Cuando ya no quedan enemigos
Miles de j¨®venes de la RDA desertan o queman sus cartillas militares
Kurt Hager, ex m¨¢ximo ide¨®logo de la gerontocracia que gobern¨® Alemania Oriental (RDA) hasta el oto?o pasado, cuando afloraron las; primeras manifestaciones de descontento, efectu¨® unas declaraciones en las que defend¨ªa la existencia del Estado comunista alem¨¢n, afirmando que si perd¨ªa su condici¨®n marxista-leninista, la RDA no ten¨ªa raz¨®n para existir. Las dos instituciones sobre las que se sosten¨ªa aquel Estado, el Ej¨¦rcito y los servicios secretos, as¨ª lo atestiguan. La Volksarmee se desmorona como un castillo de naipes, y la red de espionaje, la m¨¢s efectiva del bloque comunista, ha sido desmantelada.
La Volksarmee (el Ej¨¦rcito Popular) de la RDA se est¨¢ desintegrando. El propio ministro de Defensa, Theodor Hoffman, ha admitido que al menos 1.000 soldados hab¨ªan desertado y que algunos reclutas se negaban a cumplir las ¨®rdenes del marido. Sin embargo, la crisis del que fuera el Ej¨¦rcito m¨¢s disciplinado y mejor equipado del Pacto de Varsovia, parece mucho m¨¢s profunda. Fuentes del espionaje occidental aseguran que la cifra de cerca de 180.000 soldados te¨®ricamente en activo ha quedado reducida a la mitad a causa de las deserciones y, de la negativa de numerosos j¨®venes a al servicio militar.Miles de alemanes orientales han quemado p¨²blicamente sus cartillas militares en Berl¨ªn Oriental y otras ciudades de la RDA. Parafraseando) a Hager los Ej¨¦rcitos de Polonia, Hungr¨ªa o Checoslovaquia siguen siendo ej¨¦rcitos nacionales, tienen un sentido, mientras que la Volksarmee ya no representa nada, ha perdido a su enemigo y nadie puede imaginarse un enfrentamiento armado interalem¨¢n.
Lo que queda del Estado no sabe bien a qu¨¦ atenerse. Hoffman, un coronel que se convirti¨® en ministro de Defensa despu¨¦s de que su antecesor acabara en la c¨¢rcel por corrupci¨®n, acusado de utilizar aviones militares para sus desplazamientos privados y de construirse suntuosas mansiones a cargo del presupuesto nacional, habla de los compromisos adquiridos con el Pacto de Varsovia, pero ya sabe que en Mosc¨² no se cuenta con ellos. Ni siquiera cuando neg¨® que las deserciones hubieran reducido el Ej¨¦rcito a la mitad lo dijo con convicci¨®n, y enseguida admiti¨® que la situaci¨®n "era muy dif¨ªcil", que hab¨ªa "baja moral" entre las tropas y, lo que es m¨¢s significativo, que numerosos militares profesionales de la RDA hab¨ªan pedido su ingreso en la Bundeswehr, el Ej¨¦rcito de la RFA. "Esto debe ser tan desagradable pare ellos como para nosostros", se lament¨®; "despu¨¦s de todo, una deserci¨®n es una deserci¨®n". Una tragedia para un Ej¨¦rcito que se sabe heredero de la tradici¨®n prusiana y que sigue marcando el paso de la oca en los desfiles.
Cubrir huecos
Las informaciones que llegan de los cuarteles indican que no s¨®lo muchos reclutas no comparecen, sino que quienes lo hacen se niegan a participar en ejercicios militares, en especial aquellos que se hacen en combinaci¨®n con los cerca de 380.000 soldados de las fuerzas de ocupaci¨®n sovi¨¦ticas, y a cumplir las ¨®rdenes de sus superiores. Otros cuerpos militares han sido destinados, simplemente, a cubrir los huecos dejados por los civiles que han emigrado a Occidente, y no es inusual ver a soldados conduciendo autobuses, ambulancias o recogiendo basura.
Los soldados se quejan tambi¨¦n de las dur¨ªsimas condiciones de vida de los cuarteles. La vida espartana que propugna la tradici¨®n prusiana se combina con la falta de medios financieros para atender las necesidades personales de los soldados, que viven en cuarteles sin calefacci¨®n ni medios higi¨¦nicos esenciales. Los soldados, presas del sarampi¨®n democr¨¢tico que sopla por el pa¨ªs, no han tardado nada en crear una asociaci¨®n de defensa de sus intereses. A la vieja casta militar se le retuercen las tripas.
Pero si los alemanes orientales se quejan de sus condiciones, el ejemplo de c¨®mo viven los sovi¨¦ticos estacionados en su pa¨ªs les deber¨ªa hacer recapacitar. Las tropas del Ej¨¦rcito Rojo se amontonan en ruinosos cuarteles sin las m¨¢s m¨ªnimas condiciones de habitabilidad. Incluso desde el exterior el aspecto de barraquismo es evidente. Compuestas en su mayor¨ªa de miembros de las minor¨ªas asi¨¢ticas de la URSS, kazakos, turkmenos y azer¨ªes, son completamente despreciados por la poblaci¨®n local y obligados a vivir en su gueto.
La opini¨®n p¨²blica, adem¨¢s, ha empezado a mostrar abiertamente su oposici¨®n a la permanencia de estas tropas. Todo lo contrario de lo que sucede en la RFA, donde las tropas de ocupaci¨®n norteamericanas, francesas y brit¨¢nicas ser¨¢n a?oradas en algunos lugares cuando se vayan. Los sovi¨¦ticos, sin embargo, no aportan m¨¢s que su presencia inc¨®moda y una factura que corre a cargo de Berl¨ªn Oriental, un tema, este ¨²ltimo, que fue presentado por el l¨ªder sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, al canciller Helmut Kohl cuando ¨¦ste visit¨® Mosc¨² recientemente. "Se har¨ªan ustedes cargo de la factura", le vino a decir Gorbachov a Kohl.
Las manifestaciones contra la presencia soovi¨¦tica han empezado a ser habituales. Recientemente, un grupo de manifestantes se congreg¨® ante la Embajada de la URSS en Berl¨ªn Oriental contra la llegada de un escuadr¨®n de helic¨®pteros a la base de carros de combate de Prenzlau, que hab¨ªa sido desmantelada y evacuada por Mosc¨², siendo declarada, "una ciudad de paz y desarme".
El KGB recluta a los hombres de la Stasi
El KGB, el notorio servicio de informaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se ha adelantado a sus colegas occidentales. Todas las fuentes coinciden en afirmar que la red de espionaje de la RDA, tanto la exterior como los elementos m¨¢s calificados de la polic¨ªa pol¨ªtica (Stasi), que se ocupaban de la seguridad interna, est¨¢n siendo reciclados por Mosc¨², que se ha apresurado a rescatarlos antes de la temida fecha de las elecciones.Borin, Londres y Washington han llegado tarde. El hombre que hizo caer al canciller Willy Brandt a ra¨ªz del notorio caso Guillaume y que dirigi¨® el servicio de espionaje de la RDA durante 30 a?os, hasta su retiro en 1987, Marcus Misha Wolf, desapareci¨® de su pa¨ªs hace ya m¨¢s de un mes y, pese a las declaraciones de altos cargos del Gobierno, a¨²n no ha vuelto ni parece que lo vaya a hacer. Wolf, aseguran fuentes diplom¨¢ticas, se est¨¢ encargando de reciclar a los mejores agentes secretos que trabajaban para la red de espionaje del Kremlin. Los servicios secretos occidentales han tenido muy poco ¨¦xito en captar esp¨ªas que hubieran tenido acceso a los altos estratos del KGB. Tan s¨®lo el caso de Schalk-Golodkowski, el corrupto traficante de armas y divisas del viejo r¨¦gimen, parece haber salido bien. Tras unas semanas en la prisi¨®n de Berl¨ªn Occidental, ha desaparecido del mapa.
El lunes, la declaraci¨®n de Werner Fisher, un funcionario encargado de revisar el desmantelamiento de estos servicios, as¨ª lo dio a entender. "El problema es que no sabemos d¨®nde est¨¢n y que, adem¨¢s, muchos de ellos no eran ni siquiera ciudadanos de la RDA", dijo refiri¨¦ndose a los 4.000 miembros que integraban los servicios de informaci¨®n exterior. Otro tanto parece haber sucedido con los expertos en electr¨®nica y escucha de la temida Stas?. Mosc¨² necesita trasladar los centros de informaci¨®n que ten¨ªa en la RDA a territorio m¨¢s seguro. All¨ª han encontrado empleo sus actuales servidores.
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