El heredero

EL VIAJE de Felipe de Borb¨®n a Catalu?a supone un paso significativo en la historia de la consolidaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas y del sistema constitucional espa?ol. Su padre, el rey de Espa?a, protagoniz¨® momentos fundamentales de la transici¨®n democr¨¢tica, tanto al alentar el pacto constitucional como al defender el 23 de febrero de 1981 la Carta Magna y el papel encomendado por ¨¦sta a la Corona. Ahora, el Pr¨ªncipe, con su viaje a Catalu?a en fechas de anual conflictividad nacionalista, ha tenido ocasi¨®n de demostrar que, la instituci¨®n que representa hace suyo perfectamente otro elemento constitucional fundamental: la existencia de distintas nacionalidades y su organizaci¨®n auton¨®mica.Felipe de Borb¨®n ha hecho ante los catalanes una explotaci¨®n a fondo de la riqueza del caudal constitucional: ha reconocido el valor de la lengua -habl¨¢ndola en todos los actos oficiales- y de la cultura, ha estimulado a preservar la nacionalidad y a convertirla en energ¨ªas de futuro y en motivo de integraci¨®n espa?ola y europea, y ha dicho que "Catalu?a ser¨¢ lo que los catalanes quieran que sea", pues para la democracia y la Constituci¨®n que la sustenta y reconoce a Espa?a como naci¨®n de nacionalidades, el pacto de convivencia entre los ciudadanos que la conforman se asienta en su libertad.

Ante esta identificaci¨®n, el presidente Pujol ha sabido corresponder esta vez con la altura de miras que la ocasi¨®n requer¨ªa. En todos sus discursos oficiales se ha dirigido al Pr¨ªncipe en las dos lenguas cooficiales en Catalu?a. Ha hecho desaparecer de sus discursos expresiones ambiguas en las que se reflejaba el recelo y no el pacto democr¨¢tico, los resquemores y no las sinton¨ªas y los di¨¢logos hist¨®ricos, como es el caso de Espa?a, perfectamente restaurada en labios de Pujol en vez de este Estado espa?ol convertido en imposible expresi¨®n de una entidad que no es administrativa ni burocr¨¢tica, sino conjunto de seres humanos y de tierras, de geograf¨ªa y de historia. El presidente catal¨¢n ha sabido tambi¨¦n hacer exorcismo del pasado, en un sano ejercicio que algo tiene de terap¨¦utico para ¨¦l mismo y para el nacionalismo, y ha hecho desfilar ante el Pr¨ªncipe la historia de Catalu?a, para mostrarle todas las circunstancias en las que sali¨® derrotada la Catalu?a ideal forjada por los ensue?os nacionalistas, y decirle al cabo que todas estas frustraciones est¨¢n superadas en la medida en que una nueva democracia, representada en la Monarqu¨ªa constitucional, ha sabido asumir la historia y la realidad plural de la Espa?a de hoy.

Ni las menguad¨ªsimas protestas desplegadas durante el viaje, ni los ecos de las protestas contra el Rey en el estadio de Montju?c por parte de los j¨®venes pujolistas, pueden ensombrecer ya el efecto de la visita del joven Pr¨ªncipe en lo que es, sin duda, uno de sus primeros y acertados gestos p¨²blicos de heredero de una Corona constitucional.