Que sepan los chilenos
CHILE RECUPER? ayer la libertad. El presidente electo, Patricio Aylwin, recibi¨® la banda presidencial ante la mirada del dictador Pinochet, cuya ¨²ltima obsesi¨®n es la de cubrir con un manto de honorabilidad su sombr¨ªo pasado. Vario intento: numerosos presidentes europeos y latino americanos subrayaron su desprecio al tirano con la deliberada ausencia en esa parte de la ceremonia. Doblemente vano cuando el propio Pinochet hizo aprobar una ley por la que se impedir¨¢ al Parlamento electo investigar las actuaciones del r¨¦gimen entre aquel siniestro 11 de septiembre de 1973 y este 11 de marzo de la esperanza. Casi 17 a?os de secuestro de la voluntad popular. Que sepan los chilenos que en este viejo pa¨ªs de Europa sabemos de esos a?os de humillaci¨®n y compartimos con ellos su deseo de desembarazarse de la herencia de: ese corrupto militar que se confiesa admirador de Franco.Patricio Aylwin asume la presidencia gracias al apoyo de todos los partidos que, desde la izquierda hasta el centro-derecha, se unieron para posibilitar una transici¨®n pac¨ªfica. Ha sido un largo proceso, uno de cuyos hitos fundamentales fue el refer¨¦ndum de octubre de 1988, en el que los chilenos dijeron mayoritariamente no a la continuaci¨®n del dictador en el poder. Con la victoria en la consulta alteraron todos los planes de Pinochet, forzaron las elecciones de diciembre y derrotaron a su candidato.
Es cierto que, como jefe supremo del Ej¨¦rcito, el general Pinochet, querr¨¢ seguir vigilando la democracia, y que incluso se ha permitido amenazar con volver a hacer lo que hizo si considera que la sangrienta lecci¨®n que imparti¨® no ha sido aprendida. Las democracias, sin embargo, se fortalecen con su pr¨¢ctica y, como ocurriera en la transici¨®n espa?ola, la din¨¢mica social ofrece salidas para las trampas de quienes cre¨ªan haberlo dejado todo bien atado.
La victoria electoral de diciembre fue posible, en medida considerable, por la generosidad de la izquierda. Quienes fueron las principales v¨ªctimas de la dictadura supieron comprender que la cesi¨®n de protagonismo a los sectores m¨¢s moderados de la oposici¨®n -incluidos quienes convivieron pac¨ªficamente con Pinochet y hasta colaboraron con ¨¦l en los primeros a?os de su r¨¦gimen- era condici¨®n necesaria para facilitar una transici¨®n pac¨ªfica. El buen sentido exige ser consecuentes con esa pol¨ªtica, renunciando a aventuras rupturistas que en las actuales condiciones s¨®lo servir¨ªan para retrasar el proceso de institucionalizaci¨®n democr¨¢tica. Pocos son los finales de dictadura que se producen con la limpieza del bistur¨ª en un quir¨®fano. Siempre quedan en el armario fantasmas del pasado, peque?as traiciones y cobard¨ªas. La grandeza de un pueblo est¨¢ en su capacidad de superarlos. Feliz regreso a la racionalidad pol¨ªtica.
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