Los abismos del arte
Muchos pintores noveles no tienen m¨¢s forma de exponer sus obras que sacarlas a la calle
?Por d¨®nde empieza un pintor para vender su obra en Madrid? Hay varios frentes. Acudir a un bar o a una hamburgueser¨ªa es, a veces, la ¨²nica forma de conseguir que las obras cuelguen de paredes ajenas. El frente m¨¢s dif¨ªcil es el acceso a las galer¨ªas comerciales. El m¨¢s sencillo, coger la obra y venderla directamente, como sucede en el mercado de pintores de la plaza del Conde de Barajas. Entre una y otra posibilidad hay un abismo econ¨®mico, un abismo en el reconocimiento de la obra y, en la mayor¨ªa de los casos, un abismo en la calidad de lo ofrecido.
Pilar es estudiante de Bellas Artes. Quiso vender su obra y se decidi¨® por el frente de las tiendas de decoraci¨®n, aunque sab¨ªa que no se iba a hacer rica y mucho menos alcanzar la fama. Pero era una forma de empezar en el mercado.Lo primero que le sorprendi¨® a Pilar fue la diferencia econ¨®mica entre lo que ella cobraba por una de sus obras y lo que luego pagaba el comprador por el mismo art¨ªculo. Dos mil pesetas por un lienzo peque?o se convert¨ªan, despu¨¦s de poner un vistoso marco a ese lienzo, en 10.000 pesetas, como m¨ªnimo, para el p¨²blico. Pero lo peor es que Pilar ni siquiera pod¨ªa escoger el tema de sus obras. Los due?os de las tiendas de decoraci¨®n le ped¨ªan sobre todo paisajes. En algunos casos no pod¨ªa ni elegir ella los colores. En una tienda le encargaron que pintara en tonos pastel.
Hay otras v¨ªas, tan desanimantes como la anterior, para abrirse camino en el mercado del arte. Hay pintores que empiezan exponiendo en centros oficiales, bancos, salones culturales de todo tipo de organismos e incluso en caf¨¦s. Pedro, uno de los pintores j¨®venes y desconocidos de Madrid, recuerda con una risa amarga su primera exposici¨®n en un McDonald que hay en la Puerta del Sol.
'Ketchup' en mis cuadros
"Me dejaron exponer durante cuatro d¨ªas, ?y menos mal!, si hubiera durado aquella experiencia m¨¢s tiempo dudo que lo hubiera soportado", cuenta Pedro. "Mis cuadros no permanec¨ªan colgados todo el tiempo, sino que me daban un par de horas al d¨ªa para exponerlos. Llegaba por las tardes y los sacaba de su escondite para colgarlos. A las nueve volv¨ªa a descolgarlos y esconderlos. En realidad, la gente que iba a comerse la hamburguesa no se fijaba en ellos, a no ser que presenciaran el paseo de los cuadros entre las mesas, y ahora te cuelgo y ahora te descuelgo. A m¨ª lo que m¨¢s me preocupaba era el ketchup que con tanta fogosidad apretaban los ni?os y que pod¨ªa acabar barnizando mis cuadros".Lo cierto es que de todos estos lugares el pintor puede obtener s¨®lo la satisfacci¨®n de empezar a mostrar su obra, porque las ventas son pr¨¢cticamente nulas.El Rastro madrile?o, en cuanto a pintura se refiere, es uno de los lugares de la ciudad que se ha hecho con peor fama en este terreno del comercio de cuadros. Y es explicable. Que las obras sean baratas se debe a que se pinta a destajo. En la mayor¨ªa de los casos, en el Rastro ni siquiera se venden obras originales, sino copias.
Emilio pinta para un hombre que vende sus cuadros en el Rastro. Le da 3.000 pesetas por lienzo y lo ¨²nico que tiene que hacer es pintar cientos de versiones del mismo paisaje. Pero a ¨¦l hace tiempo que no le preocupa el crecer como pintor. Emilio se ha convencido de que s¨®lo quiere tener ese dinero seguro para vivir y pinta a destajo de la misma forma que podr¨ªa cortar uvas o poner tornillos en una f¨¢brica. A mayor cantidad de producto, m¨¢s dinero. As¨ª son las cosas.
El mercado
La asociaci¨®n de Pintores de la plaza del Conde de Barajas pretende diferenciarse del Rastro. Quiere en su mercado m¨¢s calidad. Entre sus normas, una dice que s¨®lo se pueden vender all¨ª originales, y adem¨¢s los debe vender el propio pintor. No hay intermediarios posibles.Existe tambi¨¦n un precio m¨ªnimo. Nadie puede vender una obra por menos de 5.000 pesetas. Para formar parte de esta asociaci¨®n hay que pagar 600 pesetas mensuales y ello da derecho a participar en los actos que realicen, a poder guardar la mercanc¨ªa en un piso com¨²n cercano al mercadillo y, lo m¨¢s importante, a exponer los cuadros los domingos de diez a dos en la plaza del Conde de Barajas (cerca de la plaza Mayor). La venta depender¨¢ ya de la calidad de los cuadros, de la suerte, de la ¨¦poca e incluso de la mayor o menor afluencia de turismo.
Otro frente donde puede un pintor empezar a exponer es ya de ¨¢mbito privado, el propio taller o el taller de otros colegas. Maite y Juan trabajan en el taller de ¨¦ste. Maite suele acudir a tomar apuntes de figura humana al C¨ªrculo de Bellas Artes. Hace poco decidieron montar una exposici¨®n colectiva en el taller y buscaron formas originales de hacerse publicidad. Aun as¨ª, el p¨²blico mayoritario no se enter¨® o prefiri¨® acudir a las galer¨ªas comerciales, donde exponen pintores m¨¢s conocidos.
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