Fue un fraude
Torrestrella / Romero, Cort¨¦s, Dom¨ªnguezTres toros de Torrestrella, desiguales de presencia; sobreros: 3? y 5? de La Laguna y 6? de Cortijoliva, que sustitu¨ªa a otro sobrero del conde de Ruise?ada, todos inv¨¢lidos. Curro Romero. pinchazo hondo delantero atravesado y dos descabellos (bronca), estocada corta descaradamente baja, descabello y rueda de peones (peque?a bronca). Manolo Cort¨¦s: pinchazo y estocada corta (pitos); pinchazo hondo, rueda de peones y tres descabellos (silencio). Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo y estocada corta trasera ladeada (silencio); media muy atravesada baja y descabello (m¨¢s palmas que pitos). Plaza de Las Ventas, 29 de mayo. 19? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
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Todos los toros estaban inv¨¢lidos: los titulares, los sobreros los que se lidiaron, los devueltos al corral; los que ven¨ªan de los predios de Medina-Sidonia, los de Navalmoral de la Mata, los de Alcaudete de la Jara, los de Sotillo de las Palomas; andaluces, toledanos, cacere?os; casta?os, chorreaos, amelocotonaos encendidos, negros bragaos o sin bragar; cornalones, brochos, cubetos, acucharaos; grandes, chicos, medianos; todos inv¨¢lidos y as¨ª hasta 10, los 10 que saltaron a la arena de Las Ventas. Luego, fue un fraude. Porque es imposible que toros tan distintos, de tan diversas procedencias y encastes, dispares de peso y trap¨ªo se uniformaran en la invalidez m¨¢s absoluta. Es imposible, a no ser que se hubiera declarado epidemia en los corrales, en cuyo caso no hemos dicho nada y lo que deber¨ªan hacer es fumigarlos.
Fumigarlos ser¨ªa sabia medida, de todas formas, con epidemia o sin ella, pues ocurren ciertas cosas en los corrales de ciertos cosos que la raz¨®n no acierta a entender y la zootecnia menos, y es probable que acabara con ellas un fumigador experto. Por ejemplo, llegaba el fumigador a los corrales y, iziuuuz¨¢s!, no dejaba t¨ªtere con cabeza. Algunos aficionados prefieren la f¨®rmula del t¨ªo con garrota. Algunos aficionados llevan a?os diciendo que el problema de la ca¨ªda de los toros lo solucionaban enviando a los corrales un t¨ªo con garrota. Bueno, se podr¨ªa arbitrar una soluci¨®n combinada: primero el fumigador, que atonta; _luego el t¨ªo de la garrota, que remata, y se acab¨® la cuesti¨®n.
Algo habr¨¢ que hacer pues sucesos como los de esta corrida son intolerables. Estaba la plaza abarrotada de un p¨²blico expectante, congregado all¨ª para ver el arte de Curro Romero -esa es otra-, la maestr¨ªa de Roberto Dom¨ªnguez -esa es la de m¨¢s all¨¢-, que para eso hab¨ªa hecho colas, movido influencias, empe?ado el colch¨®n, y se encontr¨® con que ni siquiera pudo presenciar una corrida, normal. L¨®gicamente, se sinti¨® estafado. Y vociferaba, flameaba pa?uelos verdes que son las banderas de la protesta, consigui¨® que devolvieran al corral cuatro toros inv¨¢lidos, no consigui¨® que devolvieran otros seis a¨²n m¨¢s inv¨¢lidos, miraba hacia el callej¨®n donde pululan taurinos y les gritaba ?chorizos!, miraba hacia el palco donde pululan presidentes y les pon¨ªa de ineptos perdidos, al abandonar la plaza se mesaba los cabellos y juraba no volver... Pero de nada le vali¨®: los toreros se marcharon con viento fresco -un poco m¨¢s caliente el de Curro, pues le tiraron almohadillas-, la empresa hizo un taquill¨®n, la autoridad no intervino bolsas ni exigi¨® responsabilidades. Y, adem¨¢s, volver¨¢. Por eso le toman el pelo al p¨²blico: porque vuelve.
Hubo dos ver¨®nicas suaves y dos redondos fin¨ªsimos de Manolo Cort¨¦s, entre numerosos enganchones de franela y m¨²ltiples tumbos de los toros; hubo derechazos y luego desproporcionados macheteos de Roberto Dom¨ªnguez fabulando poderosa maestr¨ªa frente a torazo pregonao, y se trataba de borrego moribundo; hubo mantazos de Curro Romero. Eso fue cuanto dio de s¨ª el lado del arte. De manera que ni toros, ni toreros. Y si los carteles dec¨ªan que toros y toreros s¨ª, pero luego result¨® que toros y toreros no, alguien le quit¨® la cartera a ese bendito p¨²blico que se gast¨® buenos duros para ver una corrida de toros y a¨²n est¨¢ esperando que empiece.
Babelia
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