Ind¨ªgenas en la tribu urbana
Representantes de 88 culturas amerindias desembarcan en Madrid para tomar la ciudad durante tres d¨ªas
A Madrid le han salido 88 nuevas culturas en 72 horas. Durante tres d¨ªas, la sombra de 40 millones de amerindios ha seguido el ritmo de sus tribus urbanas. Yuppies y quechuas, rockers y brunkas, koyas y obreros en el Metro. En nombre del V Centenario, miembros del Consejo Mundial de los Pueblos Ind¨ªgenas se han reunido con organizaciones no gubernamentales para hablar de medio ambiente, desarrollo y cooperaci¨®n.
"No,no, nada, nada, el pueblo ind¨ªgena es el descendiente de aquellos a los que se les arrebat¨® la tierra y que ahora no tienen acceso al Gobierno", insiste Rodrigo Contreras, de origen ecuatoriano y coordinador del citado consejo mundial. Para recuperar el ritmo de su propia historia, que discurre paralela a la que se cuenta en los libros de historia, los l¨ªderes de las organizaciones ind¨ªgenas que existen en Suram¨¦rica y Centroam¨¦rica han aterrizado en la Espa?a de las autonom¨ªas y la autodeterminaci¨®n.Llegan a Madrid, se patean despachos administrativos y, en un sal¨®n de reuniones habilitado por la Sociedad Estatal Quinto Centenario, condenan la celebraci¨®n "del llamado Descubrimiento de Am¨¦rica". Se han trasladado al coraz¨®n del reino, han seguido el juego de las cuatro esquinas en una mesa oficiar y han debatido sobre 1992. En la recepci¨®n del hotel Carlos V, estrenando la noche madrile?a, el ind¨ªgena mexica que asiste a las jornadas dice: "?Madrid ciudad cultural?, ?a qu¨¦ cultura se refieren?". En Am¨¦rica Latina existe casi un centenar de culturas ind¨ªgenas vivas y organizadas.
Horas antes han sido irreverentes en uno de los templos oficiales al decir en alto que "se desconoce el concepto de descubrimiento, ya que para la percepci¨®n ind¨ªgena no es m¨¢s que una invasi¨®n, conquista, colonizaci¨®n, genocidio, asimilaci¨®n e intentos de integraci¨®n".
A la una de la madrugada, cervezas en mano, termina el juego de desprop¨®sitos, en el que los "invadidos" se han convertido por unos d¨ªas en "invasores", discuten conceptos europeos que siempre tuvieron claros (como el fen¨®meno de la ecolog¨ªa) y ense?an a los ciudadanos c¨®mo ser un verdadero ind¨ªgena. Inmediatamente despu¨¦s de la medianoche vuelven a los aposentos de un hotel que se levanta en plenas v¨ªsceras de Preciados.
El mar que amasa a la gente
Entre los asistentes hay negociadores que hablan de arquitectura y comparan Madrid con Lima y Bogot¨¢, mientras el ambiente urbano les recuerda el "cosmopolitismo que se respira en Buenos Aires". Los hay, en cambio, quienes ven la city por vez primera y reflexionan sobre ese "mar que zarandea a la gente y la amasa" que es el Metro.
Julio Dixon, representante de la Coordinadora Regional de Pueblos Indios, dice que, en principio, un madrile?o no podr¨ªa formar parte de esta agrupaci¨®n ¨¦tnica porque son conceptos culturales incompatibles. Para ser ind¨ªgena hay que tener una percepci¨®n arm¨®nica del tiempo, vivirlo como un todo, "y aqu¨ª parece que lo miden con una regla y a presi¨®n".
Para Eleuterio Ram¨ªrez, de Per¨², las tribus no pueden ser urbanas en el sentido m¨¢s estricto ? del concepto, ya que el pueblo ind¨ªgena se define por su tierra arrebatada y, "en cuanto vive en una ciudad y es asalariado, pasa a ser obrero y organizarse en otro tipo de estructuras". Por ejemplo, en Guatemala, de nueve millones de habitantes el 65% son indios. M¨¢s de seis millones son campesinos, que trabajan una tierra concentrada en las manos del 2% de la poblaci¨®n.
Aunque entiende que lo que tienen de ind¨ªgena ciertos urban¨ªcolas madrile?os son las relaciones alternativas que mantienen con el poder y su escasa participaci¨®n en el proceso productivo.
Unos punks se magrean en una esquina de la plaza de Col¨®n, mientras el guaran¨ª va a pie al centro para terminar la noche.
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