'Glasnost'

AUNQUE SON escasos todav¨ªa los datos conocidos, parece poco probable que el juez que investiga el caso Naseiro se haya embarcado en ¨¦l sin s¨®lidos indicios de la existencia de delitos graves. Delitos, en todo caso, relacionados con esa forma espec¨ªfica de corrupci¨®n consistente en el soborno de funcionarios p¨²blicos para obtener un trato de favor. La posibilidad de que el dinero por esa v¨ªa obtenido haya servido para financiar al partido del que Rosendo Naseiro es responsable de finanzas es lo que da al caso una densidad espec¨ªficarnente pol¨ªtica. Por ello, la iniciativa de Aznar de proclamarse dispuesto a esclarecer el asunto hasta el final, adelant¨¢ndose incluso a solicitar la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n, es una medida inteligente. M¨¢s inteligente, en cualquier caso, que las primeras reacciones de sus compa?eros, que trataron de desviar la atenci¨®n del fondo del asunto -un presunto delito de cohecho en beneficio del PP- mediante insinuaciones poco consistentes sobre oscuras motivaciones del juez y trato discriminatorio hacia los detenidos.Se ha mostrado dispuesto Aznar a poner las cuentas de su partido a disposici¨®n de esa comisi¨®n parlamentaria. Est¨¢ bien que lo haga. Pero cabe recordar que hace apenas un mes el Tribunal de Cuentas hizo patente al Parlamento su incapacidad para fiscalizar las cuentas de los partidos, de acuerdo con lo expresamente dispuesto en la ley de Financiaci¨®n de 1987, precisamente por la resistencia de todos ellos, sin excluir al que preside Aznar, a facilitar los datos sobre sus v¨ªas de financiaci¨®n. Esas v¨ªas son con frecuencia desconocidas incluso para la -mayor¨ªa de los dirigentes de los partidos, que reciben con alivio cuantos ingresos entran en caja, merced a las gestiones de los especializados en la materia, sin preguntar c¨®mo, cu¨¢ndo ni por qu¨¦. No se trata de un problema exclusivo de Espa?a. En casi todos los pa¨ªses, con o sin financiaci¨®n estatal, un manto de silencio cubre las relaciones entre pol¨ªtica y dinero, una pareja que vive en concubinato desde hace muchos a?os.

La comisi¨®n propuesta por Aznar tiene poco que decir en lo relativo a los supuestos delitos, contemplados en el C¨®digo Penal, que han dado origen a la investigaci¨®n judicial. Pero s¨ª deber¨ªa servir para promover el debate p¨²blico que la sociedad espa?ola necesita sobre ese horizonte de la financiaci¨®n irregular de los partidos que sistem¨¢ticamente aparece tras cada nuevo esc¨¢ndalo pol¨ªtico-financiero. Un debate que regularice ese concubinato. Pues s¨®lo la transparencia puede acabar con el desenfreno de las comisiones bajo cuerda, las licencias previo pago y dem¨¢s pr¨¢cticas paralelas, a cuyo amparo han medrado todos esos intermediarios de los que Juan Guerra se ha convertido en s¨ªmbolo.

Los socialistas se opusieron en su d¨ªa a dar luz verde a la comisi¨®n solicitada por la oposici¨®n a ra¨ªz del estallido del esc¨¢ndalo del hermano del vicepresidente. Su argumento fue que no quer¨ªan contribuir a acreditar la idea de una corrupci¨®n generalizada de los pol¨ªticos. Tal vez los populares esperen que, de acuerdo con ese antecedente, sean los socialistas quienes de nuevo se opongan a la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n. Sin embargo, pensamos que, tal como est¨¢n las cosas, el debate es ineludible y que la comisi¨®n propuesta por Aznar puede ser el marco adecuado para separar ante la opini¨®n p¨²blica el grano de la paja en el embrollo que viene oscureciendo la vida pol¨ªtica espa?ola.