Espa?a, Sociedad Limitada
Los jugadores ejercen un control absoluto sobre la gesti¨®n de la selecci¨®n
ENVIADO ESPECIALLa selecci¨®n de Espa?a ha gestionado su participaci¨®n en Italia corno una empresa muy peculiar. Sus accionistas no son an¨®nimos sino limitados y elitistas: la federaci¨®n, el t¨¦cnico Luis Su¨¢rez y los jugadores. Los te¨®ricos papeles de accionista mayoritario (federaci¨®n), gerente (Su¨¢rez) y trabajadores Ougadores) no se cumplen en esta empresa. El control, casi la autogesti¨®n, lo ejercen los jugadores, y aunque los resultados del ejercicio no pueden evaluarse, por pimera vez Espa?a afronta un Mundial sin graves problemas internos.
Aparentemente no hay fisuras. Todo parece un bloque herm¨¦tico, que no se ha resquebrajado durante los 25 d¨ªas de concentraci¨®n. En Tarvisio primero y ahora, en Magnano in Riviera, no se han producido disensiones como en el Mundial de Argentina, en 1978, o en el ¨²ltimo, el de M¨¦xico. ?Qu¨¦ ha pasado para que se produjera este milagro, que incluso asombra a los periodistas m¨¢s veteranos? Simplemente, que a la selecci¨®n ha llegado una nueva generaci¨®n de futbolistas, que ha decidido tomar el control, ante la pasividad y el benepl¨¢cito de los responsables federativos.
Quiz¨¢ por casualidad o por su retranca gallega, Su¨¢rez ha contribuido mucho a que la selecci¨®n cambie su imagen y deje de ser un reino de Taifas. Desde hace casi dos a?os, el t¨¦cnico ha convocado sistem¨¢ticamente a los mismos jugadores y esto ha creado una conciencia de grupo, capaz de autoprotegerse ante las adversidades y muy motivado por los beneficios que obtiene en muy poco espacio de tiempo.
L¨®gicamente, en todo grupo surgen espont¨¢neamente los l¨ªderes y Espa?a los tiene. Son de los dos clubes m¨¢s poderosos de? f¨²tbol nacional y con una personalidad diferente, como diferentes son las posiciones que ocupan en el terreno de juego.
Zubizarreta y Butrague?o, con la colaboraci¨®n especial de Michel, son quienes han gestionado todo lo concerniente a la preparaci¨®n de este Mundial. El resto de sus compa?eros se ha limitado a dar el visto bueno a sus proyectos, que jam¨¢s han sido exclusivistas y que siempre se han acordado de forma democr¨¢tica. Por eso nadie rechista, ni siquiera quienes habitualmente no juegan. Todos asumen su papel y ninguno quiere dejar de formar parte de la "empresa".
Segund¨®n
Ante tanta demostraci¨®n de fuerza, a la federaci¨®n que preside ?ngel Mar¨ªa Villar no le ha quedado otro remedio que aceptar el papel de segund¨®n, y m¨¢xime cuando los resultados futbol¨ªsticos han sido buenos.
Han sido los jugadores quienes pactaron las condiciones de la concentraci¨®n, quienes negociaron con diferentes empresas los contratos publicitarios -algunos de los responsables de esas empresas aseguran que jam¨¢s hab¨ªan tenido interlocutores tan duros-, y quienes establecieron las normas de trabajo de los medios de comunicaci¨®n.
Una mirada de Butrague?o basta para que un jugador se levante y deje casi plantado a un periodista, porque pasan cinco minutos de la hora pactada para las entrevistas. Unas palabras de Zubizarreta bastan para que el representante de la marca que equipa a la selecci¨®n se vuelva loco por encontrarle un pantal¨®n m¨¢s largo.
Los jugadores han convertido el hotel Green, de Magnano in Riviera, en un aut¨¦ntico fort¨ªn al que s¨®lo pueden acceder los privilegiados. All¨ª disponen de todo lo que han cre¨ªdo conveniente para hacer m¨¢s llevadera su estancia en Italia. Desde m¨¦dicos, hasta cocinero, pasando por un complejo sistema de servicio de informaci¨®n que controla a la perfecci¨®n todo lo que se publica y se dice en Espa?a sobre ellos.
El cors¨¦ impuesto a los me dios de comunicaci¨®n ha provo cado situaciones inc¨®modas porque inc¨®modo le resulta a un periodista que para tener acceso durante 60 minutos diarios -a veces ni siquiera eso- a cualquier jugador tenga que solicitar lo por escrito, tras identificarse con el nombre, medio en el que trabaja y hotel donde reside. Por si fuera poco, m¨¢s de un periodis
ta recibe paternalmente el consejo de reconducir su informaci¨®n. Otros, con menos fortuna, se en cuentran una negativa por causa de rencillas que ya vienen de lejos.
La empresa es suya, y consi deran que s¨®lo ellos pueden gestionarla adecuadamente. Ya lo dijo Butrague?o: "Nosotros ponemos el circo".
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