado per¨ªodo hist¨®rico?
Seg¨²n los datos de que se dispone, desde luego que no parece que con tendencia muy positiva.
Un ejemplo que ilustra perfectamente la valoraci¨®n anterior es el del sector de las telecomunicaciones.
Hist¨®ricamente, la demanda de telecomunicaciones en Espa?a ha sido atendida en m¨¢s de un 90% por la producci¨®n nacional, con una significativa actividad exterior en la que las importaciones se equilibraban con las exportaciones, representando un 15% de la actividad del sector.
Per¨ªodo hist¨®rico
Este fen¨®meno hist¨®rico se ha dado incluso en per¨ªodos de fuerte crecimiento de la demanda, tal y como sucedi¨® en la d¨¦cada de los setenta, en que el gran crecimiento de la red fue soportado por productos nacionales de tecnolog¨ªa adecuada en todo momento a las necesidades, con balanza comercial positiva.
Por cierto que en este per¨ªodo hist¨®rico, adem¨¢s de atender la demanda de servicios b¨¢sicos e incorporar otros nuevos, con super¨¢vit comercial, se potenci¨® extraordinariamente la estructura industrial y tecnol¨®gica, que incrementa notablemente su capacidad con la incorporaci¨®n de nuevas empresas de capital mixto establecidas en Espa?a de acuerdo con una nueva pol¨ªtica industrial que apost¨® decididamente (y con rotundo ¨¦xito como despu¨¦s se ha comprobado) por el desarrollo simult¨¢neo de los servicios y de la industria proveedora del equipamiento necesario. Con ello no se hac¨ªa sino converger con las pol¨ªticas que siempre se han seguido en este sector en todos los pa¨ªses desarrollados.
Hoy, sin embargo, se asiste con aparente despreocupaci¨®n a un cambio radical en este comportamiento hist¨®rico del sector. As¨ª, para 1988, la producci¨®n nacional apenas alcanz¨® el 75% de la demanda, las importaciones se multiplicaron por dos hasta alcanzar el m¨¢ximo hist¨®rico del 30% de la demanda nacional y la exportaci¨®n cay¨® al m¨ªnimo del 6%.
Para este a?o que acaba determinar las cifras que se esperan son a¨²n peores, ya que la producci¨®n nacional apenas superar¨¢ el 60% de la demanda, en tanto que las importaciones superar¨¢n claramente los 100.000 millones de pesetas, es decir, estar¨¢n por encima del nivel de producci¨®n nacional alcanzado en 1986.
Este ¨²ltimo dato sugiere plantearse que si las ¨²ltimas importaciones (en un per¨ªodo de baja inflaci¨®n) superan la ya importante capacidad industrial espa?ola de hace s¨®lo tres a?os, una estructura productiva de dimensi¨®n equivalente est¨¢ siendo alimentada desde Espa?a en el extranjero.
Si, como parece muy probable, el fuerte crecimiento de la demanda no es un fen¨®meno puntual, sino sostenido al menos durante un buen per¨ªodo de tiempo, quiz¨¢ se est¨¢ desaprovechando una oportunidad hist¨®rica de potenciar la industria espa?ola, crear empleo de manera importante, conformar una respuesta tecnol¨®gica nacional a la altura de las circunstancias y, c¨®mo no, no ayudar al desequilibrio de la balanza comercial si ello no s¨®lo no es necesario, sino tampoco conveniente.
Evitar desajustes
Articular una adecuada pol¨ªtica industrial que evite los desajustes actuales y potencie las estructuras industriales y tecnol¨®gicas nacionales al tiempo que atienda el importante desaf¨ªo de dar respuesta a las demandas de servicios de comunicaci¨®n presentes y futuras no es, desde luego, f¨¢cil. Pero tampoco demasiado dificil.
Basta regresar a la planificaci¨®n estrat¨¦gica y operativa de servicios, suministros y tecnolog¨ªas, y exigir de las estructuras industriales involucradas respuestas coherentes. En definitiva, se trata de converger hacia los modos de comportamiento de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de nuestro entorno as¨ª como hacia nuestra propia historia reciente, que tan buenos resultados ha venido ofreciendo.
De lo contrario, para final de siglo ros podemos encontrar con un nuevo y quiz¨¢ irremediable desequilibrio estructural interno entre una importante demanda sectorial de telecomunicaciones y una oferta industrial anquilosada. Todo ello en beneficio de nuestros pa¨ªses vecinos, que ya est¨¢n aprovechando ¨®ptimamente para su potenciaci¨®n industrial el tir¨®n del mercado espa?ol.
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