La RDA y Europa
LAS ELECCIONES que se celebran hoy en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) centran buena parte de la actualidad pol¨ªtica europea. En ellas se van a manifestar, por primera vez despu¨¦s de d¨¦cadas de opresi¨®n, las preferencias electorales de los ciudadanos de gran parte de Alemania. ?Surgir¨¢n novedades imprevistas? En todo caso, sus resultados determinar¨¢n el ritmo y los mecanismos de la unificaci¨®n alemana. Por otra parte, estas elecciones afectan de modo directo a la vida pol¨ªtica de Alemania Occidental. Cada partido de la RFA ha apadrinado a un partido o coalici¨®n de los que est¨¢n en liza en la consulta de la RDA. La campa?a electoral se ha hecho con la participaci¨®n decisiva de los l¨ªderes occidentales, desde Kohl hasta Brandt.La primera gran duda es saber si vencer¨¢ en la contienda la coalici¨®n derechista Alianza para Alemania, apoyada por Kohl, o el partido socialdem¨®crata. A la luz de los sondeos, la primera hip¨®tesis es poco probable. La RDA abarca regiones con una relativa mayor¨ªa protestante, donde el catolicismo tiene un peso menor que en la RFA, y ello se traduce en mayores dificultades para las fuerzas pol¨ªticas confesionales. Pero el factor m¨¢s negativo para la Alianza es m¨¢s prosaico: su principal l¨ªder, el candidato a jefe de Gobierno, Wolfgang Schnurr, result¨® ser un informador de la polic¨ªa pol¨ªtica comunista, reconociendo su culpa. Este caso refleja adem¨¢s un fen¨®meno general: en tiempos de Honecker exist¨ªa un partido sat¨¦lite democristiano, que actuaba al dictado de los comunistas y del que han salido muchos de los actuales cuadros de la nueva derecha. ?sta podr¨¢ salir bien parada solamente si el voto conservador se realiza pensando en una unidad alemana inmediata que les integre en el partido dirigido por el canciller Kohl.
El caso es distinto con respecto a la socialdemocracia. Por fuerte que haya sido el apoyo de figuras occidentales como Brandt, Lafontaine y Schmidt, lo cierto es que la socialdemocracia -que se ha reorganizado despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1989- tiene su propia personalidad, con un nuevo l¨ªder, Ibrahim Boehme, candidato a canciller con buenas perspectivas. Todos los sondeos -si bien en unas primeras elecciones su fiabilidad no es muy grande- dan como vencedora a la socialdemocracia. Hay dudas sobre las proporciones del ¨¦xito, sobre si lograr¨¢ la mayor¨ªa absoluta.
Otro rasgo de la RDA -que difiere del clima de Hungr¨ªa y de otros pa¨ªses- es que los antiguos comunistas, con un nuevo l¨ªder, el abogado Gysi, y un nuevo nombre, Partido del Socialismo Democr¨¢tico, parecen conservar cierta influencia. Han roto de manera particularmente radical con su pasado y coinciden con la socialdemocracia en preconizar una unificaci¨®n no precipitada; un proceso de fusi¨®n de las dos Alemanias, no una absorci¨®n de la RDA por la RFA.
La unidad alemana es aceptada hoy por el conjunto de Europa. Pero pa¨ªses como Francia, la URSS y Polonia consideran decisivo que se encuadre en un proceso de unidad europea y en un nuevo sistema de seguridad a¨²n no elaborado. Es inminente la conferencia de dos m¨¢s cuatro (las dos Alemanias, m¨¢s EE UU, la URSS, Francia y el Reino Unido). Posteriormente se celebrar¨¢ Helsinki 2, con la participaci¨®n de todos los pa¨ªses europeos, para tratar de dar al continente una estructura de seguridad. Si triunfase la socialdemocracia en las elecciones de la RDA, prevalecer¨ªa por la parte alemana un enfoque m¨¢s pausado y razonable de la unificaci¨®n. El porvenir ser¨ªa m¨¢s sombr¨ªo, sin duda, si las urnas indicasen el auge de las corrientes nacionalistas.
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