Los otros
Miro a mi alrededor y contemplo al personal muy compungido con el asunto de los cementerios jud¨ªos. Tambi¨¦n le vi soltar el moco ante la serie Ra¨ªces, y en general lagrimean todos que da gusto al ver a los negritos buenos y desdichados de las pel¨ªculas de Hollywood. Eso s¨ª, luego estas gentes de almas delicadas llaman moracos a los norteafricanos y abusan de sus criados orientales.Quiero decir que somos uno de los pueblos m¨¢s xen¨®fobos y tontamente racistas que conozco, por muchos cupl¨¦s que queramos cantarnos sobre nuestra "hospitalidad tradicional". Y por ende tenemos las leyes de extranjer¨ªa que nos merecemos, esto es, horrendas. Y con la excusa de la bella Europa, las cosas parecen ir para peor. Sin embargo, en Espa?a hay tan s¨®lo unos 600.000 inmigrantes, entre legales e ilegales, lo cual supone apenas el 1,5% de la poblaci¨®n, un ¨ªndice baj¨ªsimo comparado con los pa¨ªses europeos. Casi la mitad, adem¨¢s, vienen de la CE y est¨¢n legales. Lo malo son los dem¨¢s. Los 160.000 latinoamericanos, por ejemplo, sudacas de nuestro desd¨¦n, aunque en los a?os setenta vivieran felizmente en Am¨¦rica Latina dos millones y medio de espa?oles. Todos estos datos est¨¢n en el manifiesto de la Campa?a Pro Regulaci¨®n e Integraci¨®n del Inmigrante. Pero las cifras son un p¨¢lido reflejo de la realidad. De la miseria y la indignidad en la que muchos viven. De la condena a la clandestinidad, porque no est¨¢ reconocido el derecho fundamental a traerse a la familia. De los casos desesperados como el de aquel refugiado iran¨ª que prefiri¨® suicidarse, el pasado mes de octubre, antes de ser devuelto a Ir¨¢n y posiblemente a la tortura. En 1989 hubo 2.721 solicitudes de refugio y s¨®lo se concedieron seis. Ma?ana hay una manifestaci¨®n en Arg¨¹elles, en Madrid, denunciando todo esto. Convendr¨ªa acudir, porque muchos de los inmigrantes apaleados e ilegales ni siquiera se atrever¨¢n a estar ah¨ª.
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