Por una propuesta agraria progresista
Considera el autor del texto que es imprescindible el abrir un proceso de concertaci¨®n sobre el futuro del sector agrario en la perspectiva del mercado ¨²nico europeo de 1993. Explica la llamada Propuesta Agraria Progresista, que incide en puntos como la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica real de compensaci¨®n de rentas y de mejora de la eficacia de las explotaciones familiares; la creaci¨®n de un marco jur¨ªdico que regule las relaciones interprofesionales entre el sector productivo y el industrial; la potenciaci¨®n de las empresas p¨²blicas en el sector de la distribuci¨®n y la participaci¨®n sindical en sus consejos de administraci¨®n.
El pr¨®ximo 2 de junio, la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA), junto a otras organizaciones agrarias, se manifestar¨¢ en Madrid para exigir al Gobierno la apertura de un proceso de concertaci¨®n mediante el que se analice y se concrete el futuro del sector agrario espa?ol en la perspectiva del Mercado ¨²nico de 1993. Tras el lema que encabezar¨¢ la manifestaci¨®n -"Concertaci¨®n y futuro para el campo"- vuelve a estar el intento de conseguir normalizar un marco de di¨¢logo y negociaci¨®n entre los sindicatos agrarios y el Gobierno.El sector agrario en nuestro pa¨ªs est¨¢ compuesto mayoritariamente por explotaciones familiares cuyos titulares son peque?os y medianos agricultores o ganaderos que viven directamente de su trabajo y que representan al colectivo social que m¨¢s acusadamente est¨¢ sufriendo los efectos negativos del actual proceso de reconversi¨®n agraria, generado por la aplicaci¨®n de profundas reformas en la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n.
No hace mucho tiempo, en estas mismas p¨¢ginas, un alto responsable del Ministerio de Agricultura, su subsecretario concretamente, hac¨ªa una versi¨®n novelada sobre el miedo a la libertad de mercado y aprovechaba para dedicar un alegato al progreso y a la modernidad de nuestro sector agrario. Muy inspirado, si no fuera porque todo ello se prestaba a ser interpretado m¨¢s como un proceso de reconversi¨®n ideol¨®gica que como un giro verdaderamente favorable al propio sector agrario. Porque el mercado, ese t¨¦rmino tan manido por los economistas liberales, no s¨®lo es un mecanismo de asignaci¨®n de recursos; es tambi¨¦n un ¨¢mbito en el que se confrontan los intereses de diferentes grupos sociales con una capacidad para organizarse muy desigual.
Son estas consideraciones las que han hecho que la UPA, como organizaci¨®n progresista y representativa del colectivo mayoritario de nuestra agricultura, haya elaborado, independientemente del resto de las organizaciones agrarias, lo que hemos llamado la Propuesta Agraria Progresista, en la que se recogen las reivindicaciones prioritarias que los peque?os agricultores y ganaderos exigen del actual Gobierno para paliar el actual d¨¦ficit social que padecen como colectivo desfavorecido.
Los m¨¢s perjudicados
Los peque?os y medianos agricultores han sido los m¨¢s perjudicados por la disparidad creciente entre la evoluci¨®n de los precios de los productos agrarios en origen y los precios al consumo. Entre 1977 y 1988, el crecimiento de los precios agrarios se situ¨® un 257. debajo del IPC de alimentaci¨®n, lo que pone de manifiesto el clar¨ªsimo componente especulativo que tienen los actuales precios al consumo de los productos alimenticios y demuestra que la responsabilidad del encarecimiento hay que situarla en los procesos. de intermediaci¨®n y distribuci¨®n, nunca en el propio sector agrario.
Por otro lado, es notoria la existencia de grandes empresas transformadoras y grandes operadores comerciales, que finalmente imponen a los peque?os agricultores y ganaderos los precios y condiciones de adquisici¨®n de sus productos, sin que, en respuesta, la alternativa cooperativa haya sabido o podido contraponerse a las acciones especulativas de los m¨¢s fuertes. Igualmente preocupante es que el 32% del mercado de distribuci¨®n agroalimentaria en nuestro pa¨ªs est¨¦ controlado por capital extranjero y que la tendencia siga avanzando en direcci¨®n ascendente: en 1992 ese capital extranjero copar¨¢ el 50% del mercado espa?ol.
?stas son algunas de nuestras recusaciones contra ese concepto de modernidad que con tanta frecuencia se trata de asociar al de igualdad. Pero tambi¨¦n es dudosa la tan tra¨ªda y llevada competitividad. En lo que se refiere a nuestro sector, los aumentos de la producci¨®n final agraria y de la productividad no se han traducido en una evoluci¨®n paralela de la renta agraria, ya que la mayor parte del crecimiento ha sido absorbido por el resto del aparato productivo.
En los ¨²ltimos 10 a?os tan s¨®lo un 10,2% de las ganancias de productividad en la actividad agraria han permanecido en el propio sector. Esto es, la capacidad de los peque?os agricultores para aumentar su eficiencia no se ha correspondido con una evoluci¨®n equiparable en la rentabilidad de su trabajo.
Sin embargo, s¨ª es constatable el retraso objetivo que padecemos respecto a los sistemas de prestaciones sociales agrarias de otros pa¨ªses de la CE. La Seguridad Social Agraria espa?ola todav¨ªa mantiene viejos arquetipos, como la existencia de jornadas te¨®ricas. No contamos con una aut¨¦ntica jubilaci¨®n anticipada y no disponemos de una fiscalidad protectora de nuestro colectivo.
Tratamiento fiscal
En este contexto, el contenido b¨¢sico de nuestra Propuesta Agraria Progresista se asienta, por un lado, en un tratamiento fiscal diferenciado para los peque?os agricultores y sus cooperativas y en el establecimiento de cuotas seg¨²n tramos de renta en el pago de la Seguridad Social.
Por otro lado, la propuesta incide en puntos como la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica real de compensaci¨®n de rentas y de mejora de la eficacia en las explotaciones familiares agrarias; la creaci¨®n de un marcojur¨ªdico que regule las relaciones interprofesionales entre los sectores productor e industrial y que determine el control de los contratos agrarios por parte de los sindicatos representativos; la potenciaci¨®n de las empresas p¨²blicas en el sector de la distribuci¨®n alimentaria y la participaci¨®n de los sindicatos en sus consejos de administraci¨®n; la elaboraci¨®n de una ley de ordenaci¨®n agraria y desarrollo rural; la definici¨®n del peque?o agricultor y la creaci¨®n de una l¨ªnea crediticia que le sea de f¨¢cil acceso, y, por ¨²ltimo, el establecimiento de una aut¨¦ntica Formaci¨®n Profesional Agraria gestionada por los sindicatos representativos del campo.
En resumen, desde la Uni¨®n de Peque?os Agricultores entendemos que el sector agrario no debe basar su modernidad ni su competitividad en los desequilibrios entre productores y regiones, esto es, en el d¨¦ficit social de los m¨¢s d¨¦biles, las explotaciones familiares.
Comprendemos tambi¨¦n nuestra enorme responsabilidad, como sindicato, a la hora de ofrecer propuestas ponderadas y asequibles para el Gobierno, y ¨¦se es el cometido de la Propuesta Agraria Progresista: convertirse en el instrumento mediante el cual la UPA y el resto de los sindicatos capaces de sintonizar con ella consigamos una verdadera reorientaci¨®n social de la actual pol¨ªtica econ¨®mica y agraria, y la configuraci¨®n de un bloque sindical progresista que se contraponga a los intereses de los grandes empresarios agrarios y los oligopolios industriales. ?stos y no otros son los objetivos de la UPA en la defensa de los peque?os y medianos agricultores y ganaderos de nuestro pa¨ªs.
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