La patata caliente
A LOS pocos d¨ªas de la cumbre Bush-Gorbachov, la reuni¨®n en Copenhague de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE), dedicada en. principio a los temas de derechos humanos, se ha convertido en el escenario de un amplio debate, p¨²blico y privado, entre los ministros de Asuntos Exteriores de diversos pa¨ªses, sobre los problemas que urge resolver para situar las estructuras europeas a la altura de una situaci¨®n radicalmente nueva.Con el anuncio de Shevardnadze de una medida unilateral sovi¨¦tica de desarme -la supresi¨®n, entre otras, de 1.500 cabezas nucleares y 60 plataformas de lanzamiento-, la URSS da un paso m¨¢s para hacer de la CSCE un foro fundamental para las cuestiones de seguridad. En cuanto a las importantes propuestas de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez sobre la homologaci¨®n pol¨ªtica de los Estados europeos -en materias como elecciones, supresi¨®n de la pena de muerte, respeto a las minor¨ªas nacionales y otras-, se inscriben en una din¨¢mica que va a requerir, para trascender los meros deseos, una estructura de control que dar¨¢ a la CSCE una consistencia organizativa y un margen de competencias muy superiores a los actuales.
Pero en ese marco hay una patata caliente que agita a la diplomacia: la permanencia de la Alemania unida en la OTAN. Fue el punto de desacuerdo m¨¢s expl¨ªcito en las conversaciones entre Bush y Gorbachov. Y est¨¢ provocando un bloqueo de los progresos hacia una Europa de distensi¨®n y paz con una reducci¨®n sustancial de los armamentos. Para salir de esta situaci¨®n es ineludible concertar una soluci¨®n con la URSS sobre el futuro de Alemania. Hay unos 350.000 soldados sovi¨¦ticos en la RDA, que seguir¨¢n ah¨ª mientras no se llegue a un acuerdo con la URS S sobre el futuro sistema de seguridad en Europa, y ello pese a que la Alemania unida ingrese en la OTAN. A la vez, la URSS est¨¢ endureciendo su actitud en la negociaci¨®n de Viena sobre desarme convencional, como forma de presi¨®n para que se tenga en cuenta su posici¨®n sobre el problema alem¨¢n. La urgencia de salir de la paralizaci¨®n explica el ritmo vertiginoso al que se suceden las reuniones internacionales estos d¨ªas: desde Copenhague los ministros occidentales se han ido a Tunberry, en Escocia, a una sesi¨®n de la OTAN. Los dirigentes orientales, a Mosc¨², a una cumbre -quiz¨¢ la ¨²ltima- del Pacto de Varsovia. El 11 de junio Shevardnadze y Genscher se ver¨¢n en Brest. A finales de junio la conferencia cuatro m¨¢s dos se reunir¨¢ en Berl¨ªn, y a comienzos de julio, la cumbre de la OTAN, en Londres. Sin hablar de la visita de la se?ora Thatcher a Mosc¨² y del canciller Kohl a Washington.
?Es posible superar la coyuntura actual sobre la pertenencia de la Alemania unida a la OTAN? Baker y Shevardnadze han debatido de nuevo el asunto en Copenhague y parece ampliarse "el ¨¢rea de entendimiento". El anuncio de Shevardnadze sobre disminuci¨®n unilateral sovi¨¦tica de armas es otro signo positivo. En la posici¨®n de la URS S hay otro aspecto poco discutible: los viejos bloques militares han quedado caducos y hace falta un nuevo sistema de seguridad en el marco paneuropeo de la CSCE. Si el Pacto de Varsovia ya se est¨¢ disolviendo -por la nueva pol¨ªtica adoptada por muchos de sus miembros-, no ocurre lo mismo en la OTAN. Y los occidentales tienen un argumento muy s¨®lido cuando se?alan que a todos -la URSS incluida- interesa que la Alemania unida, con su potencial econ¨®mico, est¨¦ integrada en una organizaci¨®n supranacional y no aspire a una potencia militar independiente.
Cabe esperar que en las reuniones de los pr¨®ximos d¨ªas se logre poner en claro los cambios que tiene que sufrir la OTAN, reconvirti¨¦ndose en una organizaci¨®n mucho m¨¢s pol¨ªtica que militar, lo que reducir¨ªa sensiblemente las objeciones de la URSS. Por otra parte -y es lo que se ha empezado a hacer en Copenhague-, avanzar en la transformaci¨®n de la CSCE en una verdadera organizaci¨®n eliminar¨ªa los temores al aislamiento de la URSS.
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