El club
Los felip¨®logos han dedicado buena parte de la semana a las declaraciones informales de Felipe Gonz¨¢lez, en Canad¨¢, ante los periodistas que cubr¨ªan uno de sus viajes de afirmaci¨®n universal. Del conjunto de lo declarado destaca ese quite oportun¨ªsimo a Jos¨¦ M. Aznar, interpretado por algunos como el beso de la mujer ara?a y por otros como la propuesta de ingreso en el club del bloque constitucional, que por ahora parece el club de los poetas muertos. Urge, en efecto, que la poblaci¨®n en general recupere la confianza en la mal llamada clase pol¨ªtica, y el club ha ido acogiendo a todos los damnificados por la ola de desprestigio que nos invade. Obs¨¦rvese que el club se constituy¨® a ra¨ªz del esc¨¢ndalo Guerra y que Aznar y Anguita quedaron fuera cual Savonarolas hostigantes.Cogido a contrapi¨¦ por el caso Naseiro, Aznar parece, precisamente por eso, haber contra¨ªdo m¨¦ritos suficientes para integrarse en el bloque constitucional, club de socorros y olvidos mutuos, evang¨¦lico si se tiene en cuenta la par¨¢bola que invita a no jactamos por virtudes que implican los vicios de los otros. Si Aznar acepta la propuesta, las descre¨ªdas masas tendr¨¢n motivo para pensar que la catarsis bien entendida empieza por uno mismo y que sus se?or¨ªas est¨¢n interesados en hacer la colada de sobornos y cohechos a puerta cerrada. Entre la tremenda v¨ªa griega a la catarsis y la c¨ªnica v¨ªa francesa de la autoamnist¨ªa, la v¨ªa espa?ola ser¨ªa la catarsis mediante un secreto acto de contrici¨®n y una penitencia. impuesta por F¨¦lix Pons, que algo tiene de consiliario laico de cursillo de cristiandad.
No es que las gentes del lugar esperen transparencia informativa y regeneraci¨®n democr¨¢tica para un rearme moral colectivo. Al contrario. Las gentes esperan que se confirme y consolide el contubernio para hacer bueno aquel consejo que les dej¨® el jefe del club de los chorizos fritos, el general Franco: "Hagan como yo, no se metan en pol¨ªtica".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.