24 horas y media
Cen¨¦ en tierras de Barbastro, y algo acalorado por excelentes vinos somontanos (reserva vitivin¨ªcola para paladares exigentes en la d¨¦cada de los noventa) me lanc¨¦ a la carretera dispuesto a que los radiofonistas de la noche me hicieran compa?¨ªa. Diecis¨¦is contactos ministeriales en 24 horas. ?Qu¨¦ he o¨ªdo? ?Se trata de una nueva superproducci¨®n de la Basinger y Rourke? Afino el aparato y no, no se trata de una loca huida adelante de sexo y coca-cola a cargo de dos sex-symbols, sino de un alarde de seducci¨®n ministerial emprendido por Manuel Fraga Iribarne en Madrid. Diecis¨¦is encuentros con ministros en poco m¨¢s de 24 horas, sin contar ya contactos partidistas para hablar de Naseiro, Sanchis, todo lo que les cuelga, las comidas y algunas cabezadas para reparar los desastres corporales de tanta actividad.Hemos asistido a una exhibici¨®n fraguiana que me ha recordado, y pido perd¨®n por la groser¨ªa (abst¨¦nganse de seguir leyendo los menores de edad y de memoria), los alardes de aquellos atletas sexuales de barrio, hambrientos mozos que presum¨ªan de haber prolongado el mambo mucho m¨¢s all¨¢ del mambo n¨²mero 5, 9. 10, 12, 15, 16... Diecis¨¦is mambos en 24 horas son muchos mambos y, una de dos, o don Manuel ha visitado a los ministros como visitan algunos m¨¦dicos W seguro o los ha sometido a un ametrallamiento verbal de? que les resultar¨¢ dif¨ªcil reponerse.
Que nadie se extra?¨¦ si alg¨²n ministro ingresa en la UVI y Felipe Gonz¨¢lez se ve forzado a ampliar la remodelaci¨®n ministerial para cubrir las bajas. Supongo que los creadores de imagen de don Manuel han pretendido perpetuar el mito de su capacidad de trabajo y omnipresencia. Pero a m¨ª me ha sonado a apuesta de mocet¨®n de pueblo, bailar¨ªn de mambos, clavador de clavos o comedor de guindillas. Tampoco al Caudillo pod¨ªan seguirle cuando se le disparaba el motorcito pescador de truchas o de atunes.
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