Por el cambio, contra Roma
Nadie ha salido a¨²n de su asombro. Ni siquiera los causantes del estropicio. La astronom¨ªa pol¨ªtica tiene enfocados todos sus telescopios en un objeto inclasificable que en la noche del 6 al 7 de mayo irrumpi¨® en el firmamento democr¨¢tico italiano. Bossi y su incondicional Liga Lombarda se llevaron de calle un 19% de los votos regionales al grito de "Abajo el Estado centralista".Al estupor general, que en la c¨²spide de la Democracia Cristiana se ti?e de amargo desprecio, se une la Incredulidad de una clase pol¨ªtica enquistada que se cre¨ªa a salvo de abordajes piratas. El bot¨ªn obtenido por los lombardos no ha respetado nave alguna: los democristianos han perdido un 3%, de votos, m¨¢s del doble de la baja registrada a escala nacional. A las arcas de la Liga han ido a parar asimismo votos socialistas, republicanos, liberales, socialdem¨®cratas, comunistas y hasta ultraderechistas. En su mayor¨ªa, votos a favor del cambio y contra Roma. Votos de protesta contra la partidocracia, el clientelismo, la corrupci¨®n, la ineficacia de los servicios p¨²blicos, el despilfarro, la falta de transparencia financiera y la dictadura democristiana. En fin, contra un sistema pol¨ªtico cautivo la fortaleza del inmovilismo.
El muro del pentapartido
La futura trayectoria de este objeto pol¨ªtico a¨²n no identificado es incierta. Algunos vaticinan que Bossi y su corte acabar¨¢n estrell¨¢ndose contra el muro del pentapartido. Otros auguran su instalaci¨®n permanente en la ¨®rbita regional. Pero cabe una tercera hip¨®tesis: que este fen¨®meno, sabiamente utilizado por los socialistas, acabe arrojando a la Democracia Cristiana al infierno de la oposici¨®n por primera vez en m¨¢s de 40 a?os.El 5,4% de votos obtenidos a escala nacional ha convertido al flamante segundo partido de Lombard¨ªa en el cuarto del pa¨ªs. Tras las pr¨®ximas elecciones generales, y junto a aquellas otras regiones que sigan su ejemplo, la Liga Lombarda muy bien pudiera tener en su mano la llave que abriera el cofre del anhelado cambio, dando paso a la alternancia en el poder. Algo que exige el pa¨ªs real, pero que impide el pa¨ªs oficial.
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