Eficacia del control y control de la eficacia

Desde hace tiempo se viene produciendo una sorda lucha entre diversos sectores de la Administraci¨®n acerca del control de las actuaciones de los poderes p¨²blicos. Ese conflicto, m¨¢s o menos latente, ha pasado por diversos episodios, llegando en la actualidad a esgrimirse como el elemento desencadenante en la huelga de celo de los interventores del Estado.Por un lado parece plantearse la oportunidad de ampliar el concepto de control desde el ya cl¨¢sico de legalidad a un campo en el que sea posible plantearse la eficacia de los actos administrativos, examinando los resultados de la pol¨ªtica seguida, su relaci¨®n con los objetivos planteados y los efectos o impactos producidos sobre los problemas que se pretend¨ªan resolver para as¨ª facilitar una mejor adecuaci¨®n de las futuras actuaciones. Desde otra perspectiva parece que esas nuevas orientaciones se observan con preocupaci¨®n, y se pretende ampliar el actual campo de competencias realmente ejercidas por parte de los interventores, a un. terreno m¨¢s de valoraci¨®n sobre la oportunidad de la actuaci¨®n administrativa y de valoraci¨®n sobre la eficacia obtenida.

Desde la primera de las perspectivas adoptadas el protagonista del control de la eficacia deber¨ªa ser el gestor del gasto, es decir, el responsable de la actuaci¨®n p¨²blica sujeta a escrutinio. Desde el otro lado se argumenta que ello provoca una confusi¨®n entre los campos propios de la gesti¨®n y el control, impidiendo una correcta valoraci¨®n de la asignaci¨®n de los recursos p¨²blicos. En esa pugna, llena de cautelas y interrogantes, ante lo que unos temen que se convierta en una traba m¨¢s que dificulte la tarea y la capacidad de decisi¨®n de los gestores p¨²blicos, y lo que los otros sienten como amenaza a la centralidad de su posici¨®n en el funcionamiento de la Administraci¨®n p¨²blica, se pierde el sentido final de lo que se debate: que la Administraci¨®n p¨²blica espa?ola sea m¨¢s capaz de dar respuesta eficaz y eficiente a los problemas que tiene planteados nuestra sociedad.

Volvemos a observar c¨®mo de la l¨®gica de la resoluci¨®n de problemas se pasa a la l¨®gica de la delimitaci¨®n de competencias. Nuevamente observamos c¨®mo el debate se desplaza del qu¨¦ al qui¨¦n. Existe muy poca literatura en Espa?a sobre qu¨¦ quiere decir hoy por hoy control de la eficacia de las actuaciones de los poderes p¨²blicos, c¨®mo medir resultados si apenas se determinan objetivos, o cuando se hace resultan de una tal ambig¨¹edad o incluso multiplicidad que no permiten estructurar par¨¢metros fiables de gesti¨®n. El debate sobre la evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas est¨¢ por hacer. Si en ciertos campos algo se ha hecho sobre indicadores de actividad, apenas si existen experiencias sobre c¨®mo incorporar a los clientes o receptores de las pol¨ªticas de actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos en la valoraci¨®n final sobre lo conseguido.

En definitiva, la pugna ha vuelto a planear r¨¢pidamente sobre el casting de la pel¨ªcula, cuando a¨²n nadie sabe muy bien de qu¨¦ va el gui¨®n. ?Con qu¨¦ par¨¢metros, con qu¨¦ instrumentos y con qu¨¦ habilidades previas se va a realizar ese control de eficacia, si muy poco se sabe de la foto de partida, y mucho menos de la foto de llegada? ?No ser¨ªa mejor plantearse c¨®mo avanzar en esas l¨ªneas antes de discutir el perfil del protagonista?