Contra la provocaci¨®n
CUATRO D?AS despu¨¦s de que un paquete bomba arrancase una de sus manos a una trabajadora de la Expo en Sevilla, otra misiva enviada por las de qui¨¦n sabe qu¨¦ heroico gudari mutilaba al ordenanza encargado de distribuir la correspondencia en la c¨¢rcel de Carabanchel. Un tercer env¨ªo era detectado en el Ministerio de Justicia. Nada ser¨ªa tan equivocado como considerar que el hecho de que las v¨ªctimas hayan sido modestos trabajadores sea la consecuencia de un error de los terroristas, que buscar¨ªan alcanzar a otras m¨¢s altas o encumbradas personas. Los que env¨ªan las mortales trampas saben perfectamente que, en caso de no ser detectadas a tiempo, estallar¨¢n entre las manos de empleados de Correos, conserjes, secretarias, funcionarios de prisiones o sus familiares.Al atentar contra funcionarios de prisiones, lo que busca ETA es provocar reacciones instintivas de temor que multipliquen los efectos propagand¨ªsticos de la acci¨®n terrorista. Si el colectivo que en un momento dado se siente objetivo singular de la amenaza responde con plantes, negativas a aplicar la pol¨ªtica decidida, propuestas de ceder a determinadas exigencias de los terroristas, ¨¦stos no s¨®lo habr¨¢n conseguido desviar la atenci¨®n respecto al hecho evidente de que ellos son los responsables del da?o causado, sino crear el desconcierto y la divisi¨®n en el seno de ese n¨²smo colectivo amenazado. Con lo que, adem¨¢s, se crear¨¢n las condiciones para que los terroristas reincidan sobre el mismo objetivo, a la vista del excelente fruto propagand¨ªstico obtenido.
Evitar caer en esa provocaci¨®n es la primera responsabilidad de las organizaciones sindicales o profesionales de los colectivos ahora m¨¢s directamente amenazados. Responsabilidad compartida por quienes tienen posibilidad de influir sobre la opini¨®n p¨²blica. Porque debe quedar claro que no son tales o cuales colectivos, sino todos los ciudadanos, cualquiera que sea su oficio, condici¨®n, ideolog¨ªa, los que est¨¢n amenazados por la barbarie terrorista. Dicho lo cual es preciso subrayar que tambi¨¦n la Administraci¨®n est¨¢ obligada a contribuir, mediante la adopci¨®n de razonables medidas de seguridad, a desactivar ese mecanismo de provocaci¨®n.
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