La ¨®pera regresa a la selva amaz¨®nica
En el recuperado teatro Amazonas de Manaos, Pl¨¢cido Domingo cantar¨¢ 'Carmen', de Bizet
En el coraz¨®n de la selva, al lado mismo de donde se juntan el r¨ªo Negro y el Solim?es para formar el gigantesco Amazonas, en medio de los gritos de quienes ped¨ªan "¨®pera para el pueblo" y "abajo los maraj¨¢s", a pesar de los fallos t¨¦cnicos y de un p¨²blico maleducado, el mito se ha convertido en realidad. El teatro de la ¨®pera de Manaos, que dio pie a la leyenda de Fitzcarraldo, abri¨® de nuevo sus puertas en la noche del s¨¢bado pasado.
La ¨®pera vuelve a la selva del Amazonas, despu¨¦s de una interrupci¨®n que dur¨® 80 a?os. Para el pr¨®ximo d¨ªa 29 est¨¢ prevista la representaci¨®n de Carmen, con el tenor espa?ol Pl¨¢cido Domingo en el papel de Don Jos¨¦. El director general de la ¨®pera, Fernando Bicudo, tiene en marcha un ambicioso programa de ¨®pera, con Tancredi, de Rossini; La Traviata, de Verdi; Lohengrin, de Wagner; Orfeo, de Gluck, y hasta el estreno mundial de El reino de las amazonas, basada en un manuscrito in¨¦dito de Mozart. Bleudo piensa que en la era Acuario la cultura puede dinamizar, sin conlaminar, la econorn¨ªa de la regi¨®n amaz¨®nica con el reabierto teatro como factor de impulso.El caucho
Fue una org¨ªa de lentejuelas, una procesi¨®n de esm¨®quines, se?oras emperifolladas y se?ores tiesos, que por unas horas revivieron, en aquel marco anacr¨®nico y con una carga entre cursi y decadente, el esplendor de Manaos. Fue a Finales del pasado siglo y cornienzos del actual,, cuando corr¨ªa el dinero, producto de la explotaci¨®n del oro blanco, el caucho. Por eso se dice ahora que el Teatro Amazonas riaci¨® de un ¨¢rbol, el que produce el caucho, origen de la riqueza de Manaos en aquella ¨¦poca.
Con mayor rapidez que la fiebre del oro blanco lleg¨® la decadencia. En Extremo Oriente se produc¨ªa m¨¢s cantidad, m¨¢s deprisa y m¨¢s barato el caucho. Manaos entr¨® en decadencia, y con la ciudad, el teatro, que se convirti¨® durante alg¨²n tiempo en almac¨¦n de gasolina y hasta en cancha para partidos de f¨²tbol sala. Ahora la locura tipo Fitzcarraldo se ha convertido de nuevo en realidad. A pesar de los tiempos de crisis, en un proceso que dur¨® algo m¨¢s de dos a?os, el Teatro Amazonas ha quedado restaurado con un coste de 10 millones de d¨®lares (110 millones de pesetas al cambio actual).
La inauguraci¨®n, en la noche del s¨¢bado no fue un ¨¦xito. No pudo empezar peor, pero este mal comienzo no puede empa?ar la fabulosa empresa de devolver la ¨®pera a la selva, como si de nuevo los tiempos del esplendor del caucho hubiesen retornado, cuando en realidad los nubarrones de una feroz recesi¨®n se ciernen sobre Brasil y amenazan especialmente a Manaos y su zona franca, que en los ¨²ltimos a?os sirvi¨® de lenitivo para la crisis.
A la presentadora se le hac¨ªa la boca agua al definir el teatro como "pulm¨®n cultural del Amazonas", y al mismo tiempo llegaron a las butacas los gritos de la calle enfurecida. A la puerta del teatro dos centenares de personas coreaban enfurecidas: "?El pueblo es quien pag¨® y el rico quieri entr¨®!" y "teatro inaugurado y el pueblo explotado". No faltaron los gritos de "?abajo los maraj¨¢s!". En la mitolog¨ªa actual brasile?a, maraj¨¤ es el concepto que define al funcionario p¨²blico que se enriquece con sueldos y privilegios enormes. La polic¨ªa carg¨® para disuadir a los m¨¢s revoltosos, y docenas de manifestantes respondieron al grito de "la plaza es del pueblo". No falt¨® ni siquiera la actuaci¨®n de una cr¨ªtica musical, emperifollada y entrada en carnes, que, v¨ªctima repentina de una especie de esquizofrenia por estar sentada dentro y sentir que su coraz¨®n estaba fuera, sali¨® para arengar a manifestantes y polic¨ªas. Dijo la se?ora a los polic¨ªas que "vosotros tambi¨¦n sois pueblo y no ten¨¦is que reprimir". A los manifestantes les explic¨® que "yo estoy dentro, pero en realidad estoy fuera con vosotros"; les prometi¨® conseguir que se abrieran las puertas del teatro para el pueblo y sigui¨® con una mezcla de discurso en favor de la ecolog¨ªa y la defensa de los ind¨ªgenas del Amazonas.
En medio de este clima de acontecimiento, en el interior del teatro se suced¨ªan los desastres en el deb¨². Cuando los dos primeros bailarines del ballet de R¨ªo de Janciro culminaban un dif¨ªcil movimiento de la pieza El bosque amaz¨®nico, de Villa-Lobos, fall¨® el sonido y se quedaron parados, en silencio y en espera de la m¨²sica, que no lleg¨®. Cay¨® el tel¨®n.
Ni estos fallos ni un p¨²blico que entraba y sal¨ªa de la sala y hablaba sin el menor recato en medio de las actuaciones pueden mancillar la tarea de rescatar para la ¨®pera el Teatro Amazonas de Manaos. El poeta Thiago de Mello escribe que "el Teatro Amazonas naci¨® de un ¨¢rbol. Uno de los ¨¢rboles m¨¢s lindos de nuestro bosque. De noche, incluso sin luna, sus hojas brillan como si fuesen estrellas". Es el ¨¢rbol del caucho, que un d¨ªa sembr¨® de oro la regi¨®n. Para Thiago de Mello, "el Teatro Amazonas es el fruto m¨¢s bello de ese ¨¢rbol, fruto del delirio: el delirio del caucho". Delirio, locura y esplendor, pero conviene no olvidar la advertencia del poeta: la locura es asunto de grandeza. Y grandeza es la cosa que nadie puede negar a nuestro teatro".
Cuando "llov¨ªa el dinero" del esplendor del caucho, se inici¨® la construcci¨®n del teatro, que el 31 de diciembre de 1896 se inaugur¨® con trozos de ¨®peras, hasta que el 7 de enero siguiente se represent¨® La Giocolda, de Ponchinelli. Los materiales empleados en el teatro eran telas de Alsacia, m¨¢rmoles de Carrara, piedra de Portugal, porcelana china, candelabros y espejos de cristal de Venecia y balaustradas de hierro fundido de Inglaterra. Los barcos llegaban a Manaos cargados con los materiales para el teatro y regresaban a Europa con las ropas de las esposas de los barones del caucho, para que las lavasen y almidonasen en Lisboa, o con pedidos para las casas de modas. Despu¨¦s lleg¨® la decadencia de la ciudad y del teatro.
Las termitas
., El ingeniero de 30 a?os Pauio Gerardi ha dirigido las obras de la actual restauraci¨®n, que ha durado m¨¢s de dos a?os y ha empleado a 450 obreros. Explica Gerardi que la filosof¨ªa. que los inspir¨® fue devolver el teatro al punto de su m¨¢ximo esplendor, cuando se inaugur¨®, en 1896. La tarea mas dif¨ªcil, seg¨²n Gerardi, fue la lucha contra las termitas, que hab¨ªan devorado 40 metros c¨²bicos de madera. Cuenta Gerardi que existen en la regi¨®n 1.700 especies de termitas, y cada especie necesita un tratamiento espec¨ªfico, porque los venenos que matan a unas no les hacen nada a otras. "Por suerte, s¨®lo hab¨ªa tres especies en el teatro", explica el ingeniero.
?ste fue uno de los m¨²ltiples problemas que tuvieron que resolver los restauradores. La pol¨¦mica se encendi¨® con el color original del teatro. Era gris ceniza, sostiene el patriarca de la historia local, Mano Ypiranga, que escribi¨® tres tomos sobre la peripecia del teatro. Lo restauradores llegaron a la conclusi¨®n de que era rosa y le dieron ese tono ros¨¢ceo con ribetes blancos que lo bordean. Esto da al teatro un aire de pastel en medio de la actual Manaos.
Babelia
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