Jap¨®n y Europa
Los cambios que han tenido lugar en Europa oriental y la Uni¨®n Sovi¨¦tica durante los ¨²ltimos seis meses son comparables, por su importancia hist¨®rica, a la Revoluci¨®n Francesa y a las guerras napole¨®nicas del pasado siglo. La unificaci¨®n alemana, que hasta hace poco era s¨®lo un sue?o, se ha convertido en realidad. M¨¢s a¨²n, la integraci¨®n de la Comunidad Europea, programada para 1992, lleva consigo el potencial para producir una nueva entidad pol¨ªtica transnacional que sobrepasar¨¢ la estructura tradicional del estado-naci¨®n.Indudablemente, este proceso de integraci¨®n fortalecer¨¢ m¨¢s a¨²n la econom¨ªa de Europa occidental y contribuir¨¢ grandemente al desarrollo de la econom¨ªa mundial. M¨¢s adelante, podemos imaginar la posibilidad de una consolidaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica m¨¢s general de una Europa m¨¢s amplia, si las reformas de los pa¨ªses europeos orientales y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, as¨ª como la integraci¨®n de la Comunidad Europea (CE), progresan seg¨²n lo planeado.
Si este sue?o de una Europa m¨¢s grande puede hacerse realidad -y se puede alejar la posibilidad de una ruptura econ¨®mica y pol¨ªtica- significar¨¢ no s¨®lo la disoluci¨®n final de la divisi¨®n Este-Oeste causada por la guerra fr¨ªa que comenz¨® en Europa, sino tambi¨¦n supondr¨¢ una nueva p¨¢gina en la historia de la propia Europa -y, por supuesto, del mundo entero-.
Jap¨®n, por tanto, tiene un gran inter¨¦s en los cambios que est¨¢n teniendo lugar en Europa actualmente, tanto pol¨ªtica como econ¨®micamente.
Es innecesario decir que una estructura pol¨ªtica estable deber¨¢ empezar por la capacidad de Europa oriental y la Uni¨®n Sovi¨¦tica para conseguir un desarrollo econ¨®mico estable. La experiencia nos ha ense?ado que una econom¨ªa libre de mercado es indispensable para el desarrollo econ¨®mico. Por tanto, deber¨ªamos no s¨®lo dar la bienvenida a la reforma de econom¨ªas inflexibles y estancadas, sino tambi¨¦n profundizar nuestras relaciones econ¨®micas y nuestra cooperaci¨®n con estos pa¨ªses de forma que puedan integrarse completamente en la econom¨ªa mundial. Por esta raz¨®n, Jap¨®n se ha adelantado a ayudar a los pa¨ªses de Europa oriental prometiendo una ayuda de 1.950 millones de d¨®lares a Polonia y Hungr¨ªa, ayuda que incluye alimentos de emergencia y cooperaci¨®n financiera. Jap¨®n tambi¨¦n participar¨¢ en el Banco Europeo para la Reconstrucci¨®n y el Desarrollo (BERD) con una de las m¨¢s importantes aportaciones de capital.
Aunque Jap¨®n ha tomado medidas para participar en el desarrollo econ¨®mico de Europa, sigue siendo pol¨ªticamente un extra?o.
El ministro de Asuntos Exteriores italiano, Gianni de Michelis, declaraba en un art¨ªculo reciente: "Estoy fuertemente a favor de encontrar una v¨ªa para acabar con el aislamiento pol¨ªtico de Jap¨®n respecto a Europa. Jap¨®n, excluido hace 41 a?os por la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte, deber¨ªa comprometerse en la Conferencia de Helsinki. Todo el mundo se beneficiar¨ªa de esta asociaci¨®n m¨¢s estrecha".
Estoy completamente de acuerdo con el se?or De Michelis, y creo que el primer paso y el m¨¢s apropiado hacia la integraci¨®n de Jap¨®n en una Europa m¨¢s amplia deber¨ªa consistir en permitir a mi pa¨ªs participar como observador en la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE). Espero que esto se vea pr¨®ximo dentro de unos meses, cuando Italia asuma el liderato de la Comunidad Europea.
Estados Unidos y Canad¨¢ participan en la CSCE aunque no son pa¨ªses europeos. Como resultado, el ¨²nico pa¨ªs importante occidental (como miembro de la cumbre econ¨®mica del Grupo de los Siete) que no participa en la CSCE es Jap¨®n. Tanto Estados Unidos como Canad¨¢ son miembros de la alianza OTAN y, por tanto, es simplemente natural que participen en la CSCE como miembros de derecho. Dado que Jap¨®n no es miembro de la OTAN, y debido a nuestros imperativos constitucionales y a los l¨ªmites impuestos por los principios que gobiernan nuestra pol¨ªtica de defensa, ser¨ªa conveniente, al menos en el pr¨®ximo futuro, que Jap¨®n participara s¨®lo como observador en el proceso de la CSCE.
Es imperativo que los importantes cambios de Europa promuevan la paz y la estabilidad y no la confrontaci¨®n y el estancamiento. La CSCE ha facilitado la estructura internacional m¨¢s adecuada para ayudar a asegurar este resultado positivo. El proceso de la CSCE incluye a un gran n¨²mero de participantes, tanto aliados como adversarios, y ha conseguido notables logros, lo que incluye el Decreto Final de Helsinki. La unificaci¨®n de Alemania se finalizar¨¢ a trav¨¦s del proceso de la CSCE.
Ya hoy la CSCE representa un papel importante en el mantenimiento de la paz en Europa y, por tanto, ha tenido una gran influencia en todo el mundo. En el futuro, si el proceso de la CSCE da como resultado el establecimiento de un sistema de seguridad que re¨²na tanto a miembros de la OTAN como del Pacto de Varsovia, este nuevo sistema de seguridad europeo servir¨¢ de pilar central del sistema de seguridad mundial posguerra fr¨ªa. Por tanto, es posible que se considere este sistema como modelo para otros nuevos sistemas regionales de seguridad que ir¨¢n emergiendo gradualmente por todo el mundo.
La construcci¨®n de una estructura pol¨ªtica estable que asegure la creciente confianza existente entre las naciones ser¨¢ extremadamente importante para la seguridad en la era posterior a la guerra fr¨ªa. Durante la guerra fr¨ªa, la seguridad mundial se basaba en la disuasi¨®n. Por supuesto, hay multitud de peligros presentes en el mundo de hoy que garantizan el mantenimiento de una capacidad disuasoria veros¨ªmil a pesar del relajamiento de las tensiones Este-Oeste. China y otros pa¨ªses tienen armas nucleares, y en tanto exista peligro de proliferaci¨®n nuclear, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica deben continuar manteniendo un cierto nivel de fuerzas nucleares. No obstante, la guerra entre las superpotencias es ahora a¨²n menos probable que en el pasado y, ahora m¨¢s que nunca, el uso de armas nucleares es inconcebible.
Hace dos a?os, en Mosc¨², declar¨¦ que la Uni¨®n Sovi¨¦tica deb¨ªa descartar el expansionismo iniciado por Stalin en Europa y Asia al t¨¦rmiuno de la II Guerra Mundial. A cambio, tambi¨¦n declar¨¦ que nosotros, en el Oeste, deb¨ªamos abandonar nuestra pol¨ªtica de contenci¨®n. Por tanto, debemos establecer una reconciliaci¨®n mundial y una normalizaci¨®n de las relaciones Este-Oeste basadas en nuevos principios.
La oportunidad para alcanzar este objetivo ha llegado antes de lo que se esperaba. Durante la cumbre de Malta, en diciembre de 1989, el presidente Bush tambi¨¦n expres¨® su deseo de mirar m¨¢s all¨¢ de la guerra fr¨ªa. Estoy seguro de que tambi¨¦n el presidente Gorbachov contando con una reserva de buena voluntad americana y occidental cuando promociona su pol¨ªtica de perestroika.
Al igual que las relaciones Este-Oeste se hallan en plena transformaci¨®n, as¨ª tambi¨¦n hay que transformar los medios que se encargan de nuestra seguridad nacional. Tendremos que alejarnos de una pol¨ªtica de seguridad basada principalmente en la disuasi¨®n y llegar a una que conf¨ªe en lo que yo llamar¨ªa disuasi¨®n m¨¢s estabilidad.
Hasta ahora, Jap¨®n ha cooperado en el mantenimiento de la seguridad mundial como miembro de Occidente, dentro de los l¨ªmites de su Constituci¨®n. Desde que Jap¨®n se comprometi¨® claramente en la cumbre de Williamsburg de 1983 con el principio de que la seguridad de Occidente es indivisible, nuestra postura al respecto ha sido inequ¨ªvoca. Por tanto, en tanto que la CSCE sea de primordial importancia para la seguridad mundial, resulta inconcebible que Jap¨®n no participe, directa o indirectamente, en este proceso.
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