Satanismo y vida cotidiana

Hay pel¨ªculas que prometen mucho y dan poco, y La luna negra es una de ellas. De la lectura de la sinopsis, unida a la val¨ªa de los colaboradores, pod¨ªa esperarse una obra meritoria encuadrada dentro del g¨¦nero fant¨¢stico; la realidad, por desgracia, no es tan favorable como esas previsiones. Y sin embargo, Imanol Uribe es un director exigente e inquieto, amante de las propuestas arriesgadas y cuya carrera se resiste a cualquier encasillamiento.Un profesional que reh¨²ye las f¨®rmulas establecidas y acepta seguir la v¨ªa de los g¨¦neros comerciales, sin renunciar a sus preocupaciones m¨¢s personales, merece todas las alabanzas, a condici¨®n de que ese m¨¦todo de trabajo permita llegar a unos resultados v¨¢lidos. La luna negra es un buen ejemplo de compromiso entre la industria y la fidelidad al propio temperamento creador, pero tambi¨¦n representa una muestra inequ¨ªvoca de los enormes peligros que conlleva una propuesta dif¨ªcil, al borde de dos presiones contrapuestas.

El g¨¦nero fant¨¢stico requiere una especial sensibilidad y un control f¨¦rreo de los elementos que se manejan, especialmente cuando pretende integrarse en la vida cotidiana. Si no es posible dar la vuelta a las convenciones imperantes, como demostraron los grandes maestros -Tourneur, Whale, Browning, Polanski...-, es mejor conservar el marco habitual, sin modificarlo, porque nadie puede garantizar el ¨¦xito en un terreno tan arriesgado si a los obst¨¢culos habituales se a?ade el de la innovaci¨®n.

La luna negra vale m¨¢s por lo que podr¨ªa haber sido que por sus logros reales, pero la ambici¨®n del proyecto y los esfuerzos de Imanol Uribe y de sus colaboradores por hacer una pel¨ªcula digna, dentro de un g¨¦nero comercial y popular nos permiten seguir confiando en este director, cuyas inquietudes encontrar¨¢n muy pronto un veh¨ªculo cinematogr¨¢fico m¨¢s apropiado que ¨¦ste.