El profesor y el maestro hablan distinto idioma
La tarea del h¨¦roe, vista por Antonio Ord¨®?ez, Fernando Savater y V¨ªctor G¨®mez Pin
Durante la conferencia coloquio sobre la tarea del h¨¦roe se mencion¨® mucho la muerte. Hab¨ªa all¨ª un maestro: era el h¨¦roe. Hab¨ªa all¨ª dos profesores que planteaban la cuesti¨®n. Oy¨¦ndoles, no parec¨ªa que hablaran el mismo idioma. Finalmente, el h¨¦roe, Antonio Ord¨®?ez, maestro en tauromaquia, sorprendi¨® a todos con una declaraci¨®n limpia, sin recovecos ni equ¨ªvocos: "No temo a la muerte. Antes al contrario, la espero con alegr¨ªa, porque ¨¦se es el umbral de una nueva vida".El maestro y h¨¦roe, Antonio Ord¨®?ez, a¨²n matiz¨®: "Uno empieza a vivir cuando desaparece de este mundo". En toda la conferencia nadie habl¨® m¨¢s llano que entonces. El maestro hac¨ªa ante los profesores y ante el p¨²blico -150 personas, mal contadas- una aut¨¦ntica declaraci¨®n de principios.
Se trataba de la sesi¨®n cuarta del curso El trabajo humano, celebrada el pasado jueves en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, a las siete de la tarde, que es hora de corrida cuando llega el verano. Los profesores y fil¨®sofos V¨ªctor G¨®mez Pin, director del curso, y Fernando Savater se explayaron sobre La tarea del h¨¦roe, cuaj¨¢ndola de conceptos profundos y voces cultas, mientras el maestro Ord¨®?ez le daba vueltas a un l¨¢piz percuti¨¦ndolo sobre la mesa.
La pulsi¨®n irreductible
Al maestro Ord¨®?ez, veterano de mil lidias, no se le aceleraba el l¨¢piz cuando G¨®mez Pin hablaba de la pulsi¨®n irreductible del esfuerzo humano, del espejismo que supone separar lo biol¨®gico y el despliegue de las potencialidades del esp¨ªritu. Savater manifest¨®, con bastante raz¨®n, que el h¨¦roe sugiere ruido de sables. Dec¨ªa, muy gr¨¢ficamente: "Si uno se va a tomar una copa con un h¨¦roe, se encontrar¨¢ intimidado". Y partiendo de estas amenas premisas introdujo m¨¢s s¨®lidas consideraciones acerca de la inmortalidad del h¨¦roe.
El h¨¦roe dej¨® de dar vueltas al l¨¢piz para responder al cuestionario que hab¨ªa preparado G¨®mez Pin. Por qu¨¦ el toro? "Siempre quise ser torero". ?Se ha despojado de su entorno espacial y temporal para hacer m¨¢s presente el toro? "La presencia del toro es habitual en mis recuerdos y me choca si no est¨¢ en ellos".
La pregunta "?por qu¨¦ reapareci¨® tras retirarse?" deb¨ªa de ser muy delicada para el maestro-h¨¦roe, pues se puso las gafas, levant¨® hasta su vista un folio, lo ley¨® y dijo, entre otras razones: "Ten¨ªa nostalgia de una ¨¦poca en que ocio y trabajo no estaban disociados". Sigui¨® el cuestionario: ante el toro, si fallan la voluntad y el juicio, la herida es doble: fracasan y se humillan el alma y el cuerpo. ?Esto es aplicable al trabajo en general? "El que fracasa sufre siempre". ?Fue el azar lo que le produjo aquella lesi¨®n que tanto le perjudic¨® en su reaparici¨®n? "El accidente del torero no es por azar, sino porque no tiene la mente despejada". ?Por qu¨¦ se empe?¨® en torear de nuevo? "Los que tenemos secuelas nos ponemos una venda en los ojos, y a veces nos la ponemos en los ojos de la mente, que es m¨¢s grave. Para los toreros, quedarse in¨²til es morir un poco en la tierra". Despu¨¦s vino lo de la vida que empieza con la muerte. Hubo un silencio tenso en la sala; muchos se quedaron impresionad¨ªsimos.
Terminado el cuestionario, el maestro se tom¨® el desquite: pregunt¨® a Savater qu¨¦ opinaba de cuanto hab¨ªa dicho G¨®mez Pin, a G¨®mez Pin qu¨¦ sinti¨® cuando una vez tore¨® en su ganader¨ªa. Ord¨®?ez empezaba a ser ¨¦l mismo, que consiste -por ejemplo- en no dar cuartel a nadie. Respondi¨® G¨®mez Pin: "Si el h¨¦roe trasciende a los dem¨¢s, era evidente que no se trataba de mi caso, pues ante el becerro permanec¨ªa demasiado pendiente de mi persona". Al fin empezaban a entenderse. El maestro estaba en su salsa, ocurrentes los profesores, divertido el p¨²blico y no se hablaba de pulsiones irreductibles ni de potencialidades del esp¨ªritu, ni falta que hac¨ªa para cortar las dos orejas. Antonio Ord¨®?ez las cort¨® -le dedicaron una larga ovaci¨®n- y sus compa?eros dieron la vuelta al ruedo con devoluci¨®n de prendas.
Babelia
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