El revisionismo neonazi
JOS? LUIS RODR?GUEZ JIM?NEZ
Hace escasas semanas, las p¨¢ginas de este diario nos tra¨ªan la noticia de la publicaci¨®n en Francia (y pr¨®ximamente en Espa?a) de un comic en el que se satirizaba la agon¨ªa de los prisioneros recluidos en los campos de concentraci¨®n nazis y se negaba, en clave de humor, el genocidio de los jud¨ªos en dichos campos de la muerte. Ahora, en estos ¨²ltimos d¨ªas, nos llega tambi¨¦n, tambi¨¦n de Francia, la noticia de la profanaci¨®n de varias tumbas jud¨ªas a manos de los componentes m¨¢s radicales de la extrema derecha. Mientras tanto, el Frente Nacional abanderado por Le Pen se ha negado a participar en la manifestaci¨®n de protesta realizada en las calles de Par¨ªs o a emitir cualquier comunicado de condena.Al parecer, la extrema derecha parlamentaria no considera condenable este tipo de atrocidades y adem¨¢s intenta sacar partido de ellas difundiendo un discurso xen¨®fobo, ultranacionalista (en lo pol¨ªtico, radical y religioso). En la actualidad, el antisemitismo incorpora la negaci¨®n del exterminio de los jud¨ªos en los campos de concentraci¨®n; y lo hace a modo de estrategia pol¨ªtica, como una estrategia m¨¢s que se suma a planteamientos de lucha pol¨ªtica ya utilizados por la extrema derecha, como son la estrategia electoral y la estrategia de la tensi¨®n, esta ¨²ltima profusamenta utilizada en Espa?a e Italia.
Parece estar fuera de toda duda que el investigador de las ciencias sociales debe tener como objetivo esencial la b¨²squeda y elaboraci¨®n de propuestas y conclusiones sobre el acontecer hist¨®rico, mucho m¨¢s que proteger las tesis conocidas. Pocos meses pasan sin que el descubrimiento de nuevos documentos o incluso el resquebrajamiento de alg¨²n viejo tab¨² nos invite a reinterpretar o valorar de forma diferente hechos supuestos o reales. Es el fruto de la revisi¨®n de los textos que nos hablan del acontecer hist¨®rico, de la deseada y esperanzadora adopci¨®n de posiciones cr¨ªticas respecto al conocimiento o interpretaci¨®n de un hecho o un per¨ªodo hist¨®rico, aportando nuevas fuentes documentales, o una lectura distinta de las mismas, a fin de alcanzar una comprensi¨®n m¨¢s exacta de nuestro pasado.
No es ¨¦sta una tarea exenta de dificultades, ya que rara es la ocasi¨®n en que no nos encontramos ante la problem¨¢tica de trazar un l¨ªmite entre la informaci¨®n s¨®lida que poseemos y las exposiciones y documentos (de variada lectura y que no equivalen a prueba inequ¨ªvoca) donde se asienta la incertidumbre. Claro que, en el momento de ejercer como revisionistas, no todos los investigadores revisan los textos y los acontecimientos pasados de una misma forma ni con objetivos pararelos. Max Waber, uno de los gigantes de la filosof¨ªa de la historia, ha insistido en el car¨¢cter selectivo del punto de vista del historiador; y no s¨®lo a causa de que ¨¦ste ejerce un saber cient¨ªfico en un momento determinado del proceso hist¨®rico con el que est¨¢ profundamente interrelacionado, sino tambi¨¦n porque frecuentemente la pasi¨®n ideol¨®gica se impone a la conciencia profesional, y el historiador se niega, consciente o inconscientemente, a valorar todos los derechos que conoce o a profundizar en cuestiones que le ser¨ªan asequibles a nivel cognoscitivo.
El pasado puede ser, efectivamente, objeto de un doble tipo de debate: hist¨®rico y pol¨ªtico. El caso de los campos de concentraci¨®n mandados construir por los gobernantes del Tercer Reich, las c¨¢maras de gas y el genocidio de los jud¨ªos y otros colectivos constituyen un ejemplo sintom¨¢tico de este doble debate, y de utilizaci¨®n del acontecer hist¨®rico como instrumento de combate ideol¨®gico, pr¨¢ctica tan antigua como la misma historia. A este respecto, los neonazis, pero tambi¨¦n otros componentes de la extrema derecha, dedican una considerable atenci¨®n, a la hora de valorar y exponer las circunstancias del nazismo y del fascismo, a la tarea de selecci¨®n de pruebas y, m¨¢s que nada, a plantarse: ?qu¨¦ contamos?, ?qu¨¦ ocultamos?, ?qu¨¦ manipulamos para ilustrar nuestro discurso?
El revisionismo en torno al estudio de los campos de concentraci¨®n y de exterminio erigidos por el nazismo puede ser tan leg¨ªtimo como el centrado en la Revoluci¨®n Francesa, el colonialismo, las cruzadas o la Komintern, por citar algunos ejemplos. Sin embargo, el revisionismo que practican los neonazis no responde a un ejercicio de tipo intelectual, ni es un fin en s¨ª mismo, sino un intento de blanquear el r¨¦gimen hitleriano y dar la vuelta a las responsabilidades que le incumben. Es bien sabido que uno de los principales obst¨¢culos para el desarrollo de los partidos neonazis y organizaciones de extrema derecha existentes en la Rep¨²blica Federal de Alemania ha sido la propia historia del nacional-socialismo. Los estudios realizados por los historiadores han sacado a la luz de forma muy detallada la pol¨ªtica y objetivos ¨²ltimos del r¨¦gimen nazi, y no s¨®lo su responsabilidad en un conflicto b¨¦lico que condujo a la muerte y a la destrucci¨®n en una escala sin precedentes, sino asimismo el programa y la acci¨®n de exterminio y genocidio ejercida por las organizaciones nazis sobre los jud¨ªos, gitanos, enfermos mentales, comunistas, socialistas, liberales y todos aquellos (es decir, casi todos) a quienes los nazis, y posteriormente -y tambi¨¦n antes- una parte importante de las formaciones de la extrema derecha, definieron como "inferiores" o "indeseables".
Los dirigentes neonazis son conscientes de que el nazismo (y por tanto los movimientos neonazis, y la extrema derecha en general, heredera de agrupaciones pol¨ªticas estrechamente vinculadas al Tercer Reich) s¨®lo podr¨¢ ser considerado una ideolog¨ªa y una pr¨¢ctica pol¨ªtica respetable si consiguiesen rehabilitarlo, eludiendo las responsabilidades que le corresponden por la planificaci¨®n y desencadenamiento de la guerra y el genocidio cometido en los campos de concentraci¨®n y de exterminio. No tratan solamente de eludir u olvidar el pasado, sino de manipularlo, reescribiendo la historia a su conveniencia. As¨ª, el objetivo central del revisionismo neonazi es intentar erosionar nuestro conocimiento de la realidad hist¨®rica, basado en abundantes investigaciones sobre la Segunda Guerra Mundial y el nazismo.
Para ello han puesto en funcionamiento numerosas asociaciones y publicaciones (Anales de la Historia Revisionista, en la que se entremezclan autores neonazis y anarquistas; la editorial brit¨¢nica Historical Review Press, editora de las revistas Historical Fatc y Holocaust News, vinculada al National Front; el Institute for Historical Review, en Calif¨®rnia, editor del Journal of Historical Review y organizador de los denominados Revisionist conventions ... ), desde las que ofrecen una nueva versi¨®n cuya base es la manipulaci¨®n de los acontecimientos hasta conseguir fabricar unos textos favorables al Tercer Reich. Estas versiones est¨¢n, en muchos casos, especialmente dirigidas a la juventud, a las generacioens que no tuvieron una experiencia directa de la conflagraci¨®n, para quienes los acontecimientos de 1933-1945 son, en muchas ocasiones, una lejana p¨¢gina de la historia y a las que, por tanto (piensan los neonazis), se les puede ofrecer m¨¢s f¨¢cilmente una historia falseada. Adem¨¢s, ahora que los sentimientos xen¨®fobos se extienden en Francia, RFA, Reino Unido, pero tambi¨¦n en pa¨ªses como Noruega y B¨¦lgica y en el este de Europa, y que los partidos que han lanzado y explotado un mensaje racista han encontrado una relativamente importante respuesta electoral en determinados n¨²cleos urbanos, los neonazis y las fuerzas pol¨ªticas afines creen que las circunstancias se inclinan a su favor. Los autores neonazis tratab de alcanzar un grado de credibilidad, prest¨¢ndose como una escuela alternativa en el campo de la investigaci¨®n hist¨®rica. El genocidio es presentado como "una gran mentira": el exterminio de los jud¨ªos por la Alemania nazi, seg¨²n estas versiones, nunca habr¨ªa tenido lugar (o, por lo menos, no habr¨ªa sido sistem¨¢tica y planificada, o la cifra de personas asesinadas ser¨ªa muy inferior a la apuntada hasta el moniento); las c¨¢maras de gas no habr¨ªan existido; las fotograf¨ªas que muestran los cuerpos sin vida, amontonados y esquel¨¦ticos, ser¨ªan un "montaje", el Diario de Ana Frank, una impostura... Toda esta suspuesta falsificaci¨®n ser¨ªa una invenci¨®n, bien de los jud¨ªos, bien de los sionistas, para extorsionar econ¨®micamente a Alemania de forma que Israel contin¨²e obteniendo reparaciones de guerra, y para ganarse la simpat¨ªa del mundo; de esta forma se coloca a una de las v¨ªctimas (ya que los jud¨ªos no fueron la ¨²nica) en el lugar del presor.
Los neonazis calculan que si se plantease aunque s¨®lo fuese una duda sobre la "falsedad" del exterminio de cientos de miles de personas en los campos de exterminio, podr¨ªa abrirse la puerta a la pregunta "entonces, ?qu¨¦ hubo de negativo en el nazismo?". Una vez conseguido este objetivo, les ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil que los partidos de derecha autoritaria pactasen con ellos y se decidieran a adoptar medidas restrictivas de las libertades, expulsi¨®n de inmigrantes, endurecimiento del C¨®digo Penal...
En resumen, y a modo de conclusi¨®n, no se debe olvidar que el revisionismo neonazi contituye mucho m¨¢s que un fin en s¨ª mismo, una estrategia adoptada para el combate ideol¨®gico. El t¨¦rmino revisionismo, cuando es utilizado por los neonazis y una buena parte de la extrema derecha, trata de desorientarnos, pues lo que desarrolla es una distorsi¨®n, una estrategia pol¨ªtica coordinada que busca una plataforma desde donde difundir sus ideas pol¨ªticas.
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