Palitroques
Fernando C¨¢mara debi¨® salir a hombros, porque no puso banderillas. En el actual momento de la fiesta, no poner banderillas es todo un detalle que merece recompensa. Y si por imposiciones reglamentarias no puede ser la salida a hombros, se le invita a unas copas. El tercio banderillero, uno de los m¨¢s emocionantes y bellos que ha ideado la tauromaquia, vive tiempos decr¨¦pitos y en cuanto aparece alguien con los palitroques, la afici¨®n se echa a temblar. Ayer tembl¨® la afici¨®n como si le hubieran entrado fiebres tropicales. La afici¨®n lleg¨® a sus localidades relajada, pues esa no era la que llaman corrida de banderilleros qu¨ªmicamente pura, pero nada m¨¢s empezar la funci¨®n cay¨® en la cuenta de que era la corrida de los banderilleros en un 66'66% (el 33'33% restante, Fernando C¨¢mara), y se puso de los nervios.La corrida de los banderilleros es frase: acu?ada por el taurinismo que supone una presunci¨®n excesiva, si bien se mira. Ni tanta corrida, ni tantos banderilleros. Los taurinos tienen acu?ada la famosa frase para definir en un pl¨ªs-pl¨¢s el cartel en que intervienen tres matadores-banderilleros, y sirve para entenderse, si bien est¨¢ por ver que banderilleen en realidad.Distinto es que manejen palitroques. Efectivamente, los manejan. Nadie como los matadores-banderilleros para manejar palitroques con una sola mano, poni¨¦ndolos cruzaditos o armoniosamente agavillados, mientras con la otra primero saludan al presidente, luego a la afici¨®n. Tiene gran m¨¦rito, no se crea: nunca se les caen de la mano los palitroques a los matadores-banderilleros. Despu¨¦s, el que tuvo en la mano los palitroques cruzaditos o agavillados, cede un par a cada uno de sus compa?eros, los abraza efusivamente, saludan todos, y este instante es de gran emoci¨®n.Paco Alcalde ejecut¨® perfectamente la ceremonia en el primer toro, cedi¨¦ndole palitroques a V¨ªctor Mendes, y V¨ªctor Mendes la ejecut¨® en el segundo con igual perfecci¨®n o m¨¢s, cedi¨¦ndole palitroques a Paco Alcalde. En sus siguientes toros, cada cual se las compuso por su cuenta. Luego se dispusieron a hacer uso de los palitroques y all¨ª fue cuando a la afici¨®n temblona le sub¨ªa la fiebre. Los palitroques ca¨ªan donde dispon¨ªa Dios, unas veces en el toro, otras a su vera. Cuando los usaba Paco Alcalde, m¨¢s en la vera que en el toro y cuando V¨ªctor Mendes al rev¨¦s -se trata de banderillero valiente y seguro-, pero en cualquier caso aquellas carreras desenfrenadas que pegaban por el redondel ten¨ªan s¨®lo un remoto parecido con el aut¨¦ntico arte de banderillear. Con el oficio ya se parec¨ªan m¨¢s, en cambio, ya que en cada par se repiten: subalterno aparca toro, cuarteo veloz, desencuentro con el toro por si acaso, palitrocazo donde alcance, carrer¨®n hasta la barrera, saludos. A eso le llaman banderillear.
Paco Alcalde recuper¨® de los viejos maestros banderilleros el par en silla que, como su propio nombre indica, precisa silla, y a tal efecto la llev¨® a la plaza. Cit¨® sentado en ella, cuando llegaba el toro a jurisdicc¨ªon se levant¨®, quebr¨® un par, y no concluy¨® la suerte volteando violentamente la silla entre las astas, como prescrib¨ªan los cl¨¢sicos, mas la estampa result¨® muy torera y la afici¨®n se sinti¨® satisfecha de ver rota la vulgaridad del tercio de banderillas, aunque s¨®lo fuera por una vez y sin que sirva de precedente.
Con percales y pa?osas tampoco hubo mayores motivos de felicidad. La corrida sali¨® mala, esa es la verdad. V¨ªctor Mendes mulete¨® con tes¨®n tanto al inv¨¢lido tercero como al descastado quinto y los mat¨® muy guapamente. Su ¨²ltima estocada fue, sencillamente, soberana. El cuarto no respondi¨® a las porf¨ªas muleteras de Paco Alcalde y, sin embargo, el que abri¨® plaza, aunque manso en varas, lleg¨® a la muleta encastado y boyante. Alcalde lo lidi¨® bien en el primer tercio pero no lo provech¨® en el ¨²ltimo, porque sin adelantar la muleta, sin templar y sin mandar, no se aprovechan toros boyantes ni de los otros.
Fernando C¨¢mara tuvo un tercer toro noble que pronto se convirti¨® en gazap¨®n de los que embisten con la cara alta, y le dio buenos pases cuando ten¨ªa embestida. Abrevi¨® en el sexto, reserv¨®n e incierto, y la afici¨®n se lo agradeci¨® en el alma. Tambi¨¦n le agradeci¨® que no cogiera los palitroques, entre otras razones porque, si los llega a coger, aquella insoportable corrida hubiera durado media hora m¨¢s y el p¨²blico en general no lo habr¨ªa aguantado. Menos los jubilados de la andanada en particular, que iban a reventar, los pobres. Algunos est¨¢n de la pr¨®stata.
Babelia
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