Los ¨²ltimos a?os de Juan Ram¨®n
Un buen juanramoniano y amigo me manda el art¨ªculo del gran maestro de poetas Rafael Alberti Sobre Antonio, Machado en Torino, publicado en EL PA?S el pasado d¨ªa 4. Por el buen recuerdo y reconocimiento que tiene para Juan Ram¨®n Jim¨¦nez le quedo muy agradecido, y mucho m¨¢s por hacerlo en estos tiempos de gran silencio, menosprecio y ataques continuado sobre su vida y obra. Pero debo tambi¨¦n aclararle algunas confusiones que padece la mala informaci¨®n que le han dado. Es evidente que el Nobel de Moguer nunca estuvo enterrado en Puerto Rico, y ni siquiera Zenobia en ese "cementerio marino" de tantas resonancias po¨¦ticas. Quien est¨¢ enterrado es el tambi¨¦n gran maestro de poetas Pedro Salinas.Como ese "alguien de su familia" es mi deber puntualizar que acud¨ª al angustioso llamamiento de Zenobia, a la que aterraba la idea de dejar al poeta en Am¨¦rica y, enfermo, sin nadie de su familia que lo atendiera. Por ello, desde 1955 comenzar¨ªa a preparar con el mayor detalle el regreso de ellos a Sevilla, para las vacaciones del verano de 1956, que el m¨¢s r¨¢pido avance del c¨¢ncer que padec¨ªa le impedir¨ªa realizar. Todo ello nos lo ha dejado en sus numeros¨ªsimas cartas de esos a?os, algunos de cuyos fragmentos ya se han ofrecido, como en el folleto Un so?ado viaje a Espa?a, publicado en 1987.
Avisado por ella, y hasta despu¨¦s de su muerte, pas¨¦ vanos meses de 1956 en Puerto Rico, acompa?¨¢ndolos y atendi¨¦ndolos. En ning¨²n momento intent¨¦ forzar la voluntad de mi t¨ªo, siempre negativa a todo por su enfermedad, y tuve que regresar convencido, igual que sus m¨¦dicos y m¨¢s allegados, del gran desastre que se avecinaba. Por su propio deseo, entonces pasar¨ªa una casi solitaria temporada en su casa de Hato Rey, donde su enfermedad y desnutrici¨®n hicieron decaer tanto su salud que temiendo por su vida tuvieron que ingresarlo en un hospital de psiquiatr¨ªa. Un gran ¨¦xito en su tratamiento lo salvar¨ªa y en poco tiempo se ir¨ªa recuperando.
Casi completamente restablecido de su enfermedad nerviosa, que padec¨ªa desde 1954, en febrero de 1958 sufri¨® una fractura de cadera, por lo que tuve que volver a su lado cumpliendo el compromiso contra¨ªdo. Cuando su salud hab¨ªa mejorado considerablemente, convencido por sufrir la dura y triste experiencia anterior de su necesidad de la familia, acordamos realizar el viaje a Sevilla en los primeros d¨ªas de mayo. Pero al comunicar esta decisi¨®n al rector de la universidad de Puerto Rico, se?or Ben¨ªtez, organizar¨ªa un gran esc¨¢ndalo en la Prensa para impedirlo, consiguiendo la colaboraci¨®n de un conocido periodista de The New York Times, que le dar¨ªa mayor trascendencia. Se recurr¨ªa a toda clase de tergiversaciones y falsedades con el fin de darle un matiz pol¨ªtico a lo que era un asunto puramente familiar. Hasta el extremo que lleg¨® a molestar al propio Nobel, que hizo llamar a una periodista de El Mundo para hacer unas declaraciones que al final saldr¨ªan incompletas y bien maquilladas en su redacci¨®n. A pesar de ello se ve¨ªa que era una clara protesta, cuando esperaban una disculpa, aunque hubo que aplazar el viaje hasta que se calmara el ambiente que hab¨ªan enrarecido. A finales de ese mes el Nobel sufri¨® una bronconeumon¨ªa, que causar¨ªa en pocos d¨ªas su muerte. Unos instantes despu¨¦s, y en la misma habitaci¨®n del fallecido, tras una fuerte discusi¨®n con el rector citado, y como ¨²nico fami-
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Los ¨²ltimos a?os de Juan Ram¨®n
Viene de la p¨¢gina anteriorliar presente, dispuse que se preparara todo para enterrarlo en Moguer, siempre tan a?orado en su vida y creaci¨®n po¨¦tica. Aunque tenga que estar "junto a una triste casa empapelad.a con toda su obra", tan querida y alegre siempre para ¨¦l como su pobre pueblo, se ha podido cumplir lo que predec¨ªan sus versos al estar a la entrada en su cementerio: "iCi¨¦rrame en tu puerta blanca tu abrazo contra mi abrazo!".- Francisco H.-Pinz¨®n Jim¨¦nez.
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