Confidencia
Si una imagen o una palabra se convierten en emblema de un lugar, queda significado que representan la cosa o producto predominante all¨ª, pero tambi¨¦n puede suceder que sean elevadas a mito por su carencia, por el intenso deseo o necesidad que, las hace presentes a todas horas como secreta aspiraci¨®n. Pienso, de pronto,... bueno, no digo que piense ahora, sino que he pensado en varios prontos -de esos en que no se posa la meditaci¨®n m¨¢s que de paso, causando s¨®lo un pensamiento intenso pero breve- una especie de punzada, que no espera aclaraci¨®n para su juego de gratuita iron¨ªa... As¨ª, con todos estos intr¨ªngulis -nada inquietantes-, pens¨¦ de pronto en el emblema que Madrid ha adoptado. ?Alguien se lo impuso o le cay¨® encima como una nevada en el mes de junio? Digo, al fin, que pens¨¦ en el oso y el madro?o.A la vista est¨¢ que si esas dos im¨¢genes -convertidas en una- representan a este pueblo de Castilla la Nueva (as¨ª le llamamos los de la vieja) que no es pr¨®diga en esos dos elementos. Bien s¨¦ que gentes muy versadas en mitos y emblemas lo han investigado largamente: as¨ª como tambi¨¦n el vocablo que da nombre a Madrid... Doctores tienen la Santa Madre Academia que lo desvelaron m¨¢s o menos, pero yo prefiero entenderlo por medio de un sistema directo, nada erudito, podr¨ªa decir confidencial, confidencia que s¨®lo puede ser identificaci¨®n, entendimiento mutuo de lo que ella, esta tierra, me confia y siento. Comparto como si una bella me dijese (espejo en mano) mira lo bien que sentar¨ªa a mi belleza usar esas joyas prodigiosas... Y ivelay! el caso es,que no las tiene y yo siento, comparto con ella el anhelo y -esto es lo que pasa- ante un deseo imposible siempre se piensa en c¨®mo ser¨ªa... Esto es lo que, cuando a veces pienso en el emblema de Madrid, la imagino cubierta de monte bajo, profuso en arbustos peregrinos... madro?os, acerolas... y por entre la espesura, osos. Osos pasajeros, venidos de lejanas grutas a la tierra llana y mirando con deseo los frutos rojos, fieramente tentadores para la fiera sumamente- sensual, que se mata por un poco de az¨²car... El oso, violento dentro de su pelambre, viendo la frutita roja que destella entre el verde, imaginando, pregustado el dulce que promete y saltando hacia ¨¦l, empin¨¢ndose en dos patas su pesada mole peluda, mantenida en el impulso tr¨¦mulo del deseo hasta que lo, logra: su bocaza feroz se extas¨ªa mordisque¨¢ndolo y quedando en esa actitud del logro feliz, digna de llegar a ser emblema ... ?Qui¨¦n lo puso? Vaya usted a saber, pero es, en verdad, certero porque encauzael vital deseo de nuestras tierras llanas a cubrirse de bosques verdes frecuentados por bellos animalotes rebosantes de calor y hambre de dulzura ...
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