Racismo en Fuenlabrada
Resulta sumamente interesante el af¨¢n de los espa?oles por proclamar a los cuatro vientos que no son racistas. Pero no es menos llamativa la profunda contradicci¨®n que se desprende de sus actitudes y gestos en contra de otros seres humanos no blancos.Hablo de experiencia propia y vivida, pues desde que me hube de trasladar a Espa?a intento integrarme en la sociedad espa?ola, consciente de que se trata de seres humanos b¨¢sicamente, muchos de cuyos paisanos se han visto, como yo, obligados a buscar mejores medios de vida y libertad en mi pa¨ªs, Guinea Ecuatorial.
Resido en un barrio de las afueras de Madrid (Fuenlabrada), en una plaza que tiene por nombre Santander. Soy guineana e intento pasar mis d¨ªas de emigrada-inmigrada lo mejor posible, rodeada de mis cuatro hijos, que hacen todo lo posible por integrarse y por lo menos no estorbar a la sociedad en la que nos movemos. Pero a la vez que nos aseguran nuestros vecinos que no son racistas, su actitud y actuaciones con nosotros son cuando menos muy extra?as.
Desde comentarios hostiles y ofensivos sobre nuestro color, pasando por acusaciones e imputaciones falsas a mis hijos (negros, claro) de toda anomal¨ªa que se produce en el barrio, siguiendo por provocaciones y ofensas verbales directas, hasta haber sido yo misma v¨ªctima de la mordedura de un perro achuchado por un vecino impunemente.
En medio de esta indefensi¨®n total acabamos de recibir en el buz¨®n una octavilla en la que nos atribuyen haber pinchado todas las ruedas de los coches del barrio y, como consecuencia, se nos llena de insultos, amenazas, frases de desprecio y denigraci¨®n dif¨ªciles de ser aguantadas por un ser humano.
He querido utilizar este medio de comunicaci¨®n para invitar a los racistas de mi barrio a que reconsideren su actitud con nosotros e intenten aprender a convivir y aguantar nuestro color, lo mismo que nosotros sabemos aguantarlos en nuestro pa¨ªs.-
Madre guineana exiliada.
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