Fellini, Godard y el espa?ol Guer¨ªn trajeron la pol¨¦mica

La proyecci¨®n de La voz de la luna, del maestro italiano Federico Fellini; de Nueva ola, del maestro franc¨¦s Jean-Luc Godard; y de Innisfree, del aprendiz espa?ol Jos¨¦ Luis Guer¨ªn, permiti¨® ayer en Cannes crear una pol¨¦mica inversi¨®n de valores y papeles: el an¨®nimo aprendiz imparti¨® una lecci¨®n de rigor y humildad a sus renombrados y petulantes colegas.Fellini y Godard llenaron ayer los escaparates de la secci¨®n oficial, mientras Guer¨ªn se qued¨® en un rinc¨®n de la secci¨®n paralela Una Cierta Mirada. Pero hubo mejor cine en este oscuro rinc¨®n que en aquellas sesiones de lujo, llenas de aplausos reverenciales.

En su Innisfree, Guer¨ªn hace una sencilla y bella exploraci¨®n en la vida actual del pueblecito irland¨¦s donde en 1951 John Ford rod¨® su genial El hombr etranquilo. Le ha salido al mismo tiempo un filme de amor, un documento sobre el paso del tiempo, un rastreo de las huellas que la imaginaci¨®n cinematogr¨¢fica deja sobre la realidad, y finalmente un poema sobre el poema de la tierra materna, que Ford incub¨® en su infancia en un hogar de emigrantes irlandeses en Maine. Todo es m¨¦dula en esta apasionada b¨²squeda dentro de las ruinas de un momento de plenitud del arte de este siglo.

C¨¢scara y parloteo

Y si todo es m¨¦dula en la humilde Innisfree, en cambio todo es c¨¢scara, parloteo, ret¨®rica y charlataner¨ªa de expert¨ªsimos vendedores de s¨ª mismos, de fabricantes de cine disfrazado de genial, en las pel¨ªculas de Fellini y Godard. En un cartel¨®n de la RAI en La Croisette se lee: "El cine de calidad necesita ayuda". Una muchacha indignada ha escrito debajo, con su carm¨ªn violeta: "Pero no ¨¦sa".La voz de la luna es una pel¨ªcula improvisada con un cheque en blanco, unos destellos mortecinos de fantas¨ªa y un enorme y suntuoso decorado. Notas tomadas a pie de pantalla: "Una ocurrencia detr¨¢s de otra, pero ning¨²n engarce entre ellas. Todo est¨¢ desmembrado. No hay ficci¨®n, sino simulaci¨®n. Fellini hace lo que le viene en gana. Tiene bula. Rueda desde su divinidad: se le ocurre algo y, por idiota que sea, ordena rodarlo. Unifica a las dispersas im¨¢genes su marca de f¨¢brica. Son de Fellini y esto basta para venderlas".

En Nueva ola, Godard, en cambio, organiza su filme milim¨¦tricamente, con regla de c¨¢lculo. Es un poema de laboratorio en el que un cineasta con armas expresivas muy refinadas, habla, habla y habla, sin tener nada que decir. Notas tomadas a pie de pantalla: "Otra vez el mismo plano del ¨¢rbol. La c¨¢mara escapa del tronco. Es prodigiosa la habilidad de Godard para irse por las ramas".

Es esta secuencia una radiograf¨ªa de la totalidad del filme: hay en ¨¦l a raudales esa forma menor de inteligencia que llamamos astucia.

La voz de la luna est¨¢ aqu¨ª fuera de concurso. Nueva ola compite. Un periodista franc¨¦s, evidentemente no chovinista, dijo a la salida de la conferencia de Prensa de Godard: "Esto apesta a Palma de Oro". La feroz frase es otra radiograf¨ªa, esta vez de la inconcebible fuerza de presi¨®n que en los festivales tienen los grandes nombres y del subsuelo de papanatismo que corroe la credibilidad de estos montajes de compra-venta de celuloide al peso, con marca de f¨¢brica y no con huellas dactilares humanas.