El papel del FMI
LA CELEBRACI?N de las asambleas semianuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial suelen ir precedidas de reuniones de diversas instancias, no tan formales como esas hist¨®ricas organizaciones multilaterales pero m¨¢s ajustadas a los prop¨®sitos ¨²ltimos de los agentes protagonistas de las relaciones financieras internacionales y, normalmente, m¨¢s dirimentes.Los representantes de los principales bancos acreedores de los pa¨ªses del Tercer Mundo y los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (EE UU, Rep¨²blica Federal de Alemania, Jap¨®n, Reino Unido, Francia, Italia y Canad¨¢), han definido en estas jornadas previas a la asamblea de primavera del FMI y del Banco Mundial sus respectivas posiciones en dos cuestiones centrales y estrechamente relacionadas: el fracaso del denominado Plan Brady para la reducci¨®n de la deuda externa y la negativa a un aumento del ciento por ciento en las cuotas de los pa¨ªses miembros.
Las reticencias de la banca comercial a la asunci¨®n de las propuestas lanzadas por el actual secretario del Tesoro estadounidense en marzo del a?o pasado no son nuevas, aunque s¨ª m¨¢s expl¨ªcitas. Salvando casos espec¨ªficos, de los que M¨¦xico ser¨ªa el m¨¢s representativo, la propuesta de reducci¨®n voluntaria de principal y/o inter¨¦s de la deuda no ha encontrado apenas eco en una comunidad bancaria heterog¨¦nea, y tanto menos proclive a concesiones cuanto m¨¢s definitivamente asimilado se encuentra el problema en sus balances Los acreedores vuelven a reclamar del FMI una mayor intervenci¨®n en el problema, destinada tanto a la coerci¨®n para que los deudores atiendan sus obligaciones vencidas, como al suministro de nueva financiaci¨®n a aqu¨¦llos para hacer posible la reducci¨®n sugerida en el Plan Brady.
Ese mayor protagonismo del FMI como prestamista encuentra su m¨¢s inmediato obst¨¢culo en la limitada base de recursos de que dispone esta agencia y en la falta de voluntad de EE UU y Reino Unido para ampliarla mediante el aumento de las contribuciones de los pa¨ªses que lo conforman. La raz¨®n ¨²ltima por la que los dos accionistas hoy m¨¢s importantes del FMI se oponen a la propuesta de duplicar la suma total de las actuales cuotas (120.000 millones de d¨®lares), coincide esencialmente con las esgrimidas por los acreedores bancarios para no aceptar las recomendaciones del Plan Brady: la necesidad de que los deudores cancelen sus obligaciones vencidas, que en el caso. del FMI alcanzan 4.000 millones de d¨®lares por una docena de pa¨ªses.
La asunci¨®n creciente por el FMI de ese papel de suministrador de financiaci¨®n involuntaria a largo plazo no es bien vista por la Administraci¨®n de EE UU, ni proclive su Congreso a prestar el correspondiente apoyo presupuestario. Esa funci¨®n se aleja, efectivamente, de las asignadas al FMI en las que su papel como prestamista estaba exclusivamente previsto en operaciones a corto plazo, destinadas al apoyo ante dificultades transitorias de balanza de pagos de los pa¨ªses miembros y en aras de preservar la estabilidad cambiar¨ªa. Tampoco es menos cierto, sin embargo, que desde la emergencia de la crisis de la deuda, en el verano de 1982, esta agencia se distanci¨® tanto m¨¢s de las funciones asignadas en Bretton Woods hace 46 a?os cuanto m¨¢s celosamente ejerci¨® de garante de la ortodoxia de los ajustes a que se han visto obligados los m¨¢s importantes deudores, como intento de recomponer su capacidad de reembolso.
La supervivencia de estas agencias multilaterales, en un contexto bien distinto al que se crearon, exige una flexibilizaci¨®n de su funcionamiento para la soluci¨®n de los problemas derivados del endeudamiento de los pa¨ªses subdesarrollados, en la misma medida que lo reclamar¨¢ la readaptaci¨®n de estos pa¨ªses de Europa del Este que hoy est¨¢n en el umbral de su incorporaci¨®n a aqu¨¦llas.
El Banco Mundial ha definido en gran medida tal adecuaci¨®n, incrementando sus recursos mediante su presencia directa como demandante en los mercados financieros. La base de capital necesaria para que el FMI asuma ese m¨¢s activo papel reclamado por algunos socios -como pilar central en la cooperaci¨®n financiera intemacional- excede en todo caso del aumento en las cuotas del 50% acordado por los siete grandes, hoy m¨¢s interesados en el poder pol¨ªtico que en esa distribuci¨®n de aportaciones determinada.
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