Aportaciones vascas a la necesaria reforma fiscal
Poco tiene que ver la Espa?a de hoy con la que recibi¨® -en unos casos, con temor; en otros, con expectaci¨®n y esperanza- la reforma fiscal que aval¨® el entonces ministro econ¨®mico, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Una docena de a?os despu¨¦s, el Estado se ha configurado como un mosaico de autonom¨ªas apoyado en ?una Constituci¨®n y unos estatutos que definen un conglomerado de tres administraciones tributarias (la general, la vasca y la navarra) sin fronteras fiscales, un ejemplo a escala de la realidad en que se convertir¨¢ Europa a partir de 1993.La primera obligaci¨®n de cualquier instituci¨®n p¨²blica debe ser respetar y cumplir a rajatabla la legalidad en curso. A nadie le debe temblar el pulso, por tanto, a la hora de aplicar esa realidad y legalidad tributaria que hoy vive Espa?a. Por eso, los vascos, en prueba de ese af¨¢n de colaboraci¨®n que consagra nuestro concierto econ¨®mico con Madrid, ofrecemos algunos apuntes de lo que debe ser esa reforma fiscal improrrogable para nuestra sociedad.
Tres rasgos definen hoy el comportamiento y situaci¨®n de las haciendas p¨²blicas: el intenso crecimiento del gasto p¨²blico en los ¨²ltimos a?os, el incremento de la imposici¨®n y recaudaci¨®n y la generalizaci¨®n del d¨¦ficit publico. En Espa?a se ha priorizado la pol¨ªtica monetaria frente a la fiscal. Sin embargo, y aunque desde 1985 esta pol¨ªtica se ha aplicado en un contexto econ¨®mico favorable, es innegable que hoy ha agotado sus posibilidades, sobre todo despu¨¦s de la entrada de la peseta en el Sistema Monetario Europeo.
Por otro lado, la pol¨ªtica de rentas aplicada hasta ahora con car¨¢cter complementario y subordinado a lo monetario comienza a producir un repunte de la espiral precios-salarios. Salpicando de gotas de humor este negro panorama podr¨ªa decirse que lo que Chaves nos aumenta en la n¨®mina con la mano izquierda, nos lo quita Rubio con la derecha en forma de intereses.
Las declaraciones del ministro del ramo en el sentido de que se persigue reducir el d¨¦ficit p¨²blico mediante emisiones de deuda sin monetarizarla, y continuando, a la vez, con una pol¨ªtica monetaria restrictiva, puede provocar la expulsi¨®n del sector privado de la econom¨ªa, a la vez que medra el sector p¨²blico.
El cuadro que se presenta no es sencillo. Eso hace necesario desplazar el discurso ideol¨®gico hacia el redescubrimiento de la pol¨ªtica fiscal para utilizar gastos, ingresos y deuda p¨²blica corno instrumentos de estabilizaci¨®n econ¨®mica. Y es que en econom¨ªas abiertas, con tipos de cambio fijos y gran movilidad de capital, la pol¨ªtica monetaria no es suficiente para alcanzar el pleno empleo y el equilibrio exterior.
La necesidad de reformar la estructura impositiva actual, especialmente la directa, es obvia. Ahora bien, no debe caerse en la tentaci¨®n de modificar un solo impuesto, sino enfrentar el concepto de financiaci¨®n global impositiva. Por expresarlo en romas paladino: en toda reforma fiscal, la cuesti¨®n es delimitar cuantos recursos privados hay que trasladar al sector p¨²blico para que ¨¦ste lleve a cabo su actividad respetando los principios generales de equidad, o, lo que es lo mismo, gravar igual a los iguales y m¨¢s o menos a los que demuestren mayor o menor capacidad econ¨®mica. La reforma no puede olvidar ni las nuevas orientaciones de la teor¨ªa impositiva ni el proceso de armonizaci¨®n fiscal europea. Es preciso recordar que la internacionalizaci¨®n de la econom¨ªa obliga a adaptarse a una realidad que en el caso de la tributaci¨®n de rentas de capital con libre circulaci¨®n es preocupante.
Por otro lado, es evidente que, en un Estado auton¨®mico, los ingresos tributarios tienen que limitar el poder estatal, descentralizando el sector p¨²blico para fomentar la competencia entre administraciones y facilitar as¨ª a los ciudadanos el voto con los pies. Si las comunidades aut¨®nomas dispusieran de autonom¨ªa en ingresos y gastos podr¨ªan ajustar los servicios p¨²blicos a las necesidades ciudadanas.
En este contexto, en el que la imposici¨®n directa es, en sustancia, la protagonista de una reforma fiscal que acabe con el parcheo que actualmente padecemos, la Hacienda vasca propone, a modo de reflexi¨®n, algunas l¨ªneas maestras.
A la hora de abordar una reforma del impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas (IRPF) es preciso insistir, como primera premisa, en la necesaria mejora de la gesti¨®n y de los sistemas inform¨¢ticos y en la simplificaci¨®n de las obligaciones fiscales. Ello no har¨¢ sino dotar al sistema de mayor transparencia.
Para la Hacienda vasca es evidente que hay que simplificar y reducir tipos impositivos, con reducci¨®n de tipos marginales que puedan ser un desest¨ªmulo al trabajo y al ahorro. Adem¨¢s es necesario reducir el n¨²mero de tramos de tarifa. No podemos soportar los actuales 17 mientras, por ejemplo, en el Reino Unido s¨®lo hay tres.
El nuevo IRPF debe neutralizar el efecto tributario de la inflaci¨®n, resolver la acumulaci¨®n de las rentas v¨ªa splitting, ampliar la base imponible reduciendo especificidades y aplicar la reducci¨®n de beneficios fiscales a la bajada de tipos.
Doble imposici¨®n
Adem¨¢s, el impuesto tiene que tratar de forma adecuada las rentas de capital como m¨¦todo para fomentar el ahorro popular, eximiendo los rendimientos de capital mobiliario de peque?a cuant¨ªa, y debe gravar las plusval¨ªas a corto plazo, las especulativas, y favorecer las de largo plazo y las derivadas de rentas de vivienda habitual. Seria interesante asimismo cambiar la tributaci¨®n de los no residentes e integrar IRPF e impuesto sobre sociedades en cuanto a la eliminaci¨®n de la doble imposici¨®n por dividendos.
El impuesto sobre sociedades, el otro pilar de la imposici¨®n directa, tambi¨¦n debe experimentar cambios sustanciales. Adem¨¢s de corregir la doble imposici¨®n sobre dividendos tiene que armonizarse con las tendencias europeas a la hora de determinar la base imponible, haciendo especial incidencia en el acercamiento de las cotizaciones sociales de nuestras empresas a las firmas europeas, inferiores en un 40% a las espa?olas.
La reforma no puede olvidar la regulaci¨®n de balances (la inflaci¨®n es ignorada desde la ¨²ltima revisi¨®n de 1983), tiene que aplicar la normativa europea sobre fusiones y grupos, fomentar la exportaci¨®n mediante incentivos, incluir un estatuto fiscal para las cooperativas, y mantener, por ahora, los est¨ªmulos a la creaci¨®n de empleo.
En cuanto al impuesto sobre el patrimonio, es hora de definir si pretendemos un impuesto censal y recaudatorio, y sobre todo es fundamental establecer un criterio de valoraci¨®n que sirva de gu¨ªa para el resto de los impuestos que conforman nuestro sistema.
Sobre la imposici¨®n indirecta, por fin, la reforma tambi¨¦n debe introducir cambios. La tradicional cr¨ªtica de que imposici¨®n indirecta e injusticia es lo mismo no se sostiene. El IVA puede ser un impuesto progresivo si se discrimina mediante diferentes tipos los bienes de consumo de alto standing. Por otra parte, el mercado ¨²nico va a introducir problemas, y serios, en la gesti¨®n del IVA. En este aspecto, Pa¨ªs Vasco y Administraci¨®n central pueden ofrecer a Europa su propia experiencia, cimentada a partir de 1986 en una adaptaci¨®n del concierto econ¨®mico que determina perfectamente qu¨¦ parte del impuesto corresponde a cada Administraci¨®n. En la imposici¨®n indirecta, de cualquier forma, ser¨¢ preciso que la reforma fiscal espa?ola siga las propuestas de la Comisi¨®n Europea si quiere avanzar armonizando bases imponibles y tipos impositivos.
En resumen, y desde Euskadi, se propone una reforma que pivote en la imposici¨®n directa sobre IRPF y sociedades y una imposici¨®n indirecta que siga con fidelidad las directrices europeas.
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