Quebec, tentado por independizarse de Canad¨¢
La provincia franc¨®fona exige que se reconozca su caracter de 'sociedad distinta'
Lejos de las rep¨²blicas b¨¢lticas, en la otra punta del hemisferio norte, otro extenso pa¨ªs corre tambi¨¦n como la URSS el riesgo de desmembrarse: Canad¨¢. Si de aqu¨ª a un mes, al 23 de junio exactamente, tres de las nueve provincias angl¨®fonas no firman el llamado acuerdo constitucional del lago Meech, que garantiza a Quebec el estatuto de sociedad distinta en el seno de la federaci¨®n canadiense, parece probable que la regi¨®n franc¨®fona del pa¨ªs est¨¦ de nuevo tentada, como ya lo estuvo hace una d¨¦cada, por la independencia. Para evitarlo, Brian Mufroney, el jefe del Ejecutivo canadiense, ha iniciado una carrera contrarreloj.
Mulroney ha llamado estos ¨²ltimos d¨ªas por tel¨¦fono a los 10 jefes de Gobierno provinciales, al tiempo que su emisario, Lowell Murray, ministro para las Relaciones Interprovinciales, efectuaba una gira por el pa¨ªs con vistas a convocar una conferencia de primeros ministros en un ¨²ltimo intento de salvar el pacto del lago Meech.El tiempo apremia, porque a medida que se acerca la fecha limite del 23 de junio, en que caduca el acuerdo constitucional, aumenta el n¨²mero de habitantes de Quebec favorables a la independencia. Un sondeo publicado la semana pasada por el diario Toronto Star indicaba que el 60% es favorable a esta opci¨®n, mientras el 32% la rechaza y el 8% no se pronuncia. Cuando en 1980 se celebr¨® el refer¨¦ndum en la provincia franc¨®fona, s¨®lo el 40% se inclin¨® por la llamada soberan¨ªa-asociaci¨®n, es decir, por escindir se de la federaci¨®n.
El problema tiene su origen en la repatriaci¨®n por Canad¨¢, a principios de los a?os ochenta, de su Constituci¨®n, hasta entonces depositada en Londres. A diferencia de las dem¨¢s provincias, Quebec se niega a ratificarla, porque no garantiza la especificidad de una regi¨®n en la que el 81% de la poblaci¨®n se declara franc¨®fona y revindica una cultura diferente a la del oc¨¦ano angl¨®fono que la rodea.
Para reconciliar a Quebec con la Constituci¨®n, a la que los canadienses agregaron otra carta sobre derechos y libertades, Mulroney negoci¨® en la primavera de 1987, al borde del lago Meech, cerca de Ottawa, con los jefes de Gobierno provinciales un acuerdo constitucional. En ¨¦l no s¨®lo se reconoce a la bella provincia, como la llaman sus habitantes, como una "sociedad distinta", sino que se se?ala que existen comunidades franc¨®fonas en otras regiones de Canad¨¢, y tambi¨¦n una angl¨®fona en el mismo Quebec.
En las orillas del Meech se otorg¨® adem¨¢s, de hecho, a Quebec un derecho de veto sobre reformas constitucionales que afecten a la C¨¢mara de Representantes, al Senado, al Tribunal Supremo (donde dispondr¨¢ de la tercera parte de los jueces), a la creaci¨®n de nuevas provincias y se le garantiza, por ¨²ltimo, acoger una cuota anual de inmigrantes.
El acuerdo, que requiere la unanimidad, satisfizo al primer ministro liberal de Quebec, Robert Bourassa, y a otros seis jefes de Gobierno provinciales, pero no as¨ª a los de Manitoba y de Nuevo Brunswick, ni al de Terranova, que despu¨¦s de haberlo aceptado cambi¨® de parecer. Su rechazo se fundamenta en que otorga al Gobierno de Quebec poderes superiores a los de los dem¨¢s Ejecutivos provinciales con los que temen intente, entre otras cosas, imponer a¨²n m¨¢s estrictamente el uso del franc¨¦s a su minor¨ªa angl¨®fona.
Ley pol¨¦mica
Como prueba de ello recuerdan la promulgaci¨®n en 1985 en Quebec de una ley que prohib¨ªa el uso en anuncios y r¨®tulos p¨²blicos de cualquier idioma que no fuera el franc¨¦s, que el Tribunal Supremo derog¨® y que el Parlamento provincial aprob¨® de nuevo en 1988. Iniciativas como ¨¦sta han generado reacciones adversas como la de medio centenar de municipios angl¨®fonos de la pr¨®spera provincia de Ontario que se han declarado uniling¨¹es contraviniendo el biling¨¹ismo oficial en la Administraci¨®n p¨²blica.Para que adquiera rango de ley, el pacto de Meech debe ser ratificado por todas las legislaturas provinciales antes del 23 de junio. Para lograr convencer a las tres recalcitrantes, una comisi¨®n de la C¨¢mara de Representantes presidida por el ex ministro Jean Charest propuso la semana pasada una resoluci¨®n que enmienda el acuerdo del lago otorgando al Gobierno federal, y no a los provinciales, la protecci¨®n de los derechos de las minor¨ªas ling¨¹¨ªsticas, una forma de proteger al casi 9% de angl¨®fonos residentes en Quebec.
Robert Bourassa, en el poder desde 1985, parece aceptar este aspecto del informe Charest. Pero no est¨¢ dispuesto a transigir sobre la preeminencia de la Carta de los derechos y libertades sobre el acuerdo de Meech -si es que entran en contradicci¨®n-, ni a renunciar tampoco a largo plazo a su derecho de veto sobre la reforma del Senado.
Si las iniciativas del primer ministro de Ottawa en el pr¨®ximo mes no logran salvarlo, el pacto del lago caducar¨¢, se desmoronar¨¢ uno de los dos pilares, junto con el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, en los que Mulroney ha basado su pol¨ªtica, y, sobre todo, acarrear¨¢ probablemente para Canad¨¢ consecuencias imprevisibles.
La bella provincia se sentir¨¢ "m¨¢s incomprendida", ha anticipado Bourassa, y uno de sus ministros, Gil R¨¦millard, no duda en afirmar: "Las consecuencias del rechazo del acuerdo ser¨¢n graves para el futuro del pa¨ªs, y Quebec tendr¨¢ que promover una reorganizaci¨®n sustancial de sus lazos de asociaci¨®n con la federaci¨®n canadiense".
Otras voces, y no s¨®lo entre las filas tradicionalmente independentistas del Partido Quebe?ois, piden incluso a Bourassa que reemprenda el camino de la independencia iniciado por Ren¨¦ Lev¨¦sque. Si Quebec se separa, alguna otra provincia puede estar tentada no tanto por la independencia como por su incorporaci¨®n a EE UU, para evitar as¨ª las repercusiones econ¨®micas negativas de la amputaci¨®n de la cuarta parte de la poblaci¨®n canadiense (6,5 millones de habitantes).
Separaci¨®n posible
Los militantes del Partido Quebe?ois aseguran que una regi¨®n atiborrada de materias primas, y que es adem¨¢s el primer exportador mundial de papel de imprenta, el tercero de aluminio, el cuarto de madera de construcci¨®n y el quinto de hierro, apenas padecer¨¢ las consecuencias econ¨®micas de su separaci¨®n con tanta mayor raz¨®n que se mantendr¨ªa el libre comercio con el resto del pa¨ªs. Despu¨¦s de Ontario, Quebec es la provincia m¨¢s pr¨®spera de Canad¨¢.Los gabinetes de an¨¢lisis financieros norteamericanos como el Merril Lynch o el First Boston auguran, en cambio, a Canad¨¢ un porvenir econ¨®mico menos brillante si se produce la escisi¨®n. La amenaza de la independencia, aseguran economistas citados por el diario de Toronto Globe and Mail, ha empezado ya a surtir sus efectos sobre el conjunto del pa¨ªs provocando una subida de los tipos de inter¨¦s y un aplazamiento de las inversiones hasta despu¨¦s del fat¨ªdico 23 de junio.
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