El 'rap' de la individualidad
El 'hip-hop' se implanta en los barrios deprimidos como un movimiento agresivo y antidroga
Nacidos en los barrios perif¨¦ricos de Madrid y criados entre la droga, se oponen radicalmente a ella. Primero se refugiaron en el break dance y en el monopat¨ªn. Ahora cantan sus experiencias agrias con las chicas, el instituto y la familia, con la que siguen viviendo. Todos utilizan nombres americanos, aunque ninguno hable ingl¨¦s. Se han educado con la televisi¨®n y los ordenadores. Son "pacifistas, pero no pacificos". Les interesa el "oro como prueba de ¨¦xito". No tienen opini¨®n alguna sobre el SIDA ni sobre la "guarrer¨ªa de la pol¨ªtica". Viven para ellos, sus amigos y su barrio, desconocen la historia m¨¢s reciente y no quieren cambiar el futuro. Son los hip-hop, los rappers de la individualidad.
Saben mejor lo que es una caja de ritmos que una enciclopedia. La depresi¨®n de sus zonas urbanas les ha lanzado a necesitar el dinero, "porque si no, lo llevas claro". Les gustan las buenas chicas, las pel¨ªculas de Spielberg y de risa, y detestan a los pijos."Hey, pijo, ?de qu¨¦ vas? Lo ¨²nico que vale de vosotros son las pelas y las motos, y las pijas, aunque est¨¦n bonitas, son todas unas tontitas. Con esos pantalones, ?de qu¨¦ vas?, si parece que te vas a pescar. Os dan cinco mil pesetas cada d¨ªa y os lo gast¨¢is en coca¨ªna. Sois tan ilusos que hasta las drogas para vosotros est¨¢n de moda. Ni?o yuppy que juras por Snoopy".
Randy (antes Jos¨¦), es el autor de esta canci¨®n, tiene 18 a?os y prefiere trabajar de fontanero en Vallecas que centrarse en la m¨²sica, porque no se f¨ªa de las modas. Est¨¢ contra las drogas porque "he visto lo que pasaba con mis vecmos". Su pol¨ªtica es el rap. Vive con su madre, viuda, que es su fan. Para ¨¦l, la amistad y el amor son la misma cosa. Su deporte favorito es cantar y sentarse en los bancos de la calle. Como todos los integrantes del hip-hop, adora los grafitos de sus compa?eros, el baile y su m¨²sica.
"Mira, t¨ªa, d¨¦jame en paz. Eres un microondas, y a m¨ª eso no me va. Siempre calentando a los dem¨¢s para luego dejarlos enfriar. Si todas fueran como t¨², estar¨ªa empalmado hasta el presidente del Senado" (MC Randy).
Los integrantes de este movimiento hip-hop, cuya versi¨®n norteamericana recoge la ¨²ltima pel¨ªcula de Spike Lee, son violentos, aunque aseguran que su agresividad s¨®lo se despierta cuando alguien les ataca. A la vez que llevan objetos met¨¢licos para evitar atracos se interesan "por la capa de ozono" y por la ecolog¨ªa. Les encantan las zapatillas de deportes y la ropa deportiva de marca y, faltar¨ªa m¨¢s, las gorras americanas.
A pesar de que pocos han salido de su ciudad, todos conocen de memoria las costumbres de los negros y latinos de los barrios marginados de las grandes ciudades norteamericanas.
Estos chicos de M¨®stoles, Vallecas y Alcorc¨®n se han ido a buscar sus puntos de identidad muy lejos. As¨ª, tal y como Bolly Jase predica, se identifican con una ideolog¨ªa zul¨² que habla de paz, amor y unidad.
Su moral est¨¢ fundamentada en la amistad del grupo y su precauci¨®n hacia el mundo. A falta de un espejo espa?ol apetecible, se lo han montado robando trozos de otras culturas. Por ejemplo, Bolly Jase desprecia el terrorismo de ETA, pero respeta el de los Panteras Negras de los a?os sesenta.
Para Reyes
Los grupos de antes ten¨ªan que comprar una bater¨ªa y una guitarra ac¨²stica y buscar un lugar para actuar. "Estos chicos piden para Reyes una caja de ritmos, que vale 10.000 pesetas, y pueden hacer su m¨²sica en la calle", explica el representante de estos grupos rap, que tambi¨¦n lleva a conjuntos de la antigua movida.Su p¨²blico es incluso m¨¢s joven que ellos. Los fans de los hip-hop tienen entre 12 y 20 a?os y ya han comprado 30.000 discos. "Te tienen un a?o secuestrado y encima te dicen que no es nada malo. Que le den al servicio militar".
El hip-hop tiene su propia jerarqu¨ªa: master of ceremony, MC (el cantante); disc jockey, DJ (el que pone los discos); bailarines y escritores de paredes (los autores de los grafitos). Los chicos son bb-boys, y las chicas, bb-girls. "Nosotros hacemos letras para hacer pensar, por eso no s¨¦ si tendremos ¨¦xito", dice uno de los integrantes de Jungle Kings, que antes era soldador. Su compa?ero Franksky (Francisco Cielo, de Alcorc¨®n), que no para de bromear, trabaj¨® en una florister¨ªa.
El director art¨ªstico de una compa?¨ªa de discos que se ocupa de este fen¨®meno piensa que no hay que temer que pasen de moda: "Algunos de los grupos del tecnopop siguen siendo superventas". Por si fuera poco, grupos ya consagrados han incorporado a sus canciones ritmos rap. Los norteamericanos de la base de Torrej¨®n est¨¢n encantados, por algo fue su emisora la primera que empez¨® a poner rap estadounidense en Espa?a.
Dulce de Villaverde
Es la musa de los rappers, la chica sexy que les canta: "?Es que no lo ves? Te quiero de verdad". Tiene 17 a?os y es de Villaverde Bajo. Se llamaba Mari Luz hasta que la compa?¨ªa de discos la rebautiz¨® con el nombre de Sweet "por su car¨¢cter dulce". En realidad es muy suave y pone morritos al contestar. Cuando otros rappers le gastan una broma que no le gusta pone moh¨ªn de llorar y se va corriendo como si todav¨ªa estuviera en el patio del colegio de las jesuitinas donde estudi¨®.Llega con un ejemplar de Crimen y castigo, de Fedor Dostoievski, bajo el brazo, aunque dice que por lo que lleva le¨ªdo no le va a gustar tanto como su novela favorita, La Regenta. Esta hija ¨²nica, que cuenta con el apoyo de su padre, que trabaja en mantenimiento de un colegio de curas, desea ser famosa.
Dice que es muy desgraciada en amores. Asegura que el s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) "no es nuestro problema". Pasa de drogas y pol¨ªtica. Le molestan las feministas, aunque en su ¨²ltimo disco adopte una postura guerrera hacia el otro sexo.
Del pasado de su pa¨ªs sabe menos que de su barrio. "Es que a Franco lo veo como reflejado en un espejo", explica muerta de risa. "S¨¦ que ¨¦l se lo mont¨® muy bien, pero que a los dem¨¢s no les gust¨® su manera de hacer las cosas". No quiere cambiar el mundo: "Lo que pido es que no empeore".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.