La gran guerra invisible
La teor¨ªa de que la tercera guerra mundial se desencaden¨® a mediados de este siglo, sin que nadie se diera cuenta, es algo m¨¢s que una idea sugerente. El borrador de la Estrategia mundial para la conservaci¨®n en los a?os noventa, distribuido recientemente por la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN), consolida una nueva visi¨®n del mundo en la que las llamadas crisis econ¨®micas, de las ideolog¨ªas, pol¨ªticas, etc¨¦tera- quedan empalidecidas por la crisis ambiental.Los efectos de esta crisis silenciosa son tan graves que no resulta exagerado compararlos con los que estar¨ªa produciendo una aut¨¦ntica guerra mundial. Los datos son elocuentes. En Francia han muerto en los ¨²ltimos a?os m¨¢s personas en accidentes de autom¨®vil que durante la II Guerra Mundial. En Escandinavia, un 20% de los lagos han quedado o est¨¢n a punto de quedar sin peces a causa de la contaminaci¨®n producida por las lluvias ¨¢cidas. Este mismo problema ha da?ado el 15% del volumen maderero de 17 pa¨ªses europeos. En los tr¨®picos se destruyen cada a?o unos diez millones de hect¨¢reas de bosques. Cada a?o tambi¨¦n se vuelven improductivas cerca de ocho millones de hect¨¢reas de tierras agr¨ªcolas por la erosi¨®n, la salinizaci¨®n y la alcalinizaci¨®n. Se estima que entre 1980 y el a?o 2000 se perder¨¢n 1.400 millones de hect¨¢reas de suelo debido al crecimiento de los asentamientos humanos.
?Qu¨¦ se dir¨ªa si esta devastaci¨®n, y otras que callo por no alargarme, las produjera un ej¨¦rcito invasor? Posiblemente nuestros estrategas militares recomendar¨ªan una rendici¨®n incondicional ante tal capacidad destructiva, sin precedentes en la historia de la humanidad.
El enemigo
Esto est¨¢ ocurriendo a espaldas de nuestros soldados, que en el ¨²ltimo a?o del que tengo datos (1985) gastaron en todo el mundo 900.000 millones de d¨®lares (107 billones de pesetas) en mirar m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras para ver si viene alg¨²n enemigo, cifra equivalente a la suma de los productos nacionales brutos de Africa y Am¨¦rica Latina de ese mismo a?o.
La gran guerra es invisible, y el enemigo. somos nosotros mismos. En este sentido, el borrador de la Estrategia mundial para la conservaci¨®n de la UICN se expresa con claridad: "Varios de los problemas ambientales prioritarios plantean amenazas inmigrantes a la seguridad nacional y regional, por lo cual, el tratamiento de esos problemas es un uso leg¨ªtimo de los presupuestos militares". El 1% de los gastos militares mundiales significar¨ªa liberar para la defensa ambiental 9.000 millones de d¨®lares al a?o (m¨¢s de un bill¨®n de pesetas).
No es la primera vez que la UICN, con la ayuda del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Plan de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), redacta una estrategia mundial para la -conservaci¨®n. El primero de estos documentos se public¨® en 1980, y su contenido, que predicaba un desarrollo sostenible que, no destruyera los recursos naturales, fue asumido por unos 60 Gobiernos, entre ellos el espa?ol. El poco inter¨¦s en adaptar la pol¨ªtica nacional a un modelo de desarrollo de este tipo resulta evidente por los hechos ocurridos en estos ¨²ltimos a?os.
Hoy, la UICN considera que la Estrategia mundial para la conservaci¨®n publicada en 1980 ha concluido su vida ¨²til, autocritic¨¢ndola por su concentraci¨®n exclusiva en la conservaci¨®n de la naturaleza, aunque justifica este enfoque porque sus autores supon¨ªan que "otras instancias se ver¨ªan estimuladas a preparar otras estrategias sobre poblaci¨®n, energ¨ªa, abastecimiento de alimentos, desarrollo econ¨®mico y derechos humanos", que se reforzar¨ªan mutuamente.
Nueva estrategia
La nueva estrategia mundial establece un nuevo concepto, el de desarrollo sustentable, e intenta que se act¨²e en muchos frentes, 11 porque los principales problemas -tales como el calentamiento global de la atm¨®sfera, la pobreza, el crecimiento de la poblaci¨®n humana, el menoscabo ambiental y la extinci¨®n de las especies de la fauna y la flora salvaje- se interrelacionan.
En Espa?a, las teor¨ªas de que la protecci¨®n del ambiente pasan por consolidar un modelo de desarrollo sustentable han sido falsamente interpretadas por sus responsables en los principales partidos pol¨ªticos. Para ellos, esta filosofia, recogida tambi¨¦n en el informe de la Comisi¨®n Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo, que coordin¨® la primera ministra noruega, Gro Harlem Brutland, por encargo de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que se public¨® en 1987, se traduce en que hay que asumir una nueva etapa de destrucci¨®n requerida por un desarrollo necesario para llegar a un nivel de vida en el que ya sobren recursos para destinarlos al medio ambiente.
Esta falta de sensibilidad para entender el mensaje de estos superinformes ambientales est¨¢ causando estragos en el equilibrio ecol¨®gico de nuestro pa¨ªs. Sin embargo, es en el alto grado de conservaci¨®n de los ecosistemas naturales espa?oles en los que se podr¨ªa asentar la formulaci¨®n de toda una teor¨ªa de desarrollo sustentable que sirviera para elevar el nivel de vida de las poblaciones que habitan en estos mismos espacios. Si Espa?a consiguiera pasar de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica en este terreno, su experiencia podr¨ªa ser de gran valor para ayudar a que el Tercer Mundo salga del c¨ªrculo infernal en el que se encuentra,, sumergido en un modelo de desarrollo dislocado en el que se intenta in¨²tilmente generar recursos destruyendo otros.
B. Varillas es editor de la revista ecologista Quercus y secretario general del Fondo Patrimonio Natural Europeo.
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