El baile de las estatuillas
El sol se estaba ocultando en el horizonte del Pac¨ªfico y, las autopistas de Los Angeles comenzaban a llenarse. Lejos de Holiywood y de las lujosas mansiones de Beverly Hills, en el centro de la ciudad, la poluci¨®n cubr¨ªa los pisos superiores de los rascacielos y el colapso era total.Miles de personas se hab¨ªan concentrado frente al Music Centery la polic¨ªa ten¨ªa ocupada la zona. Varios helic¨®pteros de las cadenas de televisi¨®n locales sobrevolaban el Dorothy Chandler Pavilion, que una hora antes de la ceremorna estaba rodeado por una largu¨ªslina espiral de lirnusinas cargadas de estrellas. En el interior de los coches, ocultos por cristales oscuros, el todo Hollywood esperaba paciente su turno de llegada a la puerta del Dorothy Chandier. Les esperaban miles de aficionados, y tambi¨¦n un pelot¨®n de periodistas.
La entrada ai teatro, pese al caos, era un despilfarro de fantas¨ªa, lujo, mucho lujo, vestidos incre¨ªbles y muchas minifaldas negras. La escena estaba presidida por tres estatuas de mister Oscar que contemplaban mudas la llegada de los protagonistas del mayor espect¨¢culo del mundo: el baile de las estatuillas.
Protagonistas
Ver de cerca a los mitos vivientes de Hollywood resulta curioso. Algunos de ellos se comportan con normalidad, como Steven Spielberg y George Lucas, que entraron en el teatro sin hacer ruido. A Michelle Pfeiffer le result¨® dif¨ªcil pasar inadvertida. Lo mismo les sucedi¨® a Jessica Lange, Melame Griffith y a Kim Bassinger. Walter Matthau no quiso dar favoritos y se limit¨®, como cada a?o, a saludar con su enorme mano izquierda mientras inclinaba su cuerpo hacia la derecha. Toni Cruise, impecablemente vestido, se mostraba contenidamente nervioso, y Daniel TayLewls pasaba inadvertido mientras Dudley Moore, el soltero de oro, bromeaba con la BBC: "?ABC?".
Spike Lee, el ni?o terrible del cine arnericano, se quiso desmarcar del show con una actitud pasiva muy acorde con el papel que est¨¢ jugando en la industria del cine. Claro que me gusta Almod¨®var", dijo a El PA?S antes de que fuera empujado por un t¨¦cnico de sonido de una televisi¨®n japonesa. El director de Haz lo que debas, vestido de negro, tocado con un sombrero, sin corbata y con una bufanda de colores, coment¨® que el director espa?ol le gustaba porque "es sencillamente divertido".
Uno de los personajes m¨¢s aplaudidos a su llegada al Music Center fue Ron Kovic, la persona que inspir¨® a Oliver Stone a llevar a la paritalia Nacido el 4 de julio. "La vida es rnaravillosa", dijo Kovic movi¨¦ndose agitadamente en su silla de ruedas. "Este pa¨ªs es maravilloso, cualquiera puede hacer realidad su sue?o. Qui¨¦n me pod¨ªa decir a m¨ª hace tres a?os que hoy estar¨ªa aqu¨ª", corrient¨® mientras presentaba a sus padres. "Estoy muy contento de que hayan venido desde Arizona con su caravana", dijo antes de introducirse en el Dorothy Chandler, donde las ruedas de su silla se bloquearon por culpa del grosor de la moqueta.
Babelia
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