Estupor
El estreno de Para siempre (Always), remake de un film de Victor Fleming que desconozco titulado A quy named Joe, escrito por Dalton Trumbo, y protagonizado, en 1943, por Spencer Tracy e Irene Dunne, viene a probar una vez m¨¢s que el ni?o prodigio de Hollywood es menos prodigioso a mdida que deja de ser ni?o.Para siempre produce verdadero estupor. Es dif¨ªcil comprender una retah¨ªla de errores tan larga. Los actores est¨¢n mal escogidos. Holly, Hunter no despierta ternura y John Goodman es un gordinfl¨®n m¨¢s repugnante que simp¨¢tico. Convertir una historia de heroicos aviadores en un asunto de bomberos profesionales que utilizan los hidroaviones para apagar incendios significa no comprender ni lo es la guerra ni lo que es un trabajo remunerado, por arriesgado que sea.
Para siempre
Director: Steven Spielberg. Gui¨®n: J. Belson, seg¨²n el original de Dalton Trumbo. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Richard Dreyfuss, Holly Hunter, Audrey Hepburn. Fotograf¨ªa: M. Salomon. M¨²sica: J. Williams. Estreno: Vaguada, Coliseum, Ideal.
Ni una sola de las secuencias tiene un tempo correcto, casi siempre demasiado lento y alargadas las situaciones de manera rid¨ªcula. El punto de vista del cineasta, que sin duda quiere emocionar a los ni?os de hoy como Spencer Tracy le emocion¨® a ¨¦l, fuerza el espiritu del relato hasta extremos inconcebibles. As¨ª, por ejemplo, al principio, quiere retomar el clima de camarader¨ªa entre los; pilotos de guerra y presenta a los bomberos como una mezcla de boy-scouts y, enanitos de Blancanieves, todos ansiosos por bailar con la princesa. Esta, para mas inri, lleva un traje blanco muy ajustado que se adapta muy mal al clima asexuado y, angelical del momento.
El tema musical El humo ciega tus ojos es, en una historia de bomberos, un chiste tonto. Las secuencias de acci¨®n est¨¢n tan bien rodadas como un spot de tabaco rubio americano. En definitiva, si despu¨¦s de ver Para siempre alguien en quien conf¨ªamos sigue manteniendo que el cine USA contempor¨¢neo es mucho m¨¢s interesante que el franc¨¦s, italiano, espa?ol o andorrano, habr¨¢ que dudar del valor de esa confianza.
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