"Los hu¨¦rofanos de Hitler"
La librer¨ªa Ognios se encuentra en el coraz¨®n de Par¨ªs, a cuatro pasos de la estatua de Juana de Arco. Al lado de su apedreado escaparate montan guardia dos colosos con cascos de motorista cubriendo sus cabezas. Otros dos tipos vigilan con aire feroz el interior. Tras el mostrador atiende un hombre de unos 30 a?os, bien trajeado y con los cabellos rapados en las sienes. A su lado, bien visible, una escopeta de repetici¨®n de gruesos ca?ones.Un cliente compra unos cuantos ejemplares de una revistilla llamada Revisi¨®n. La portada est¨¢ ilustrada con dos dibujos que datan de la II Guerra Mundial. En uno de los dibujos, alem¨¢n, figura la caricatura de un jud¨ªo coronado con la estrella de David que babea sangre sobre una ciudad en llamas. La otra ilustraci¨®n, francesa, representa un monstruoso ser de cabeza humanoide y patas de ara?a abrazando el globo terr¨¢queo. Las leyendas hablan del "peligro jud¨ªo".
Al cobrar, el tipo bien trajeado abre un caj¨®n m¨¢s repleto de cartuchos que de billetes y monedas. Luego interroga con la mirada a los dos reci¨¦n llegados.
-?Bertrand Leforestier?
-No est¨¢.
-?Sabe cu¨¢ndo vendr¨¢?
-No lo s¨¦.
-?C¨®mo podr¨ªamos localizarle?
-?Qui¨¦nes son ustedes?
-Periodistas... Periodistas extranjeros.
-Entonces no podr¨¢n localizarle ni hoy ni nunca. El se?or Leforestier no recibe a ning¨²n tipo de periodistas.
-?Podemos dar un vistazo?
-si, pero r¨¢pido.
Nietzsche, Hitler y Le Pen son los ¨²nicos autores conocidos del gran p¨²blico expuestos en Ogmios. La mayor¨ªa de los otros a tenor de las contraportadas, son "profesores franceses" que han "investigado" sobre la II Guerra Mundial. Seg¨²n sus tesis, los campos de concentraci¨®n, las c¨¢maras de gas y el holocausto no existieron nunca. Todo fue "un montaje de los vencedores", o sea, los jud¨ªos.
Ogmios, cuyo nombre es el del dios del saber en lengua celta, est¨¢ tambi¨¦n ampliamente surtida de soldaditos de plomo de los ej¨¦rcitos alem¨¢n e italiano de la II Guerra Mundial, incluidos Hitler y Mussolini en uniforme militar; v¨ªdeos sobre el F¨¹hrer, el Duce y el mariscal P¨¦tain; crucecitas gamadas en pl¨¢stico y metal, y toda esa quincalla neonazi.
En 1986, Leforestier fund¨® esta librer¨ªa parisiense. Dirigente del Partido Nacionalista Franc¨¦s y Europeo, Leforestier, que ha bautizado a su hijo con el nombre de Adolf, suele invitar a su castillo de Corvier a los m¨¢s activos ultraderechistas de Europa occidental.D¨ªas atr¨¢s, Leforestier dijo a una periodista de Lib¨¦ration, que visit¨® su librer¨ªa sin identificarse profesionalmente: "Al primer jud¨ªo que me enmierde, le pego un tiro". Y a continuaci¨®n afirm¨® que los autores de la profanaci¨®n del cementerio de Carpentras fueron los propios jud¨ªos: "Eso est¨¢ en su cultura; los europeos no hacemos cosas semejantes".
-?Puedo hacerle una ¨²ltima pregunta? ?Para qu¨¦ sirve la escopeta?-Para defendernos -responde el tipo bien trajeado que hace de librero. Y se?alando el escaparate apedreado, a?ade-: "El pasado domingo fuimos atacados por una banda de jud¨ªos. Estamos en guerra".
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