Una herida abierta
Creadores de sombras
Direcci¨®n: Roland Joff¨¦. Gui¨®n:
Bruce Robinson. Fotograf¨ªa: Vilmos Zsigmond. M¨²sica: Ennio Morricone. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Paul Newinan, Dwight Schultz, Bonnie Bedelia, Nastasha Richardson, John Cusack. Estreno en Madrid: Azul, Luchana y, en versi¨®n original subtitulada, Lumiere y Duplex.
Estamos ante un caso curioso de pel¨ªcula que, sin ser buena, su visi¨®n resulta hoy imprescindible e incluso fascinante. La paradoja es aparente: ciertamente el filme es tan s¨®lo brillante, como mucho correcto -bien interpretado, sobre todo por el desconocido Dwight Schultz, que encarna a Oppenheimer- e incluso a ratos emocionante. Y nada m¨¢s. Pero esto en ¨¦l es casi lo de menos.Lo de m¨¢s es que Creadores de sombras es una pel¨ªcula que, aunque con el bistur¨ª mellado, hurga con explicitud en una herida, lejana, pero que sigue abierta, viciando el origen de nuestro tiempo (el desencadenamiento por cient¨ªficos, y su apropiaci¨®n por pol¨ªticos, de las incalculables fuerzas destructivas que duermen bajo la armon¨ªa de la naturaleza) y que esta herida es tab¨², una zona en gran parte todav¨ªa secreta de nuestro subsuelo hist¨®rico y an¨ªmico. Un tercer elemento cierra el c¨ªrculo del filme: tan grave herida est¨¢ hoy casi olvidada y son pocos quienes conocen el nombre de Oppenheimer y sus estremecedoras resonancias.
El filme nos devuelve por ello recuerdos que es imprescindible mantener vivos en la memoria colectiva. Creadores de sombras no es una pel¨ªcula importante, pero hab¨ªa que hacerla.
Su dignidad ¨¦tica le redime de la falta de genio. Hay exactitud hist¨®rica en su entramado argumental y sus personajes son creibles, aunque solo veamos de ellos su epidermis. Habitaron estos fantasmas del pasado un infierno real, existente, aunque en su resurrecci¨®n, a Joff¨¦ le ha salido m¨¢s bien un limbo intemporal. Pero -insistimos- el filme entreabre puertas hasta ahora cerradas a cal y canto y hace entrar un chorro de aire limpio en una estancia enrarecida del subsuelo del mundo.
Lo que late vivo bajo este filme muerto es la ir¨®nica paradoja de que desempolva un asunto de hoy, hibernado entre polillas de archivos inconfesables. De ah¨ª que el valor did¨¢ctico compense en Creadores de sombras a la endeblez est¨¦tica.
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