Hispanocomunismo
SEGURAMENTE LA historia no ha finalizado, pero el comunismo s¨ª. El comunismo: una doctrina y una pr¨¢ctica social nacida en el seno de la tradici¨®n socialista como reacci¨®n frente al reformismo, y cuyo rasgo definitorio principal es la creencia de que una minor¨ªa esclarecida y decidida es capaz de modificar casi de golpe las relaciones entre las clases y de transformar la naturaleza espont¨¢neamente ego¨ªsta del ser humano. Esa doctrina y esa pr¨¢ctica han fracasado. En lo pol¨ªtico y en lo cultural, pero tambi¨¦n en lo econ¨®mico, que parec¨ªa ser su especialidad.Durante alg¨²n tiempo se discuti¨® en sectores Ilustrados de la izquierda radical europea sobre si ser¨ªa o no necesaria una revoluci¨®n pol¨ªtica para, conservando los logros sociales de Octubre, liquidar las deformaciones burocr¨¢ticas introducidas por el estalinismo. Vana discusi¨®n: en cuanto se ha iniciado la reforma pol¨ªtica, la ciudadan¨ªa ha exigido el cambio del sistema social. El historiador sovi¨¦tico Yuri Afanasiev acaba de declarar en el Congreso de Diputados Populares lo siguiente: "Toda nuestra historia se ha fundamentado en el uso de la fuerza. Si nuestro l¨ªder y fundador [Lenin] sent¨® las bases de alguna cosa, fue de los principlos de una pol¨ªtica estatal de violencia y terror".
Ya s¨®lo a efectos t¨¢cticos puede mantenerse la idea de la deformaci¨®n burocr¨¢tica estalinista. El mal estaba en el origen. Por esclarecida, que sea, s¨®lo mediante la imposici¨®n violenta puede una minor¨ªa mantenerse en el poder. As¨ª lo admiten, expl¨ªcita o impl¨ªcitamante, los dirigentes de los partidos comunistas occidentales que, con Occhetto a la cabeza, intentan la refundaci¨®n de sus formaciones mediante un regreso a la tradici¨®n reformista.
Algunos, sin embargo, hacen como que no se han enterado. Marchais, por ejemplo, cuando afirma que, con todo, "el balance de la Revoluci¨®n de Octubre es positivo". O Anguita, que sigue reivindicando a Lenin y afirmando que en Espa?a no hace falta ninguna medicina italiana porque su partido se hab¨ªa adelantado a todos mediante el proyecto de Izquierda Unida, y que el papel dirigente del partido comunista es "m¨¢s necesario que nunca". Occhetto no copia a Anguita. Para el italiano, de lo que se trata es de hacer converger, sobre la base de los principios del socialismo democr¨¢tico, a las distintas corrientes sociales de izquierda para conformar una alternativa al dominio de la derecha. Para Anguita, por el contrario, Izquierda Unida es ya esa alternativa, puesto que en su seno est¨¢n presentes los movimientos sociales progresistas y los socialistas aut¨¦nticos. Oechetto no s¨®lo propone cambiar las siglas, sino renunciar a la concepci¨®n de partido gu¨ªa con unos fines espec¨ªficos, diferentes de los compartidos por la mayor¨ªa de la sociedad. La asociaci¨®n con fines electorales de algunos grupitos socialistas no cuestiona esa concepci¨®n tradicional del partido comunista. Algunos dirigentes de IU suelen irritarse, seguramente con raz¨®n, con la obsesi¨®n de los socialistas por referirse siempre a su coalici¨®n como "los cornunistas". Pero hay que decir que se lo ponen en bandeja. ?O acaso no es su principal dirigente el secretario general del PC, y a este partido pertenecen todos, menos uno, de sus actuales diputados?
De las dos almas que han alentado en el marxismo desde sus or¨ªgenes -el racionalismo ilustrado y el mesianismo revolucionario-, la primera acab¨® siendo dominante en el reformismo socialdem¨®crata y la otra se impuso en la corriente comunista. En el PCE actual siguen coexistiendo ambas, pero parece dominar la segunda. ?sa es una sustancial diferencia con el PCI, en cuyo seno, ya antes del congreso, hab¨ªa sido interiorizada la necesidad de secularizaci¨®n. El partido de nuevo cu?o que preconiza Occhetto pretende la emergencia de esa izquierda sumergida que de momento se define m¨¢s por lo que impugna que por lo que afirma: una izquierda que es radicalmente incompatible con los fanatismos, tanto los de ra¨ªz religiosa como los de estirpe nacionalista, que ha renunciado a todo milenarismo y que rechaza cualquier concepci¨®n instrumentalista de la democracia. En el PCE, junto a sectores italianizantes, persisten otros aferrados a dogmas como el del partido dirigente y que no renuncian al prejuicio de que todo lo que se mueve, en no importa qu¨¦ direcci¨®n, merece ser apoyado. Por ejemplo, los nacionalismos de izquierda: los comunistas catalanes propondr¨¢n este mes (en la Asamblea de Iniciativa per Catalunya) la inclusi¨®n del derecho a la autodeterminaci¨®n en la Constituci¨®n. O iniciativas ruralizantes disfrazadas de ecologistas. O estrategias de generalizaci¨®n de la sospecha sobre las instituciones emanadas de las elecciones, en connivencia con sospechosos aliados (y no s¨®lo los partidos conservadores). Todo lo cual revela la distancia entre la reflexi¨®n modo italiano y la elucubraci¨®n estilo Anguita. Por m¨¢s que este ¨²ltimo considere que en el congreso de Bolonia ha habido "m¨¢s ruido que nueces".
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