Amas de casa de alquiler
Miles de mujeres se desplazan cada d¨ªa desde el cintur¨®n para trabajar como asistentas en la capital
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Limpiar cristales, desengrasar hornos, dar el punto exacto al asado, cambiar pa?ales y perfilar la l¨ªnea de los pantalones.Todo por 500 pesetas a la hora. A?¨¢danse tres horas de ida y vuelta en un autob¨²s atascado, en un tren que no acaba de llegar, m¨¢s el trayecto suplementario en metro, y tendremos la agenda diaria de miles de mujeres que acuden desde la periferia para asistir en las labores dom¨¦sticas de los hogares de Madrid ciudad.
A estas mujeres se las reconoce por los peque?os grupos que forman y por su tendencia a contarse en el itinerario ferroviario o motorizado hasta Madrid la ¨²ltima bronca con "su se?ora", como a¨²n se empe?an en llamar a la persona que les paga por sus servicios. Salen de casa despu¨¦s de haber enviado a sus hijos al colegio, el marido al trabajo, dejar la comida familiar preparada y la casa limpia, y vuelven a tiempo para preparar la cena, poner la lavadora y planchar la colada antes de irse a dormir.La creciente demanda de personas que cumplan tareas de servicio dom¨¦stico en Madrid ha llevado a muchas mujeres residentes en las ciudades del ¨¢rea metropolitana a buscar trabajo como asistentas en la capital. Normalmente son mujeres de mediana edad, entre 30 y 50 a?os, casadas y con varios hijos ya mayores que pretenden con este trabajo por horas ayudar a la econom¨ªa dom¨¦stica, permitirse alg¨²n peque?o capricho electr¨®nico, contribuir con su exiguo sueldo a terminar de pagar la hipoteca del piso o atreverse a cambiar el decr¨¦pito coche familiar. Sin embargo, y seg¨²n Juana Navas, asistenta de 41 a?os que est¨¢ intentando organizar sindicalmente a estas trabajadoras, "en los ¨²ltimos a?os se ha notado un fuerte incremento en las j¨®venes que llegan a esta actividad para pagarse sus estudios o, sencillamente, porque no encuentran otro empleo".
"Yo trabajo para pagar el v¨ªdeo, la factura del tel¨¦fono y comprar la ropa de los chicos, que ya son mayores y no se conforman con cualquier cosa". To?i, en el borde de la cuarentena, resume as¨ª los motivos que la empujaron a comenzar a trabajar como asistenta despu¨¦s de haber dejado toda actividad laboral cuando se cas¨®. Son las nueve y media de la ma?ana y, junto a To?i, una docena de mujeres con los mismos o similares motivos esperan en las afueras de Alcal¨¢ de Henares el autob¨²s que las llevar¨¢ a la avenida de Am¨¦rica para iniciar su jornada laboral.
"Yo puedo lavar platos, cocinar, cuidar a los ni?os o a los ancianos de la casa, aunque ¨¦ste no sea espec¨ªficamente mi cometido, y no cobro ning¨²n tipo de suplemento por realizar estos trabajos extra m¨¢s all¨¢ de las 525 pesetas que me pagan por hora trabajada", afirma Juana Navas, que sit¨²a entre 450 y 800 pesetas los honorarios que perciben las asistentas madrile?as por hora de trabajo.
Men¨²s diferentes
La mayor¨ªa de estas mujeres prefiere, seg¨²n Navas, embolsarse la parte de su tarifa que deber¨ªa corresponder al pago de su Seguridad Social y obviar . este requisito indispensable para cobrar pensiones de jubilaci¨®n o bajas por enfermedad, aunque en este ¨²ltimo aspecto casi no merece la pena, porque no empezamos a recibir el sueldo por baja hasta 29 d¨ªas despu¨¦s de haber dejado el trabajo por imposibilidad f¨ªsica".
Seg¨²n esta asistenta, que acude a limpiar tres casas distintas, la relaci¨®n con los propietarios de los domicilios donde trabaja la mayor¨ªa de las empleadas dom¨¦sticas "va mejorando con el tiempo, aunque, por incre¨ªble que pueda parecer, a¨²n perviven los jefes que obligan a sus asistentas a comer en la cocina un men¨² distinto del que se prepara para el resto de la familia y le imponen la obligaci¨®n de acceder a la casa por la tercermundista puerta de servicio".
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