Las tendencias centr¨ªfugas
GORBACHOV HA sido elegido presidente en un momento de grave crisis, cuando la situaci¨®n econ¨®mica se deteriora, crece el descontento y existen serias amenazas de desintegraci¨®n de la URSS. Las elecciones regionales y locales -cuya segunda vuelta tuvo lugar el domingo pasado- han sido un gran ¨¦xito para los radicales y una derrota seria para muchos candidatos del aparato oficial. Al mismo tiempo, los nacionalistas han obtenido victorias impresionantes en numerosas rep¨²blicas, particularmente en los pa¨ªses b¨¢lticos, con programas que postulan incluso la independencia. Este hecho pone de relieve algo fundamental: el sistema estatal sovi¨¦tico, basado en la sumisi¨®n a Mosc¨² -por mucho que tal sumisi¨®n se encubra con textos legales hip¨®critas e inoperantes-, es incompatible con la democracia. En cuanto los ciudadanos de Lituania, de Estonia, de Georgia o de otras nacionalidades han podido votar en libertad, manifestaron su deseo de ser independientes.Por ello, la perestroika tiene como complemento ineludible la exigencia de un cambio profundo en el tipo de relaci¨®n existente hasta ahora entre las naciones que componen la Uni¨®n Sovi¨¦tica, algo de lo que, probablemente, ni el propio Gorbachov era consciente cuando la puso en marcha. Lituania fue la primera en plantear la cuesti¨®n de modo radical: su Parlamento, por aplastante mayor¨ªa, proclam¨® la independencia de la rep¨²blica. Y no es un caso aislado. Los independentistas han ganado las elecciones en Estonia y Letonia y hay que esperar decisiones en ese sentido de los nuevos soviets de esas rep¨²blicas. Por otra parte, el Parlamento de Georgia ha declarado nula su incorporaci¨®n a la URSS, en 1923, afirmando as¨ª su voluntad de independencia. En Ucrania, el movimiento nacionalista Ruj obtuvo un ¨¦xito electoral notable, con el 50% de los votos en Kiev.
En diversas ocasiones, Gorbachov expres¨® posiciones flexibles ante el problema nacional. Ahora puede hacer uso de sus poderes presidenciales sin depender de la influencia de los conservadores en el Comit¨¦ Central del PCUS. En el caso m¨¢s urgente, el de Lituania, parece que se orienta hacia una negociaci¨®n con representantes de esa rep¨²blica. No tiene otra v¨ªa si no desea recurrir a la fuerza, lo que tendr¨ªa efectos catastr¨®ficos. A la vez quiere dar una sensaci¨®n de firmeza, y ha tomado medidas para proteger ciertas instalaciones en territorio lituano. El fondo de la cuesti¨®n -lo mismo en el caso de Lituania que en otroses que no hay soluci¨®n unilateral, por mucha pasi¨®n que pongan los ciudadanos en su anhelo de libertad nacional. La larga relaci¨®n entre pa¨ªses no puede romperse de golpe. Incluso si se llegase a una secesi¨®n -y Gorbachov no descarta esa eventualidad- es indispensable una negociaci¨®n sobre una serie de problemas complejos que van desde la econom¨ªa a las instalaciones militares, pasando por las comunicaciones, las fuentes energ¨¦ticas, etc¨¦tera. Lo decisivo en el momento actual es que se inicie un proceso de di¨¢logo, y hay pasos en esa direcci¨®n por ambas partes.
Una dificultad seria es que no existe a¨²n norma legal ante la situaci¨®n que se ha creado. El Parlamento sovi¨¦tico tramita un proyecto de ley sobre el procedimiento de la secesi¨®n y otro sobre las caracter¨ªsticas que puede tener un nuevo sistema federal sovi¨¦tico que permita a las rep¨²blicas ser independientes, pero sin perder los lazos entre s¨ª, y con un poder com¨²n que asuma determinadas competencias. Gorbachov ha hablado incluso de un nuevo tratado entre las rep¨²blicas de la URSS. Cuanto m¨¢s radical sea el cambio y m¨¢s generoso el sistema llamado a sustituir a la actual Uni¨®n Sovi¨¦tica, menos numerosos ser¨¢n, con toda probabilidad, los casos en que se llegue a la secesi¨®n. Todo parece indicar que la suerte de la reci¨¦n inaugurada presidencia de Gorbachov depende en gran medida de su capacidad para dar un enfoque nuevo al problema de las naciones de la URSS.
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