El jard¨ªn japon¨¦s
EN UN pa¨ªs como Jap¨®n, en el que los jardines son siempre fruto de la composici¨®n de delicados rompecabezas, la operaci¨®n de constituir Gobiemo tras las elecciones que volvieron a dar la victoria al Partido Liberal Dem¨®crata (PLD) ha sido un complicado ejercicio de poda e injerto. Para ser ratificado como primer ministro, Toshiki Kaifu ha tenido que superar la desventaja de una debilidad pol¨ªtica inherente a su condici¨®n de jefe de la fracci¨®n m¨¢s peque?a de las cinco que componen el PLD. Despu¨¦s de ser el art¨ªfice de la renovada mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara baja se ha visto obligado a pactar con grupos de sus correligionarios para mantenerse en el poder y para defenderse de las maniobras de los corrompidos barones del aparato, pese a estar a salvo de los esc¨¢ndalos financieros y de moralidad p¨²blica que en a?o y medio hab¨ªan forzado la dimisi¨®n de tres primeros ministros de su propio partido.Parad¨®jicamente, la victoria de los conservadores en las urnas fue acogida con el desplome de la Bolsa de Tokio durante tres d¨ªas consecutivos. Lo hab¨ªa provocado el tipo de inter¨¦s -que el Gobierno se empe?aba en mantener artificialmente bajo- y el temor a un despegue de la inflaci¨®n forzado por el incremento de liquidez del mercado monetario, la escalada de precios en el sector inmobiliario y lo que se prev¨¦ como probable alza indiscriminada de salarios. Es probable que el Gobierno japon¨¦s se vea obligado a subir la tasa de inter¨¦s para revaluar el yen y responder as¨ª a las expectativas de un mercado que no tiene por qu¨¦ funcionar desequilibradamente en una econom¨ªa cuya salud es sustancialmente buena. Por de pronto, la confirmaci¨®n de Kaifu como primer ministro produjo un principio de recuperaci¨®n de la Bolsa de Tokio, que le conced¨ªa as¨ª un margen de confianza en espera de que tomara las medidas necesarias para favorecer el alza del mercado.
La estabilidad del Gobierno y la recuperaci¨®n de los mercados financieros le son esenciales a Kaifu para la proyecci¨®n japonesa hacia Estados Unidos y la CE. Nada m¨¢s enterarse de la confirmaci¨®n del primer ministro japon¨¦s, el presidente Bush le invit¨® a viajar a California para tratar de "asuntos globales de inter¨¦s mutuo" a lo largo del pasado fin de semana. Las relaciones entre ambos pa¨ªses atraviesan un momento dif¨ªcil y Bush quiere encarrilarlas r¨¢pidamente, antes de su encuentro con Gorbachov, en junio, y de la consolidaci¨®n del proceso de unificaci¨®n alemana. Nadie esperaba resultados espectaculares del encuentro y, por consiguiente, a nadie ha sorprendido que no se haya ido m¨¢s all¨¢ de p¨ªas recomendaciones a los norteamericanos de que consuman menos, y a los japoneses, de que importen m¨¢s. Evidentemente, no iba a ser posible que de golpe se acordaran f¨®rmulas para corregir el super¨¢vit comercial de Jap¨®n respecto de EE UU (49.000 millones de d¨®lares), pero al menos era necesario convencer a Tokio de que su condici¨®n de superpotencia comporta responsabilidades econ¨®micas, es decir, que no se puede seguir tolerando indefinidamente que un gigante econ¨®mico mantenga arbitrariamente barreras arancelarias.
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