Inesperada visi¨®n de un turista
Hoy, sin esperarlo, me he cruzado por la calle con un grupo inesperado. Con los primeros calores han aparecido por la ciudad los turistas, aves desharrapadas, en alpargatas, preparadas para cualquier infortunio, con toda clase de mapas, gu¨ªas y dem¨¢s indicadores callejeros. Cuando yo todav¨ªa no me he atrevido a guardar las prendas de invierno por eso de que "hasta el 30 de mayo no te quites el sayo", empiezo a ver por la ciudad grupos de turistas que, con la m¨¢quina de fotos por estandarte y los pantalones cortos como distintivo del estoy de vacaciones, se pasean por nuestras calles con sus mapas y su ropa playera sin ning¨²n ¨¢nimo de pasar inadvertidos. Ellos van sin prisa..., a ver qu¨¦ descubren, qu¨¦ sabor nuevo prueban de la cocina del pa¨ªs o qu¨¦ sorpresa hay en el otro lado de la esquina. Han dejado sus relojes en la maleta y salen a la calle cada ma?ana con el ¨²nico af¨¢n de descubrir algo que hacer suyo para el recuerdo. Van acalorados con los primeros asomos del verano, se dejan impresionar f¨¢cilmente por los primeros rayos de sol y se alborozan ante descubrimientos como una fuente olvidada en una peque?a plaza del casco antiguo o una tienda de abanicos polvorientos. Lo bueno de lo desconocido es que uno no es exigente a la hora de dejarse impresionar.Me acord¨¦ de que el a?o pasado por estas mismas fechas yo me paseaba por las calles de una ciudad extranjera, at¨®nita, a la espera de descubrimientos, con mi m¨¢quina de fotos al hombro y mi plano en el bolsillo como un turista m¨¢s, sin saberlo. Y es que, me pregunto yo, ?puede haber algo m¨¢s envidiable que la sensaci¨®n de ser un turista en tierra extra?a? Lo que quiz¨¢ necesitar¨ªamos es aprender a ser turistas de nuestro propio entorno, ponernos unos pantalones cortos, coger la m¨¢quina de fotos y echarnos a la calle para descubrir qu¨¦ hay en la otra esquina de nuestro trabajo y en el otro lado de nuestra vida.-
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